Trump reconoce a Jerusalén como capital de Israel. La tercera intifada

Donald Trump anunció el reconocimiento por parte de EEUU de Jerusalén como capital del enclave gendarme que es el Estado de Israel. Lo hizo contra los derechos palestinos, pero también contra el rechazo de los países musulmanes e incluso de sus mejores aliados. Desató una enorme resistencia en al interior de la Cisjordania y la Franja de Gaza. Ya comenzaron también las acciones de solidaridad en distintas partes del planeta.

Solo el presidente del estado sionista, el genocida Benjamín Netanyahu, apoyo entusiasta la medida que según señaló recogía derechos históricos del pueblo judío, y que contempla trasladar la embajada norteamericana de Tel Aviv a la ciudad “santa” de Jerusalén. El máximo dirigente del Hamas Ismail Haniyeh, llamó a realizar la tercer intifada(1) que comenzará el viernes 8 con un “día de ira”, como forma de combatir esta verdadera “declaración de guerra” del magnate imperialista.

Jerusalén es una milenaria ciudad dividida en dos. La parte occidental está ocupada por Israel y estos la han reivindicado como la capital de su estado y la parte oriental, dividida por una línea verde trazada por la ONU luego del conflicto de 1947 y donde se encuentra la explanada de las mezquitas y los principales templos musulmanes, judíos y cristianos, es la que los árabes reivindican como su capital. Esta región oriental estaba custodiada por las tropas jordanas hasta que en la guerra de 1967 fueron desalojadas por las formaciones militares sionistas. La ciudad estaba supuestamente protegida por un paraguas internacional, que propiciaba que no se cambiara su estatus actual, hasta que no hubiera un acuerdo entre israelíes y palestinos. Algo que nunca sucedió.

El anuncio de Trump realizado en Washington el miércoles 6 de diciembre no tomo por sorpresa a nadie, ya que había adelantado esa decisión y pese a los consejos de sus principales aliados para que desista de la misma, decidió avanzar aún a costa de desatar una grave crisis internacional.

Desde los amigos príncipes de Arabia Saudita, o su gran aliado Egipto, hasta el dictador de Turquía Recept Erdogan que amenaza con romper con Israel (con la cual tenía muy buenas relaciones), pasando por Theresa May, Merkel, Macron, los líderes de la Unión Europea, el Papa y el Secretario General de la ONU, han salido a criticar su decisión. Este último António Guterres señaló al ver hundirse con la posición de Trump la política de “dos estados”, que no había plan B posible. La gravedad de la situación es tal que ocho miembros del Consejo de Seguridad han llamado a una reunión urgente para el viernes 8 de Diciembre, mientras se suceden todo tipo de reuniones como la próxima de la Liga Árabe.

Los palestinos que enfrentaron esta resolución ya salieron a la calle en Jerusalén, Belén, Hebrón, en la Franja de Gaza, en duros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes, de los cuales ya se anuncian más de 21 heridos, en la primeras cifras que prometen escalar.

El actual presidente de la Autoridad Palestina, el moderado Abu Mazen, perteneciente a la fracción de Al Fatah que negoció la política de crear dos estados, repudió en su discurso la decisión de Trump señalando que se descalificaba como mediador imparcial e iba a alentar a los grupos más radicales.

Se hunde la política de “los dos estados”

Si prácticamente todo el establishment mundial ha salido a cruzar al presidente norteamericano es porque su novedosa posición no solo puede desatar un violento enfrentamiento entre los palestinos y su carcelero israelí, sino porque hunde la única política que aceptada por una parte de la dirección de la Autoridad Nacional Palestina, la de concretar dos estados, el actual estado genocida de Israel y otro palestino asentado en la franja de Gaza y la Cisjordania.

Los Acuerdos de Oslo de 1993, entre el legendario dirigente de la OLP Yasser Arafat, con el primer ministro israelí Isaac Rabin y con la mediación del presidente norteamericano Bill Clinton, establecían la creación de dos estados. Estos acuerdos fueron bendecidos por la ONU y el conjunto de las potencias imperialistas. Significaron un cambio radical y una grave traición de la dirección de Arafat a la tradicional posición palestina, que era la negativa a legitimar un estado artificial, un verdadero enclave colonial montado por el imperialismo en tierras palestinas, sobre la base de enormes masacres y matanzas a la población local, como es el Estado Genocida de Israel.

