Crisis en la península coreana: Peligrosos “juegos de guerra”

El lanzamiento de un misil de alcance medio que sobrevoló la isla de Japón la semana pasada y la detonación de un dispositivo nuclear de alto poder el domingo 3 de setiembre por parte del régimen coreano, desataron nuevas amenazas militares y de sanciones económicas por parte de EEUU, que se encuentra realizando ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur en las aguas del mar de Japón. Una peligrosa presión del imperialismo que no quiere perder la hegemonía en el control de la región.

Los expertos discuten si la bomba nuclear detonada el domingo es de 8 o 15 veces superior en potencia a la arrojada sobre Hiroshima que dejó 70.000 muertos y una enorme devastación. Especulan si los coreanos tienen ya, como anuncian, la bomba de hidrogeno (bomba H), que es su mayor detonación de prueba realizada por EEUU alcanzó por unas fracciones de segundos 15 millones de grados de temperatura, el calor del núcleo del sol.

Lo cierto es que todos coinciden que la detonación, realizada en el norte del país, produciendo un terremoto de 6,3 grados de magnitud, y el alcance del último misil (2.700 km), son la muestra de un gran salto en la tecnología que posee el régimen norcoreano y acerca mucho la posibilidad de que este pequeño país pueda alcanzar las costas estadounidenses en un futuro cercano con sus misiles con cabeza nuclear. (1)

La respuesta del imperialismo y de su aliado Corea del Sur ha sido redoblar la apuesta y las provocaciones contra el derecho de Corea del Norte de armarse en su defensa. La otra Corea al sur del paralelo 38° decidió realizar maniobras militares con la utilización de fuego real, sumando misiles y aviones F15 a la escalada. Se continúan desplegando las baterías yanquis THAAD anti misiles, que alteran el equilibrio militar estratégico en la región y Trump autoriza la venta de armamento “sofisticado” a Corea del Sur y Japón. Los yanquis amenazan también con volver a instalar armamento nuclear en Corea del Sur, entre otras medidas.

Pero quizás el intento más fuerte para aislar a Corea del Norte es la propuesta de EEUU, que cuenta con el apoyo de Francia e Inglaterra, vertida en el Consejo de Seguridad de la ONU, para realizar nuevas sanciones económicas que impidan abastecerse de combustibles y materias primas esenciales al país peninsular. Nuevas y duras sanciones que Trump pretende que se extiendan a aquellos países que comercian con el régimen coreano. Lo cual está destinado fundamentalmente a China, país sobre el que recae más del 80% de las importaciones y exportaciones de la economía norcoreana y que le provee del 90% de alimentos y combustibles.

Esta última propuesta es hasta ahora vetada por China y Rusia en el Consejo de Seguridad, que insisten en la “suspensión por la suspensión”, o sea en que los yanquis abandonen sus maniobras militares conjuntas con el régimen de Seúl, en las que están involucrados alrededor de 60.000 soldados y un poderoso armamento, para poder así lograr que el régimen de Pyongyang se siente a negociar y abandone su respuesta militar a tal brutal escalada.

Al servicio de esta política Putin ha declarado recientemente que Una histeria militar no tiene ningún sentido (…) Todo esto puede conducir a una catástrofe planetaria y a un gran número de víctimas», y como reseña el diario El País de España en su edición del 06/09: “Putin ha comparado la situación en Corea del Norte con la que llevó a la invasión de Irak por parte de EEUU y recordó que Saddam Husein suspendió la producción de armas de destrucción masiva pero que acabó igualmente derrocado. ‘En Corea del Norte lo saben y lo recuerdan. ¿Crees que tras la adopción de algunas sanciones abandonarán el proceso para crear armas?’»

¿Se acerca la tercera guerra mundial?

Los analistas internacionales coinciden en que más allá de las amenazas y bravuconadas de Trump, no está en la política de EEUU llegar a una conflagración nuclear con Corea del Norte, sino presionarla para que acepte una política de “desarme”.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, se produjo una fuerte discusión entre la embajadora yanquie Nikky Haley y el representante chino Liu Jeiyi en torno a la salida para el conflicto. Es que detrás de la pelea con Corea del Norte está también la disputa geo política con China.

Más allá de que Kim Jong-un, el presidente norcoreano, realice acciones condenadas por el régimen chino, la potencia asiática es el sostén económico de la  pobre economía norcoreana. Corea del Norte, pese a sus roces con China, le ha sido funcional para frenar la influencia del los yanquis en la región, que teniendo a Corea del Sur y Japón como aliados privilegiados, amenaza con avanzar sobre los intereses de Pekín en el mar de la China y no quiere ver mermada su influencia histórica en una región a la que tiene destinada la armada más poderosa del planeta.

