Debate sobre aborto: quieren que las mujeres lo miremos por TV

Así como la desigualdad entre géneros marca todos los ámbitos de la vida, así como las mujeres prácticamente no alcanzamos cargos de jerarquía, cobramos en promedio menores salarios que los varones y estamos destinadas a hacernos cargo exclusivamente del trabajo hogareño no remunerado, en los medios masivos de comunicación tampoco estamos en pie de igualdad. Nuestras voces no se escuchan. Mayormente aparecemos como adornos, fortaleciendo el estereotipo de mujer-objeto. Un dato que ilustra esta realidad es el de que sólo el 15% de las notas de opinión de los principales medios gráficos argentinos son escritas por mujeres[1]. Esto resulta mucho más grave cuando el tema a tratar nos afecta. Si nuestros derechos están en debate, deberíamos ser las primeras en opinar.

Olas de cambio

La nueva ola feminista que recorre el mundo está provocando grandes cambios. En la Argentina el movimiento de mujeres pisa fuerte e invade las calles, las redes, la TV. El reclamo por el aborto legal resuena cada vez con más fuerza, tanta que logramos que el debate llegue al Congreso, donde hace años que ya debería haberse dado.

Esta conquista puso nerviosos a muchos. Los programas masivos de televisión ahora debaten sobre aborto. Chiche Gelblung, Feinmann, TN, la TV Pública, todos debaten, pero ¿de qué manera?, y sobre todo ¿qué voces y opiniones tienen lugar en ese debate?

La foto de un canal de noticias muestra una mesa de debate sobre aborto formada por media docena de varones. En algo se parece a la imagen del Canal 10 de Córdoba, el canal de la Universidad Nacional, que invita a Aurelio García Elorrio a opinar sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros úteros, sobre nuestras vidas.

Al fin y al cabo, eso es lo que está en cuestión: el proyecto de ley habla de la interrupción voluntaria del embarazo, y destacamos voluntaria porque sólo haría falta la decisión de la mujer gestante para poder acceder al derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Y eso es lo que jode. Que las mujeres podamos salirnos de la maternidad como mandato social impuesto, que podamos elegir qué queremos hacer con nuestras vidas. Porque a los miles y miles de varones que abandonan a sus hijas e hijos, a los que no cuidan, no acompañan, no pasan ni siquiera una cuota alimentaria, nadie los juzga, nadie los condena ni social ni moralmente.

La posibilidad de que accedamos al derecho al aborto legal puso tan nerviosos a algunos que hasta vimos encuestas reformuladas de todas las maneras posibles por Feinmann en Twitter, que le confirmaron hasta el hartazgo que nosotras queremos decidir.

Saquen sus rosarios de nuestros ovarios

Otro que se puso muy nervioso y salió con los tapones de punta fue nada menos que monseñor Aguer, quien argumentó, entre otras cosas, que “nuestro señor Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre, fue un embrión, fue un feto en el seno de la Virgen Santísima, y nació como un niño”

Otra vez intentando imponer como única verdad las creencias religiosas de un credo en particular a todos los ciudadanos y ciudadanas. En la misma línea anticientífica en que se imparte “educación sexual” en las escuelas católicas y se impide la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral. La Iglesia Católica es la misma institución a la que el Estado argentino, que se dice laico, le asigna miles de millones de pesos por año en calidad de subsidios. Esa millonada de dinero que tanto hace falta para necesidades más urgentes como la salud y la educación públicas, o el presupuesto de emergencia que nos niegan a las mujeres para prevenir la violencia de género que cada 30 horas se cobra una vida. ¡Hay que anular todo subsidio estatal a una institución oscurantista y enemiga de nuestros derechos!

Creencias versus realidad

No nos importa lo que cada funcionario político crea en lo personal sobre la práctica del aborto, no nos importan sus creencias religiosas ni concepciones morales. Lo que nos importa es que la ilegalidad no logró que no siga habiendo abortos.

Se estima que se realizan más de medio millón de abortos al año en nuestro país. Abortos clandestinos que habilitan un negocio millonario. Abortos clandestinos que las que pueden pagar realizan en las mejores condiciones y sin riesgos de vida ni de secuelas. Abortos clandestinos que le cuestan la vida a quienes no pueden pagar y son la principal causa de muerte materna.

El aborto es una cuestión de salud pública, a la que el Estado debe dar respuesta. Es una cuestión de justicia social, porque las que se mueren por aborto clandestino son las mujeres pobres y jóvenes. Y es también una cuestión de derechos humanos, una deuda de la democracia con las mujeres para que de una vez por todas podamos decidir sobre nuestros propios cuerpos.

La marea que no para de crecer

Aunque vociferen en los grandes medios, aunque se opongan a nuestros derechos, las mujeres no nos callamos más y salimos a copar las calles, a hacernos ver y escuchar, nos organizamos y nos movilizamos con toda la fuerza de la que somos capaces.

Vamos hacia el segundo Paro Internacional de Mujeres el 8M y seguimos haciendo historia. Porque vivas y libres nos queremos. Por la separación de la Iglesia y el Estado, para que saquen sus rosarios de nuestros ovarios, y por ¡educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir!

Juntas y a la Izquierda, Córdoba

[1] En la web economíafeminita.com, 4/2/18.