A 36 años de Malvinas La izquierda y la guerra contra los piratas
Pasaron tres décadas y media desde la guerra y se siguen realizando necesarios debates. Reflejamos en esta nota la política del PST (Partido Socialista de los Trabajadores), antecesor del MST, y algunos de esos debates.
La Guerra de Malvinas es una herida que permanece abierta pese a los años y la política para «desmalvinizar» de todos los gobiernos posteriores: Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y ahora el liberal Macri. Los gobiernos K apelaron a un «doble discurso». Mientras hablaban de la soberanía y los derechos nacionales no aplicaron una línea de la ley que, aprobada por el Congreso, sancionaba una larga lista de empresas con negocios en las Islas Malvinas, ni tocaron nada esencial de los intereses británicos y los pactos políticos que nos atan con el imperialismo.
La Guerra de Malvinas fue también una de las luchas antiimperialistas más profundas que libró nuestro pueblo en las últimas décadas. Desarrolló una enorme movilización que, seguida con simpatía por los pueblos latinoamericanos, cuestionó el poder político y militar de las grandes potencias, al que tuvo la oportunidad de derrotar a condición de tener una dirección capaz de ir hasta el final y terminó liquidando a la dictadura más sangrienta de toda nuestra historia.
Recordando aquellos años
Cuando el 14 de junio de 1982 caía Puerto Argentino, una gran ola de dolor, rabia e indignación recorrió el país. La multitudinaria manifestación de repudio que, al día siguiente, enfrentó a la represión policial en Plaza de Mayo tuvo en sus cantos una definición clara del giro que había tomado la situación: «No sirven para la paz, no sirven para la guerra, los milicos asesinos no sirven para una mierda» y remataban «se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar».
La ocupación de Malvinas surgió como una maniobra de una dictadura apretada por un grave deterioro de sus planes económicos, la ruptura de gran parte de su base social y la ascendente resistencia obrera y popular que tuvo en las movilizaciones del 30 de marzo de 1982, su inmediato precedente.
Galtieri y la cúpula militar intentaron huir hacia adelante y apostaron a que sus «socios» mayores yanquis los apoyen y faciliten una negociación con los ingleses, que extendiera el tiempo de vida de la dictadura.
Cuando la ilusión de un acuerdo negociado daba paso al avance de la guerra y la abierta colaboración del imperialismo con la flota pirata británica, resolución 502(1) de las Naciones Unidas mediante, la conducción militar imposibilitada de rendirse abiertamente, peleó la guerra que nunca quiso con una mano atada a la espalda.
En tanto el conjunto de la burguesía argentina y de sus representantes políticos del PJ y la UCR, refugiados tras un discurso «pacifista» y devenidos en «demócratas» luego de haber apoyado a la dictadura desde sus inicios, reclamaban un curso abiertamente derrotista.
Las políticas de la izquierda
En la edición de Palabra Socialista N° 30, publicada inmediatamente después de la toma de puerto Stanley por las tropas argentinas, el PST sentaba una posición clara: «(…) estamos contra Inglaterra -pese a que tiene un régimen democrático burgués- y del lado de Argentina _pese a la nefasta dictadura que la gobierna (…) Si hay guerra los socialistas estaremos por el triunfo del ejército argentino -aunque al principio lo mande Galtieri- y por la derrota del británico».
A partir de estas definiciones desarrollaba un programa, que sin depositar ninguna confianza en el gobierno de la dictadura, estaba destinado a organizar y desarrollar la más amplia respuesta del movimiento de masas, empezando por exigir plenas libertades democráticas, tomar todas las medidas económicas que afecten los intereses imperiales como dejar de pagar la deuda externa y expropiar a las empresas británicas, la exigencia a la CGT que se ponga al frente de la movilización antiimperialista y aceptar y fomentar la solidaridad de los pueblos latinoamericanos y del mundo para golpear al frente imperialista, entre otras medidas.
En una posición contraria se encontraba el Partido Comunista, una corriente que integra el frente kirchnerista desde hace años. El PC, en nombre de la paz mundial recomendaba: «Hay que negociar en las Naciones Unidas preservando nuestra soberanía en las islas y rechazando todo intento de instalar bases militares en ellas» (folleto de la FJC «A los afiliados. Ante la emergencia actual: comprender, explicar y actuar»).
En esta misma línea el dirigente del PC Athos Fava, en la edición N° 62 de Qué Pasa se oponía por completo a la toma de las islas por el gobierno argentino señalando que un gobierno democrático hubiera conseguido lo mismo por medios pacíficos: «Se ha discutido y censurado, con razón, dentro y fuera del país, el método empleado: la ocupación por medio de la fuerza (…)»
La política «democrática» y «pacifista» del Partido Comunista argentino en tiempos de choque armado contra la flota pirata, no tenía nada de antiimpe-rialista. Reflejaba las necesidades del estalinismo mundial de mantener el status quo pactado con el imperialismo y para el cual la ocupación por la fuerza era un muy «mal ejemplo» para el resto de los pueblos oprimidos, como es el caso del pueblo irlandés.
La otra grave capitulación de esos años fue el llamado de Política Obrera (antecesor del Partido Obrero actual) a concurrir a los actos del Papa para cambiarles el contenido, cuando Juan Pablo II arribó a la Argentina, luego de su viaje a Gran Bretaña, para bregar por la paz y aceitar la rendición de los militares argentinos frente a la inminente caída de Puerto Argentino.
Curiosamente la dirección de PO caracterizaba correctamente las intenciones contrarrevolucionarias de la gira papal. Sin embargo en Política Obrera Nº 330 del 12/06/82 sostenían que: «Los obreros conscientes deben esforzarse ante esta situación por integrar gruesas columnas que concurran a las movilizaciones que promueve el Papa, con carteles que planteen la salida incondicional de la flota británica y que repudien todo planteo de paz con el agresor imperialista. No hay que olvidar que el sentimiento de paz tiene en los trabajadores un contenido diferente al de la capitulación que proponen la iglesia y la burguesía…»
Pasados los años aún cuesta imaginar a un abnegado grupo de militantes en medio de una movilización masiva, convocada por la Iglesia y apoyada por el PJ, la UCR, todos los partidos patronales, la burocracia sindical y el PC, para bendecir la entrega y traición de Galtieri y la Junta Militar, intentando cambiarle el contenido y engrosando en los hechos la movilización de la derrota. Nuestro PST llamó en cambio a no concurrir a los actos del Papa denunciando que, por su contenido derrotista, se ubicaba en la trinchera imperialista y venía a jugar un papel central en negociar la rendición de nuestro país.
Gustavo Giménez
Macri muestra las tumbas, mientras sigue entregando la soberanía argentina
Hace pocos días, en una nueva maniobra de marketing, el gobierno macrista llevó a familiares de 90 soldados caídos a conocer las tumbas donde reposan sus restos en las islas tras la identificación de los ADN.
Respetamos profundamente el dolor de los familiares. Pero nos indigna que uno de los gobiernos más entreguistas y proimperialistas, que acuerda con los piratas nuevas concesiones que favorecen su usurpación sobre las islas, manipula, para encubrir su política, esa situación dolorosa de los familiares, tan ninguneados por los sucesivos gobiernos.
A pedido del imperio británico Macri se comprometió a suspender las sanciones a la explotación ilegal de hidrocarburos y pesca en el mar Argentino que rodea Malvinas. Y el acuerdo que firmó con el Reino Unido en 2016 plantea una «coordinación en el áres de Seguridad y Defensa» sin decir palabra sobre la base militar con 2.000 soldados que dicho imperio mantiene en nuestras islas.