Gira por Chile y Perú: El Papa, defensor de abusadores y bombero de las luchas

Visitó Chile y Perú, pero no pasó por la Argentina. Su gira culminó entre escándalos por abusos sexuales y encubrimientos, fracaso de público en Chile, mutismo sobre el indulto al genocida peruano Fujimori y polémicas sobre su faltazo a nuestro país. ¿A qué se debe su visita? ¿Qué intereses defienden el Papa, la Iglesia Católica y las religiones en general?

Algunos analistas y sectores políticos interpretan interesadamente las acciones u omisiones del Papa como preocupación por los desposeídos y cuestionamiento a los gobiernos de derecha. Así, para algunos no visitó la Argentina por sus divergencias con Mauricio Macri o fue a Chile al término del gobierno de Bachelet y no al inicio del mandato de Piñera debido a la postura papal crítica hacia los gobernantes neoliberales.

Si bien en tal o cual discurso el Papa fustigó la “sociedad de consumo”, ese gesto se corresponde más con su necesidad de relegitimar a la alicaída Iglesia Católica que con intentos reales de torcer el rumbo de las políticas de ajuste.

Porque Francisco, antes Bergoglio, es el máximo representante mundial de una de las instituciones clave del sistema capitalista y patriarcal, no exenta del desprestigio y la crisis sistémica que atraviesan todas las instituciones en nuestra época.

Un primer objetivo de la visita papal fue tratar de atemperar la fuerte crisis de hegemonía que atraviesa la Iglesia Católica, sacudida hoy por múltiples denuncias de abusos sexuales y encubrimiento que involucran a obispos y curas de todos los países. En Chile por lo menos 80 sacerdotes y religiosos fueron denunciados, pero siguen en sus cargos pese a la visita del Papa y su formal pedido de “perdón”. A su vez, el líder de la Iglesia chilena, el arzobispo Ricardo Ezzati, fue muy criticado por no actuar ante las denuncias y encubrir a los abusadores.

Sin duda, las masivas marchas de las mujeres y las disidencias sexuales fueron un factor de visibilización de las críticas al Papa y la Iglesia por su defensa de los abusadores y encubridores y por su papel como enemigo histórico de la perspectiva de género y los derechos de los sectores oprimidos.

Nada es causal

Iquique. En la misa del Papa, más vacío que gente…

Seguramente la primera visita fue a Chile, donde el debate electoral y la coyuntura de polarización y crisis del régimen político tradicional aceleran demandas por los derechos de las mujeres, como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario con adopción y la ley de identidad de género. A sus misas fue mucha menos gente que la esperada y su obcecado apoyo a abusadores y sus protectores lo dejó ante millones como un encubridor más. Es que una institución dogmática, verticalista, que discrimina a las mujeres y los homosexuales; basada en el celibato, la culpa, la confesión y la represión sexual, va a repetir sí o sí las conductas de abuso.

También en Perú el viaje papal se dio en una situación complicada, marcada por el polémico indulto que -a cambio de coimas de Odebrecht- el actual presidente Kuczynski le otorgó al ex dictador Fujimori, quien cumplía una condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad. Los ánimos populares están caldeados y no los calma que el Papa diga que “muchos presidentes peruanos son corruptos”. ¡Vaya novedad!

En ese contexto, el Papa se sacó fotos con algunos mapuches en Chile y con pueblos amazónicos en Perú, recibió a dirigentes de movimientos sociales y habló de una Iglesia “desde y para los pobres”. Lo que nunca harán el Papa ni la Iglesia, como tampoco ninguna de las grandes religiones, es denunciar que la raíz de los problemas es el sistema capitalista y patriarcal, que avasalla a los pueblos originarios, genera violencia de género y corrupción, destruye el ambiente y es la fábrica incesante de pobres… mientras los ricos se siguen enriqueciendo. Gobiernos e Iglesia tratan de colaborar entre sí para paliar su crisis de legitimidad ante los pueblos, reconciliar a las clases sociales y así asegurar la gobernabilidad capitalista, pero lo cierto es que no les resulta fácil.

De progresista, nada

Por eso somos críticos de los movimientos sociales que viajaron a Chile a ver al Papa y que erradamente embellecen y elogian sus posturas: Barrios de Pie, la CTEP y la CCC. ¡De progresista, el Papa no tiene nada! ¡Su línea sigue siendo la defensa del capitalismo, la reconciliación con los patrones y los genocidas, y el rechazo cerrado a los derechos de las mujeres y la diversidad sexual!

Si por ahora el Papa no viene a la Argentina no es por sus roces tácticos con el gobierno macrista, sino porque tiene tres profundos temores:

  • Uno es el temor al repudio masivo del movimiento de mujeres y la comunidad lgbtiq, ya que nuestro país ocupa un lugar de vanguardia al respecto.
  • Dos, porque su discurso de reconciliación, afín al macrismo y sus prisiones domiciliarias a los genocidas, sería duramente rechazado por todos los organismos de derechos humanos.
  • Y tres, porque su rol de bombero de las luchas sociales chocaría cada vez más con la bronca y el creciente ánimo de lucha de los trabajadores, la juventud y el pueblo.

Respetuosa de la libertad de cultos aunque somos ateas y ateos, nuestra corriente sigue luchando por la separación total de la Iglesia del Estado, por la eliminación de los subsidios estatales millonarios a la Iglesia y a los colegios religiosos y privados, por la enseñanza pública laica, igualitaria y científica, y por el aborto legal y demás derechos de género aún pendientes.

Caro Dome y Pablo Vasco


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