Muerte de Menéndez. Impunidad, complicidades e imposturas

 

La muerte del genocida Menéndez, el 27 de febrero pasado, sacudió la memoria y las heridas aún abiertas de miles y miles que continuamos reclamando justicia. Expuso nuevamente la trama de complicidad del poder político cordobés, garante de la impunidad que supo gozar durante demasiado tiempo, uno de los más sanguinarios y fanatizados protagonistas del terrorismo de Estado. Murió preso y eso fue producto exclusivo de la lucha por memoria, verdad y justicia.

Los últimos años de vida de Menéndez estuvieron divididos entre los tribunales de varias provincias, a los que debió asistir como acusado en los juicios por la verdad y los penales donde, hasta casi los 90 años, purgaba sus 12 condenas a cadena perpetua. Cifra que de no haber muerto habría continuado creciendo. Murió sabiéndose repudiado y aferrado al último pedazo de impunidad que le quedaba, su silencio cobarde.

 

El final de Menéndez, no advierte por sí solo un pasado de poder e impunidad. Sin embargo sólo repasar algunos de los hitos más resonantes de su vida después del 83, indigna: participó de actos oficiales en plena democracia, rodeado de jueces, gobernadores y funcionarios. Fue entrevistado en televisión abierta ya entrados los años 90 en el estricto marco de la teoría de los dos demonios. Y llegó a participar de un acto oficial del ejército en pleno año 2000. Hoy parece increíble, pero sucedió. Es obvio que no se llega a ese grado de impunidad de la noche a la mañana y sin amigos.

Y Menéndez tenía muchos amigos en la iglesia de Primatesta, en la Justicia y en el “Partido Cordobés”, como se suele llamar al bipartidismo mediterráneo. Es más, muchos de los que hoy aprovechan su muerte para distanciarse, son los mismos que desde las conducciones del PJ y la UCR aportaron cuadros y funcionarios a la dictadura militar y ya en democracia garantizaron la impunidad para este asesino.

Si quisiéramos ir a los nombres podríamos recordar a Angeloz, Mestre, Aguad… pero la lista sería interminable y aun así quedarían muchos por fuera y no sería justo. Se ajusta mejor a la realidad hablar de las cúpulas de la iglesia, de la UCR, del PJ, del Poder Judicial y por supuesto de las fuerzas armadas, donde el Tucán Yanicielli fue el símbolo de cómo, años después de derrotada la dictadura, el bipartidismo se seguía apoyando en genocidas para nutrir y dirigir a su policía.

Lo que explica la “absorción natural”, el poder y la impunidad de la que gozó Menéndez durante esos primeros años de democracia, son los objetivos y preocupaciones comunes que unió a las entidades empresarias, partidos políticos, a la iglesia católica y a las fuerzas armadas antes y durante la dictadura: frenar el avance de la poderosa vanguardia obrera y popular que había surgido.

Esa “inteligencia” común -es decir complicidad- se resume a la perfección en una frase que se le atribuye al mismo Menéndez. Dicha en plena dictadura en la Universidad Nacional de Córdoba y ante un auditorio conformado de políticos, obispos, jueces y periodistas: “De estos subversivos nos encargamos nosotros. De que no crezcan otros, se encargan ustedes”.

Que referentes e instituciones del bipartidismo deban hoy condenar públicamente a Menéndez en lugar de asistir a su secreta pompa fúnebre, como tal vez hubieran preferido, sólo se explica por la necesidad de distanciarse de ese pasado común con el terrorismo de Estado. Y la diferencia de la actualidad con su accionar durante las décadas de los 80 y 90, está marcada por la lucha incansable que las madres, los organismos, la izquierda y capas cada vez más amplias de la sociedad vienen dando desde el final de la dictadura hasta hoy.

Rodolfo Walsh advertía en la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” que en la política económica de la dictadura militar debía buscarse no sólo la explicación de sus crímenes, sino una atrocidad mayor que castigaba a millones a la miseria planificada. Hay que agregar que sin excepción, de Alfonsín a la fecha, todos los gobiernos mantuvieron los ejes centrales de esa política. Y esa es la razón por la que seguimos en la calle enfrentando el saqueo, el ajuste y la represión de Macri que intenta seguir favoreciendo a los sectores más concentrados de la economía.

Con la convicción de continuar la misma lucha contra las políticas por la que la dictadura asesinó y desapareció a nuestras compañeras y compañeros, es que este 24 de marzo marcharemos en todo el país con más fuerza que nunca. Seguiremos exigiendo cárcel a los genocidas y unificación de las causas, que abran los archivos de la dictadura y se termine el pacto de silencio, basta de ajuste y represión y por la aplicación de un plan económico de emergencia que parta de dejar pagar la deuda externa y que esos fondos sean invertidos al servicio de las mayorías.

¡Compañeras y compañeros desaparecidos, presentes!

 

Luciana Echevarría