Francia: “Él” o nosotros

Este 12 de septiembre, las movilizaciones tomaron un giro que sin duda habrá superado a los organizadores. Cientos de miles de manifestantes unidos por la voluntad de derrotar la ley El Khomri y sus decretos antiobreros. Curiosamente, los organizadores se ocuparon de minimizar el número de manifestantes en París, hablando de 60.000 para una marcha que rondaba los 100 000.

La tradicional “jornada de acción” al regreso de las vacaciones se volvió una marcha contra Macron, para que “afloje”. Y ya vemos lanzar un calendario de manifestaciones “golpe por golpe” hasta… descomprimir. Cada vez que se acerca una nueva reforma antiobrera, los “organizadores” son profesionales de ese método. Luego, toda una serie de profetas más radicales unos que otros hablarán de “derrota”.
Macron no sólo busca “hacer reformas”, sino que trata de iniciar una verdadera contrarrevolución política, social, económica y cultural que, si lo lograra, llegaría al fascismo puro y simple. Por consiguiente, es él o nosotros. Pero eso no le importa a Mélenchon, que le dijo al periodismo que no es cuestión de derrotar a Macron sino, como siempre, de esperar a las elecciones…
Cuando este vil señor vocifera contra los “vagos” y los “extremistas” no derrapa: incita, calcula, con esa mezcla de grosera mediocridad y arrogancia que lo caracteriza. ¿Qué cree Macron tener frente a él? ¿A Mailly , co-redactor de sus decretos? ¿A Martinez , que pisa todos los frenos posibles para evitar un nuevo “Mayo del 68”? ¿A Mélenchon , un opositor que habría podido “eludir” y al que finalmente eligió? Con ese tipo de “interlocutores sociales” y “opositores”, por cierto podría dormir tranquilo. Entonces, a pesar suyo, es ese tipo de pirómano que prende fósforos en un polvorín.
Macron cree poder ser el Thatcher francés. Pero, a diferencia de la “Dama de Hierro”, actúa en una situación de crisis política inevitable del régimen. Su especie de “movimiento” hace agua por todas partes. Es rechazado por todos los poros de la sociedad. Su score electoral es irrisorio y no tiene ni una pizca de “legitimidad”. Sin el espantapájaros del Frente Nacional, sería sólo un súper gerente de personal cazatalentos. No sería el primero que siembra la contrarrevolución para cosechar… la revolución. Carece de todo “gran proyecto”, tiene la envergadura de un mosquito e incluso los “poderosos” que lo impulsaron empiezan a dudar de su rumbo…
Entonces es necesario derrotarlo a él, a toda su camarilla y a todos sus planes destructivos. Hay un medio: la huelga general. Esa es la perspectiva que avanza. En ese camino, hay que trabajar por un sindicalismo de clase y masivo, independiente, unitario y democrático. El sindicalismo de las reivindicaciones y la acción colectiva, y no de las negociaciones en contra. La idea general es actuar -como lo dijo un activista sindical en Grenoble- “por la unidad y por las demandas de la base”. Hay que hacer todo, absolutamente todo, para derrotar los decretos anti-laborales y la ley El Khomri.
La Comuna, 12/9/17