EE.UU. La estrategia Trump

Las imágenes que han recorrido el mundo de niños separados de sus padres, enjaulados en centros de detención fronterizos, constituyen la más reciente postal del barbarismo de los EE.UU. de Trump. También son parte de la estrategia global del imperialismo yanqui.

Desde que empezó el plan “Tolerancia Cero” a principios de mayo, 2.300 niños han sido separados de sus padres en la frontera de EE.UU. con México. Los adultos son deportados a México y los menores encerrados en jaulas dentro de verdaderos campos de concentración, improvisados en carpas gigantes y supermercados abandonados. Las imágenes son revulsivas, indignantes. El escándalo es tal, que ha provocado una ola de repudio mundial. Incluso varias voces de la propia derecha republicana, entre ellas la de Laura Bush -la esposa del ex presidente- han repudiado la crueldad de esta medida.

La doctrina Trump

No es la primera vez que Trump parece quedar aislado, sosteniendo una política demasiado reaccionaria para el propio establishment de Washington. Sus propuestas del muro fronterizo, de prohibir la entrada al país de todos los musulmanes o de expulsar a todos los inmigrantes indocumentados fueron rechazadas o ridiculizadas por todo el arco político, salvo la ultraderecha nacionalista. Alimentan la percepción de Trump como un loco a cargo de un gobierno sin estrategia.
Pero, aunque Trump se guíe poco por los protocolos, sus políticas, incluso las que aparentan ser más irracionales, son parte de una estrategia bien pensada por los sectores burgueses -referenciados en la derecha nacionalista y una parte del Partido Republicano- que conforman su gobierno. Esta se plasma en el documento de “Estrategia de Seguridad Nacional” que el gobierno publicó junto al de “Estrategia de Defensa Nacional” a comienzos de este año.
El documento parte de las premisas de que EE.UU. ha retrocedido en su posicionamiento mundial política, militar y económicamente desde los fracasos de las guerras de Afganistán e Irak y la crisis de 2008, y que la orientación de capitanear el libre comercio neoliberal a través de organismos multinacionales y acuerdos de libre comercio ya no benefician al capital estadounidense. De ahí traza una estrategia que apunta a fortalecer la posición de EE.UU. en relación al poder geopolítico y el reparto de la plusvalía mundial.

Represión y xenofobia

En primer lugar, el documento plantea profundizar la guerra contra los inmigrantes. Ya Obama se había convertido en el presidente que más inmigrantes deportó. Trump intensificó esta política, extendiendo las deportaciones a muchos inmigrantes que llevan años, vidas enteras, en el país. Miles han sido arrestados en redadas sorpresivas, deportados directamente y separados de sus familias. La política del muro fronterizo y las restricciones de ingreso a musulmanes son parte de esta política.
Las atrocidades que estamos viendo en la frontera estos días van en el mismo sentido. Por supuesto el objetivo real no es impedir el ingreso de inmigrantes, que son una fuente de mano de obra barata indispensable para el capitalismo yanqui, sino mantener a los once millones de indocumentados en un estado de terror permanente poco propicio a reclamar por sus derechos.

Ganancia y explotación

En segundo lugar, el gobierno busca aumentar la proporción de la plusvalía que genera el capitalismo a escala mundial -en 1960 EE.UU. concentraba el 40% del PBI mundial, hoy se ha reducido al 22%. Toda la demagogia de la campaña de Trump de recuperar puestos de trabajo industrial tiene que ver con la necesidad de generar más plusvalía y concentrar más capitales en el país. En pos de este fin, Trump impuso el mayor recorte impositivo de la historia para las corporaciones, profundizó la desregulación de la economía, extendió el fracking y comenzó a implementar tarifas a productos clave como el aluminio y el acero, principalmente contra China, pero también perjudicando viejos aliados como la Unión Europea -lo cual generó un cortocircuito en la reciente reunión del G7.
De la mano de esto, vino un ataque global a la clase trabajadora. El recorte impositivo elimina muchos impuestos corporativos permanentemente, incluyendo el que financia parte importante del Obamacare, lo cual dejaría a unas 13 millones de personas sin cobertura de salud en los próximos 10 años. A su vez, se estima que la mayoría de los trabajadores terminarán pagando más impuestos en los próximos años.
A su vez, hay un renovado ataque a los derechos sindicales. Tras el avance, en los últimos años, de leyes de “derecho a trabajar” que liquidan el poder de la negociación colectiva, en muchos estados, ahora la Corte Suprema está evaluando un caso que haría los propio con los trabajadores estatales a nivel nacional.

“Primero América”

En tercer lugar figura el giro geopolítico de Trump, de la “guerra contra el terrorismo” hacia la contención y confrontación con poderes rivales, China y Rusia, locales como Irán o “amenazas” como Corea del Norte. Junto con esto es el abandono o renegociación en términos más favorables a EE.UU. de los tratados de libre comercio y los organismos multinacionales. Malinterpretado por algunos como un nuevo proteccionismo, toda esta política no es más que una búsqueda de una mejor manera de defender y extender el poder del capital imperialista yanqui.

La resistencia

Sin embargo, Trump no ha logrado todo lo que pretendía y enfrenta una resistencia activa a cada paso. Las movilizaciones de mujeres cuando asumió y nuevamente este año han sido las manifestaciones más grandes en la historia de EE.UU. Las inesperadas movilizaciones en los aeropuertos el año pasado lograron un nivel de presión tal que la Justicia tuvo que frenar la prohibición de ingreso al país de musulmanes. La movilización también logró quebrar el bloque republicano en el Congreso, evitando su intento por liquidar Obamacare y Medicaid -el programa público de salud para los sectores más empobrecidos. Masivas movilizaciones en Boston, California y otros lugares frenaron el efímero surgimiento de grupos fascistas.
En los últimos meses hemos visto un resurgir de la lucha obrera, con grandes huelgas docentes en estados dominados por la derecha republicana, que han logrado triunfos importantes. Estos días también hubo movilizaciones a los centros de detención fronterizos y a las oficinas de las autoridades migratorias. Y el 30 de junio se está organizando un movilización nacional con epicentro en Washington D.C. contra esta nueva barbaridad de Trump.
Trump es el presidente menos popular de la historia norteamericana. Y todas las encuestas indican que este año va a sufrir una derrota aplastante en las elecciones legislativas, a manos de los demócratas. El desafío de la izquierda y los movimientos de resistencia será no perder de vista que ha sido la lucha independiente la que ha logrado ponerle cierto freno a Trump, no los millonarios demócratas que quieren reemplazarlo para defender los mismos intereses capitalistas. Y que queda por delante la formación de una alternativa independiente de los trabajadores y el pueblo.

Federico Moreno