¿Qué «consejos» nos dejó? Reunión del Consejo de las Américas
La semana pasada se reunió en Buenos Aires el Consejo de las Américas, que no es otra cosa que una sociedad de las mayores multinacionales yanquies, cuyo objetivo es analizar en qué lugares de América pueden hacer mejores negocios.
Cuentan obviamente con el aval del gobierno de los EEUU y con los servicios e información que le tienen que rendir los funcionarios del resto de los países de América, como el nuestro.
Un poco envalentonados por el resultado electoral de las PASO y otro poco urgidos porque la lluvia de inversiones prometida hace dos años no llega nunca, desde el gobierno de Macri decidieron jugarse con todo ante la posibilidad de arrodillarse ante las grandes corporaciones, a ver si de una buena vez por todas se deciden a invertir unos miles de millones de dólares en la Argentina. Es por eso que los principales oradores desde el ejecutivo nacional fueron el jefe de ministros Marcos Peña, Horacio Rodriguez Larreta, el canciller y los ministros de hacienda y producción Dujovne y Cabrera, es decir las principales figuras del gabinete fueron a intentar convencer a los grandes empresarios yanquis que pueden venir a hacer negocios y fabulosas ganancias, que aquí Macri se las garantiza.
Estuvieron acompañados también por líderes del empresariado argentino, sobre todo de sectores que piensan que pueden acoplarse o sacar ventajas de la llegada de inversiones extranjeras.
País normal para grandes empresarios
Es indudable que hay grandes coincidencias entre los empresarios yanquis, argentinos y el gobierno de Macri. Pero las fundamentales que acordaron y trataron en la reunión del Consejo de las Américas fueron: la necesidad de normalizar la economía del país y bajar el costo laboral argentino.
Es preciso aclarar lo que quieren decir cuando dicen normalizar la economía. Para ellos esto significa que todas las leyes y el rumbo político del gobierno estén direccionados a garantizarles realizar negociados de todo tipo, hacer sus fabulosas ganancias en la forma que ellos quieren y luego girar las ganancias a sus casas matrices. De esto se quejaban mucho del gobierno K, que le ponía algunas trabas para el ingreso de capitales y el giro de dividendos a sus países centrales. Otro punto central es la apertura a las importaciones yanquis, bajando o anulando los aranceles de importación (esto, mientras Trump nos impone el 57% de aranceles al biodisel argentino).
Y el segundo punto fundamental al que se comprometieron en extenso los funcionarios argentinos, fue a bajar el costo laboral argentino. Que significa ni más ni menos que a aplicar una reforma laboral feroz, que le quite derechos a los trabajadores, al estilo de la que están metiendo en Brasil, donde te puedan despedir, no tengan que pagarte indemnizaciones y no puedas hacer juicio para reclamar nada.
De parte de los empresarios yanquis no hubo anuncios concretos de inversiones importantes, es que, si bien escucharon lo que querían escuchar, no están convencidos que Macri pueda aplicar lo que promete. Sobre todo cuando la bronca por abajo aumenta y la burocracia traidora es cada vez más repudiada.
Los trabajadores y sectores populares no podemos esperar nada bueno de esta reunión del Consejo, sino prepararnos para enfrentar el ajuste que seguramente después de octubre intentará profundizar el gobierno, sobre todo si las elecciones le son favorables.
Crecimiento económico: ¿realidad o anuncios preelectorales?
¿Hubo punto de inflexión y hay crecimiento/reactivación?¿Se desaceleró la inflación?¿Se están creando nuevos puestos de trabajo? ¿Se achicó el déficit fiscal? ¿El salario creció?
Como era previsible, el gobierno de Macri tratará de usar la mejoría relativa de algunos indicadores económicos como eje de su campaña electoral de las elecciones de octubre. Es evidente que la profundización de la crisis económica con inflación y recesión crecientes fueron el talón de Aquiles de los primeros dos años del gobierno actual. De hecho, durante los meses previos a las PASO no pudieron mostrar ningún signo positivo en la economía. Ahora, ante los primeros signos de recuperación en algunos sectores, quieren vendernos que estamos ante un período de recuperación económica consistente y sostenido. Sin embargo aún muchos analistas burgueses dudan de que esto sea una realidad.
