La flexibilización aterriza en los aeropuertos

El gobierno anterior nos ponía trabas, ahora nosotros somos el gobierno’ resuena por los pasillos del edificio corporativo de LATAM Argentina. Y claro, si Gustavo Lopetegui -quien fuera durante años el CEO de la compañía- hoy se encuentra a cargo de la coordinación económica de la Jefatura de Gabinete…
Lo cierto es que el coletazo flexibilizador en LATAM se vuelve bien notorio a partir de la fusión entre las líneas aéreas LAN y TAM en el año 2015, compañías de origen chileno y brasilero respectivamente. Aquel anhelo por volverse «una de las mejores tres líneas aéreas del mundo» y «el monstruo de la región» planteaba como contracara un considerable deterioro en las condiciones de trabajo de gran parte de los sectores de la compañía. Lo que entendemos como achique, precarización y despidos la empresa lo llamó «Simplicity» (porque en inglés siempre suena más cool).
Veamos la letra chica. LATAM decidió cerrar sus oficinas de call center locales para trasladar la atención telefónica a Colombia. La mayor parte de los trabajadores afectados por dicha medida lograron ser incorporados a otros sectores de la compañía. Las oficinas administrativas de LATAM situadas en el complejo Costa Salguero hoy ofrecen una escenografía desértica: boxes vacíos, gran parte de sus instalaciones desocupadas.
La operación en los aeropuertos encuentra su principal amenaza en la llegada de las máquinas de auto-chequeo y –en breve- la posibilidad de un auto-despacho de equipaje por parte del pasajero. En otras palabras, los mostradores ya no requerirían personas trabajando si el pasajero puede ahora «hacerlo todo». Es claro que esa modernización/tecnologización de los aeropuertos apunta a eliminar puestos de trabajo y no a facilitar la labor diaria de sus empleados.
La situación en vuelo tampoco escapa a esa lógica. La principal apuesta fue el lanzamiento -fallido- del Mercado LATAM, el servicio de venta de catering a bordo. Actividad que la compañía muy creativamente denominó «trueque» para evitar el pago de comisión a quienes pasaron de ser profesionales de la seguridad aérea a manejar un maxikiosco a 11.000 metros de altura… La medida de fuerza de uno de los sindicatos de tripulantes logró interrumpir esa iniciativa, en actual negociación.
Que somos caros, que tenemos el convenio colectivo bajo el brazo, que si la compañía no crece es por nosotros. Hermosas premisas pica-sesos con que nos deleita una Gerencia siempre dispuesta -shampoo en mano-  a lavar cabezas en los frecuentes «desayunos de equipo». Quizás debamos aprender de otras filiales LATAM de la región (Chile, Colombia, Perú) en que los pilotos realizan el auto-despacho de sus vuelos, el personal de Check In opera equipamiento de rampa y las tripulaciones no se «encaprichan» con los tiempos de servicio de vuelo y descanso.
Pero no, los trabajadores acá en Argentina le damos pelea. Y eso les jode.

Corresponsal