En estos días se han puesto de manifiesto las diferencias dentro del establishment norteamericano en torno a cómo seguir adelante. Mientras que la embajadora y los secretarios de Defensa y de Estado de EEUU, James Mattis y Rex Tillerson, han seguido la línea de exigir una desnuclearización completa, el ex principal asesor del equipo presidencial, el ultraderechista James Bannon, ha declarado que: “no hay solución militar aquí. Nos han ganado«. (diario el Mundo de España, 05/09/2017)

En un terreno más general el conflicto se desarrolla en el marco de la llamada “guerra comercial”, por el cual EEUU está presionando al resto del mundo para que una parte mayor de la plusvalía mundial quede en EEUU. China tiene una balanza comercial favorable con EEUU por 347.000 millones de dólares.

Aunque la guerra nuclear no sea el horizonte inmediato, lo cierto es que este juego de presiones imperialistas, los mandamases del imperio las hacen sentados en un arsenal nuclear importante, que ocasionaría un desastre nunca visto si llegara a utilizarse, como resultado de una profundización de la grave crisis política, económica, sistémica, que cruza el sistema de dominación capitalista imperialista en esta etapa.

El creciente militarismo de Trump, como de otras potencias importantes, hay que buscarlo en la decadencia y crisis económica que atraviesa EEUU y las potencias imperialistas. No es la expresión de una creciente fortaleza y hegemonía, sino todo lo contrario, de su decadencia y dificultades para mantener las posiciones conquistadas y eso es lo que lo hace más peligroso.

Fuera las tropas imperialistas de la península coreana

Corea del Norte surgió como estado obrero burocrático luego de que en una cruenta guerra de liberación logrará con el apoyo de China, frenar al frente imperialista integrado por EEUU y la burguesía  de la región. Su régimen estalinista fundado por Kim il-Sung, se sostiene sobre la base de una dura dictadura, que tiene características dinásticas, basada en una fuerte represión interna y en el desarrollo de una estructura militar muy desproporcionada en torno al tamaño de su país, que absorbe gran parte de los recursos nacionales que deberían ir a responder las necesidades de un pueblo muy pobre.

En esto no hace sino seguir las tendencias de todos los regímenes estalinistas, que al negarse a profundizar y extender las revoluciones sobre las que se montaron, tienen que invertir sumas enormes en presupuesto militar para protegerse de las amenazas de invasión imperialista, como autodefensa de los intereses de su casta que parasita de los recursos del país.

El imperialismo trata de utilizar estas características del régimen coreano para justificar su agresión. Como lo hicieron Thatcher y las potencias “democráticas” para justificar el envió de la armada imperial británica en la Guerra de Malvinas, denunciando los horrores de la dictadura de Galtieri. O como lo hacen hoy al bombardear impunemente al pueblo sirio, con la excusa de que están peleando contra el genocida de Al Assad.

Los discursos y la impronta imperial de Trump no lo ayudan mucho a que este mensaje sea creíble y su engaño tiene cada vez menos fuerzas, en medio de una crisis de “credibilidad” de los viejos partidos y formaciones tradicionales.

Los socialistas revolucionarios como siempre, más allá de las totales diferencias que tenemos con el régimen de Kim Jong-un, estamos incondicionalmente en la vereda del pueblo coreano contra la agresión imperial. Una agresión que es funcional a Trump y su discurso guerrerista, y también, en la medida que no se transforme en un enfrentamiento abierto, a la política militarista y bonapartista de la dictadura coreana. Solo ejerciendo en forma plena su derecho a  la autodeterminación es que el pueblo coreano podrá terminar con la dictadura sangrienta de la burocracia norcoreana y decidir el curso que debe tomar su país.

Corea del Norte tiene derecho a armarse en su defensa. El peligro de una conflagración nuclear no viene de que un país independiente pueda acceder al exclusivo “club nuclear” que dominan EEUU y las grandes potencias, sino justamente de la prepotencia imperial y su agresión hacia los pueblos que no domina. Más que nunca hace falta enfrentar entonces la prepotencia de Trump y su armada imperial, exigir el retiro de todas las tropas y armamento yanqui de la península coreana y el fin de toda sanción económica contra la nación coreana.

Gustavo Giménez

  • Ya el régimen coreano ha lanzado con éxito dos misiles de largo alcance (ICBM) que pueden llegar hasta Alaska.