La izquierda en la UBA. De elecciones y desafíos estratégicos

En la UBA, caja y usina, coexisten en colaboración estratégica y tensiones de camarilla las distintas fracciones capitalistas que operan en el plano político general: los radicales, el PRO, el PJ en sus distintas versiones. Las elecciones de este año dirimen relaciones de fuerza en la superestructura. El rol del FIT. Nuestra propuesta.

En los años impares, cada dos, se combina la renovación de Centros de Estudiantes, con Consejos Directivos y direcciones de carreras. Sin elección directa en lo institucional, a través de la calificación y ponderación del voto, estudiantes, docentes y graduados votan del 11 al 15 de septiembre en la UBA, la universidad más grande del país y la segunda en América Latina.
Como se sabe, el rector de la UBA y los decanos a cargo de cada facultad tienen el poder de mando para decidir sobre dos vectores decisivos que concentran toda la orientación de cada proyecto político: el presupuesto, la base material y el contenido curricular de los planes de estudio. El gobierno de Cambiemos detonó una fuerte ofensiva de shock en mayo de 2016 y la respuesta fue contundente, impidiendo que avanzara con recortes importantes. Eso anima, da optimismo. No obstante, junto con la agenda del achique económico está el perfil curricular, más bien coherente con el modelo de capitalismo extractivo, neo-colonial, precarizador de fuerza de trabajo que empuja el macrismo. Esa línea se traduce en vaciamiento de contenidos en las carreras de grado para desplazarlos a posgrados arancelados. Así se elitiza la formación de más alta calificación y se estandariza a gran escala un tipo de profesional para la sociedad de mercado actual. Es la concepción que atravesó la disputa en CONICET. Es parte de la misma hoja de ruta del gobierno nacional y de las camarillas que actúan al interior de la UBA.

Como en el país: el FIT un escollo

No es casualidad que avancen las fuerzas más reaccionarias en el terreno estudiantil. No todo se explica por factores objetivos, hay responsabilidades políticas en las orientaciones. La FUBA es un sello, balcanizado encima, por Patria Grande y el FIT-PO hace años. Al margen de eso, lo central es que el movimiento estudiantil ni registra su federación, y con toda justicia, ya que no juega ningún rol concreto en el proceso real. Se trata más bien de una membresía que tributa rentas para sostener la estructura de PG y PO. A eso se limita, francamente.
Hay elementos de adaptación al aparato, que llevan a priorizar la defensa superestructural de cargos por encima de todo, incluso forzando relaciones de fuerzas que no hay en la base. Por eso hace tres años que no hay congresos de verdad, porque a sus fuerzas principales, arrancando por FIT-PO, no le dan los números en delegados para continuar conduciendo. En lugar entonces, de apelar a la base y resolver democráticamente, reagrupar fuerzas de izquierda y relanzar la FUBA, se enfeuda todo al control por arriba sin intervención del sujeto clave: el estudiantado. Las posiciones institucionales entonces, pasan a ser no un recurso táctico para la movilización por un programa transformador, anticapitalista y en unidad con la clase obrera y el pueblo, sino un fin en sí mismo, una estrategia de autopreservación política. En ese esquema, la opción de Patria Grande es abonar un frente con el kirchnerismo, en el mismo bloque político. Mientras en el resto de la izquierda hay desde actores secundarios que se adaptan a lógica de PO y otros que en su sectarismo abtencionista, como el PTS, también eligen la autopreservación ahora electoralera con eje en llamar a votar “al partido de Del Caño y Bregman”. Es decir: ni reagrupamiento de la izquierda, ni puentes para reorganizar el movimiento estudiantil, ni programa integral para transformar la universidad. Adaptación, autopreservación, y sectarismo. Es el espejo del rol negativo del FIT en la izquierda política, sumando años de oportunidades desaprovechadas.

Entonces, ¿qué hacer?

Nuestro planteo se mantiene en la órbita de una coordenada: como en el país, como en el movimiento obrero, es clave contribuir a otro proyecto en la izquierda, cueste lo que cueste. Primero, que ubique en el centro un programa para la universidad que sintonice con otro modelo de país. Que arranque del presupuesto necesario, en base al no pago de la deuda, impuesto a la renta financiera, restitución de retenciones a pooles y megamineras, como así también la eliminación de subsidios a la iglesia. Pero en esa tónica hay dos variables más: contenido curricular alternativo, plural, pero orientado a una perspectiva anticapitalista, descolonizadora, antipatriarcal y ecosocialista. Pensar el modelo de desarrollo en articulación con los intereses de la clase obrera y el 99 %. Y dos cuestiones más: está a la orden la necesidad de revolucionar la UBA, democratizándola en serio, con elección directa de todas las autoridades, con mayoría estudiantil en el co-gobierno.
En lo inmediato, desplegar una ofensiva campaña por la aparición de Santiago Maldonado; organizar un masivo contingente al Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco y preparar un importante ciclo de propaganda revolucionaria en torno al centenario de Octubre.
Para nosotrxs, construir la juventud del MST, con esta plataforma de acción política es fundamental para fortalecer una estrategia alternativa en el actual panorama de la izquierda. Todas las tácticas que vayamos a poner en juego, en cada facultad y CBC donde militamos, tiene estos puntos de referencia.

Mariano Rosa