Crónicas catalanas 7 D: LA MAYOR MANIFESTACIÓN DE BRUSELAS

Escribo esta crónica un poco atrasada, pero creo que vale la pena escribirla. Se trata de la manifestación internacional más importante habida en Bruselas, sede de la Unión Europea. Entre 45.000 y 90.000 participantes (varían los datos de la policía o de la Televisión belga) fuimos a la idea de “Wake up Europa”, o sea, de despertar a Europa.

Escribo tarde porque yo también he participado en esta manifestación y la he sentido como una manifestación histórica, sin precedentes. Y que tendrá una repercusión a medio plazo seguramente. Llegué ayer, como tantos miles, cansado de las muchas horas de viaje, pero contento. La manifestación de catalanas y catalanes, de familias enteras, fue un símbolo de resistencia, de mantenerse en pié, frente a un Estado opresor y vengativo.

La manifestación fue contra el 155. En favor de la libertad de los presos. En favor de la República Catalana. Aunque se pueda ver así, la manifestación no fue un apoyo político explícito a Puigdemont. Se reivindicó a Puigdemont como Presidente de la Generalitat, es cierto. Pero se hizo en defensa de la institución que representa, ilegalmente cesada por el Gobierno español. En la manifestación hubo seguramente más partidarios de otros partidos que el propio partido de Puigdemont. Y, por supuesto, muchos no independentistas, pero sí demócratas partidarios de la República catalana y, por tanto, de la Independencia.

Todo esto demuestra que el cuerpo central del independentismo y de la democracia radical republicana sigue bien vivo y dispuesto a continuar la batalla por hacer de las elecciones del 21D un nuevo paso hacia la República. Desde luego la sociedad catalana es terca, tenaz y no está dispuesta a dejarse perder la posibilidad más concreta de ejercer su soberanía desde hace tres siglos. Pasado y presente se unen en unas causas y reacciones similares.

Lo que encontramos en la Bélgica democrática, sobre todo flamenca, pero también la valona, fue simpatía. El trato con la policía fue siempre muy correcto y respetuoso. Casi acogedor. En el restaurant que fuimos a cenar uno de los empleados acogió una banderita con la estelada catalana, independentista, y la puso dentro del local y se hizo una fotografía con ella, dándonos ánimos. La foto de un coche de policía belga con la estalada ha dado pié a la reacción más estúpida del portavoz del Gobierno español en Bruselas, acusando a la policía de dar una cifra exagerada de manifestantes y exigiendo una respuesta diplomática al Gobierno belga sobre el apoyo a una “bandera rupturista”.

Ciertamente no todo el mundo estaba a favor de los catalanes. Un joven magrebí pasó corriendo al lado nuestro gritando “Ala Madrid, ala Madrid!”, pero alejándose rápido, supongo que por miedo a la reacción que pudiéramos tener. Al cabo de un ratito lo encontré al lado mío con un grupo de jóvenes y le dije que yo era del Barça, pero me parecía muy bien que fuera del Madrid. Eso distendió la situación y acabamos charlando tranquilamente sobre la situación de los presos políticos y que el grupo nos diera ánimos para seguir la lucha.

Por doquier donde íbamos, en Brujas, en otras ciudades, había catalanas y catalanes. Una invasión, pero pacífica. Casi todos los que se lo han podido permitir se han tomado dos o tres días para hacer algo de turismo. Y las banderas catalanas o esporádicos gritos a favor de la Independencia, la República o por la Libertad de los presos, hicieron que todo Bélgica se haya enterado de que Catalunya sigue dispuesta a ejercer su autodeterminación. Y no sólo Bélgica, toda Europa sabe ya de la determinación catalana.

La sociedad europea se encuentra ante el reto de tener que renegar de sus principios democráticos o tendrá que reconocer que el pueblo catalán tiene derecho a formar su propio Estado. Primero la sociedad, sus asociaciones civiles, luego sus partidos y finalmente sus Gobiernos y Estados tendrán que posicionarse también. El éxito de la movilización de Bruselas demuestra que no es posible acallar a un pueblo movilizado ni siquiera con todos los medios represivos al alcance del Estado como el español. La libertad del pueblo catalán puede influir y cambiar Europa.

Alfons Bech

11 Diciembre 2017