Desde el Gobierno insisten en que lo peor ya pasó y que la Argentina salió de la recesión y se encamina a una etapa de crecimiento. El problema es que la inmensa mayoría de la población no percibe esta recuperación de la que hablan: la respuesta de Macri y sus ministros ante esta discordancia entre los números que nos presentan y la realidad palpada por la gente se parece mucho a cuando Cristina hablaba de que lo de la inseguridad era simplemente una sensación.
Veamos la realidad de lo que el gobierno nos plantea como positivo:
1- Se acabó la recesión y entramos en una etapa de crecimiento y reactivación. Para eso utilizan diversos indicadores que muestran una mejoría de los índices de actividad económica, sobre todo de los meses de junio y julio. El problema es que lo comparan con los peores meses del gobierno durante 2016, si se comparan a la fecha que Macri asumió en 2015 recién estaríamos alcanzando ese nivel de actividad, dos años después. Hay que dudar mucho de estas mediciones, que comparan la actividad económica con momentos de hundimiento, ya que se produce normalmente un fenómeno de rebote, que a la larga no se verifica como crecimiento real. Y encima el crecimiento es absolutamente desigual, ya que sectores como el campo, la automotriz y la construcción si crecieron, mientras que otros como el comercio, la industria alimenticia interna no.
2- Se está generando nuevos empleos. Nuevamente se toman comparaciones con lo peor de 2016, cuando en realidad aún estamos por debajo de los niveles de empleo de 2015 que ya expresaban la crisis del gobierno de Cristina. Y como uno de los sectores que más creció es el campo, que toma muy poca mano de obra, no impacta en el nivel de empleo general, es por eso que abajo se percibe la pérdida de puestos por los estatales echados, por los comercios y Pymes cerradas, etc.
3- Se achicó el déficit fiscal. El gobierno pretende hacernos creer que con la política de recuperación de tarifas se está logrando bajar el déficit fiscal. Sin embargo esto no es así, porque la recesión, con la caída del consumo hizo que bajara muchísimo la recaudación por IVA por un lado y por otro el aumento brutal del endeudamiento externo, hace que el déficit fiscal siga creciendo y no disminuyendo como plantean.
4- Se desaceleró la inflación. Es un dato de la realidad que, otra vez, si lo comparamos con lo ocurrido en 2016 donde la inflación era del 4% mensual, hoy con niveles del 1,5-2% se puede hablar de desaceleración. Sin embargo el año terminará con 25% muy por encima del 17% presupuestado por el gobierno. Además el grueso de la desaceleración se debe atribuir a la recesión-caída del consumo interno, y no a que hayan logrado tener éxito con medidas de fondo como aumentar la producción, mejorar la competitividad, ingreso de inversiones en bienes de capital o bajar el déficit fiscal como le piden a diario los sectores burgueses más serios, pero que mayoritariamente impactarían sobre los trabajadores con más ajuste, cosa que el gobierno se niega a hacer antes de las elecciones. Por eso este dato puede ser coyuntural, si el dólar subiera o aumentará el poder adquisitivo real del salario o simplemente vuelvan a aumentar las tarifas, puede elevarse nuevamente.
5- Crece el salario. El gobierno viene insistiendo en que a fin de año el salario, le ganará por goleada a la inflación y se recuperará el poder adquisitivo del mismo. Esto se parece mucho más a una expresión de deseos electorales que a la realidad, los salarios por paritarias cerraron alrededor del 20%, mientras que la inflación terminará en el 25% por lo menos, y si sumamos el retraso del 6% promedio de 2016, no hay forma que sea real. Es por eso que la gente sigue percibiendo que estamos peor y la bronca crece en amplios sectores de la población.
No podemos confiar en los anuncios de Macri y los suyos, ya sabemos lo que pasó con la lluvia de inversiones y los brotes verdes anunciados hace más de un año. La única forma de mejorar nuestra economía es, hacerle pagar la crisis a los grandes grupos económicos que la generaron, ajustando sus ganancias, con impuestos progresivos y con la suspensión inmediata del pago de la fraudulenta deuda externa.
Gerardo Uceda