Un Estado que  para sobrevivir, lejos del cuentito que se vendía como el del “socialismo de los kibutz”, dejo más de cinco millones de refugiados palestinos en los países árabes vecinos, posee miles de presos en sus cárceles, ha convertido la Franja de Gaza en una cárcel a cielo abierto, y ocupa cada vez más territorios de la Cisjordania con sus bandas de colonos “ilegales”. Teniendo una verdadera política de segregación y exterminio sobre la población palestina que no tiene nada que envidiarle al apartheid sudafricano.

Israel que recibe suculentos subsidios de varios miles de millones de dólares de su aliado yanqui, es entonces un estado tapón, un enclave imperial para enfrentar la revolución árabe y consiente de su rol no ha dudado en desconocer cuantas veces ha querido las resoluciones de ese teatro al servicio del imperialismo que son las Naciones Unidas.

Por eso la política de dos estados, no solo constituyó una enorme capitulación de la tradicional dirección palestina de ese entonces, sino que fue la gran pantalla que Israel necesitaba para ganar tiempo, inmovilizar a un sector de la dirección  palestina, dividiéndola, y seguir avanzando palmo a palmo con su política arrasando lo que se le ponía enfrente.

Trump no es un loco

Lo que ha hecho Trump no es sino sincerar los verdaderos planes de la conducción sionista y un sector muy importante de la dirigencia yanqui. Incluso muchos de los que lo critican no lo hacen por sostener una estrategia distinta, durante décadas han mirado para otro lado cuando por ejemplo, los bombazos sionistas, mataban más de 2.000 palestinos en la Fraja de Gaza, y sus calles mostraban los cadáveres de cientos de civiles, entre ellos muchos niños pequeños. Lo que les espanta es la segura reacción del pueblo palestino y los pueblos árabes.

Algunos de los desaprueban este “error” de Trump, se lo atribuyen a su desconocimiento de la región y al uso de esta decisión para contentar a aquellos que en EEUU lo apoyaron por su promesas a favor del estado de Israel, o sea una cuestión de demanda doméstica sin importarle las consecuencias que trae su decisión para la región.

En realidad detrás de la supuesta “locura” existe un panorama más complejo en el cual la situación mundial tiende a una mayor polarización y hay sectores del imperialismo yanqui dispuestos a retomar un mayor protagonismo como gendarme con el objetivo de extraer mayores cuotas de ganancia del mercado mundial para compensar su crisis. Aunque se den en planos distintos no hay contradicción en la agresiva política norteamericana para obtener mayores ventajas comerciales, con la prepotencia imperial que Trump propicia a nivel mundial, sea en Medio Oriente y su escalada contra Irán y ahora palestina, como en el este en su disputa con Corea del Norte y las áreas de influencia de China y Rusia.

Esa polarización de la situación mundial, donde el hundimiento del centro político anterior, da lugar a un enfrentamiento cada vez mayor entre las clases, entre la prepotencia imperial y los pueblos oprimidos y la clase trabajadora en el mundo, es lo que explica en el fondo estos giros y cambios de política, que no se dan sin choques y roces al interior de los viejos acuerdos entre los imperios dominantes.

Toda la solidaridad con la causa palestina

El gobierno israelí ya ha anunciado un fuerte incremento en la presencia policial en Jerusalén y zonas aledañas. Y la reacción ante tal brutal medida del pueblo palestino promete ser muy fuerte, como también promete ser muy fuertes las fuerzas represivas alistadas por el genocida estado sionista.

Todos los que se reivindican demócratas en el mundo deben sumarse en la movilización para exigir el retiro de las tropas y fuerzas de seguridad de Jerusalén, el cese de la represión actual, la libertad de los presos palestinos y el derecho más elemental a que este pueblo prisionero de la enclave colonial pueda decidir su destino.

Desde el MST en Izquierda al Frente seguimos sosteniendo que la salida de fondo para una verdadera paz en la región y la convivencia pacífica de los pueblos árabes y de los que profesan la religión judía, pasa por la liquidación de ese engendro genocida que es el actual Estado de Israel y la formación de una Palestina libre, laica y no racista. Una pelea posible si tiene el apoyo del pueblo árabe, que pese a la traición de sus viejas direcciones, viene dando grandes luchas contra el imperialismo y la más amplia solidaridad de  todos los que reivindicamos la libertad de los pueblos, contra el imperialismo y sus engendros fascistas y totalitarios.

Gustavo Giménez

  • Intifada: así se han llamado los levantamientos del pueblo palestino contra la opresión israelí. Existieron dos intifadas, la primera entre 1987 y 1993, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo y la segunda entre el 2000 y 2005. En forma más reciente en la región de la Cisjordania hubo un levantamiento importante, pero de menor envergadura, llamado “la intifada de los cuchillos”.

Gustavo Giménez