Estados Unidos: La izquierda ante una oportunidad y desafíos históricos

La gran crisis económica del 2008 derrumbó de un plumazo y para siempre el «sueño americano» de progreso que prometía el Tío Sam y dio inicio a un cambio cualitativo en la situación política del país más desarrollado del planeta, crisis que continúa y sigue sorprendiendo por su dinamismo.

El desplome de la economía y el enorme costo social que produjo la «crisis de la hipotecas» hizo que, por primera vez en décadas, millones de trabajadores, jóvenes y sectores medios comenzaran a cuestionar el reinado de los bancos y las corporaciones, a los jerarcas de los partidos tradicionales y al sistema imperante en su conjunto. Todo esto dio origen a fenómenos de todo tipo y a una gran polarización social y política.
El terremoto sacudió los cimientos de los dos partidos tradicionales de la burguesía imperialista, que vieron derrumbarse a sus principales candidatos y triunfar a personajes incalificables como Donald Trump en el Partido Republicano y el ascenso meteórico en el Partido Demócrata de Bernie Sanders enarbolando las banderas del socialismo y la necesidad de gobernar para el 99% y no para el 1% de privilegiados que viene dirigiendo los destinos del país y el mundo.

Una viaje para entusiasmarse

Para seguir más de cerca lo que allí está sucediendo y afianzar los lazos de nuestra organización internacional con la izquierda estadounidense, visité los EE.UU. del 4 al 14 de julio. Me acompañó en la gira Federico Moreno, uno de los dirigentes de nuestra juventud.
Fuimos invitados a Socialism 2018, el encuentro nacional de la militancia socialista que se realizó en Chicago, organizado por la ISO (International Socialist Organization) (1) conjuntamente con Jacobin, publicación de izquierda de gran llegada en Norteamérica.
Tanto en Chicago como en Nueva York participamos de debates y reuniones con distintos referentes de los DSA (Democratic Socialists of America) (2). Intercambiamos opiniones con los compañeros de Socialist Alternative (3) y dirigentes de distintos sindicatos y referentes del movimiento de mujeres, la disidencia LGBT y la juventud.

En el imperio el socialismo crece

La candidatura independiente de Sanders y los millones de votos que sacó en la interna demócrata canalizaron un proceso que venía madurando desde hace años. Y reactivó un viejo debate en la izquierda estadounidense: hasta dónde es posible construir algo nuevo dentro del vetusto e imperialista Partido Demócrata, que se ha encargado durante décadas de deglutir y cooptar a infinidad de activistas y procesos impidiendo que surja un tercer partido a la izquierda del bipartidismo tradicional.
Sin embargo, un fenómeno político y organizativo impresionante que se encuentra en pleno desarrollo está obligando a todas las organizaciones revolucionarias que actúan de manera independiente y por fuera del Partido Demócrata a replantearse cómo intervenir para no desaprovechar una oportunidad política enorme que puede incluso llevarlos a retroceder.

El crecimiento espectacular de los DSA

Surgido en los ’80 como un proyecto reformista socialdemócrata y atado estratégicamente a los demócratas, a partir de la campaña de Sanders esta organización está creciendo a un ritmo vertiginoso entre la juventud y el activismo y viene radicalizándose cada vez más, al punto de transformarse en un polo que tracciona y presiona a los militantes de las organizaciones revolucionarias, que están estancadas en medio de un proceso espectacular.
Este partido, antes de la aparición de Sanders, contaba con no más de 200 miembros activos y unos 6.000 afiliados con una edad promedio de 65 años. En los seis meses de campaña electoral de Sanders a la presidencia pasó a tener 20.000 miembros. Luego del triunfo de Trump y el revulsivo que provocó en franjas de masas, pasó a organizar 35.000. Y en los últimos días, luego del triunfo de la joven latina Alexandria Ocasio-Cortez y su segura llegada al Congreso (4) ya cuenta con 43.000 afiliados y cotizantes, de los cuales más de 15.000 son militantes muy activos. La edad promedio bajó a 30 años. Y de las tres corrientes importantes que existen en su interior, una de las más dinámicas se declara revolucionaria y manifiesta tener claridad sobre los límites estratégicos del Partido Demócrata y la necesidad de acumular para, en un futuro cercano, romper y formar un tercer partido de masas.

Un desafío enorme

Los cambios que se han producido en los EE.UU. son de tal magnitud que nada volverá a ser como antes. En los meses de marzo y abril tuvieron lugar una serie de huelgas docentes en varios estados, masivas, organizadas democráticamente y radicalizadas como hacía décadas que no sucedía y que terminaron en triunfos enormes. El movimiento de mujeres viene jugando un papel muy importante en el enfrentamiento a Trump y crece la resistencia contra el ataque a los trabajadores, los inmigrantes y por el derecho a una vivienda digna.
La radicalización social y política que provocan cada una de las medidas de Trump va a continuar y crecer en los próximos años. Los desafíos, nuevos retos, las oportunidades y peligros que afronta la izquierda revolucionaria que actúa por fuera del Partido Demócrata y dentro del mismo en los DSA debe ser acompañada por la izquierda revolucionaria a nivel internacional, ya que en buena medida el avance y el futuro de la revolución mundial tiene a los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y la izquierda de los EE.UU. como actores fundamentales.

Alejandro Bodart

1) Principal organización trotskista de los EE.UU., integrada a la corriente dirigida por el SWP ingles hasta el año 2001, fecha en que inicia un camino independiente.
2) Organización amplia de izquierda donde conviven distintas tendencias que actúa dentro del Partido Demócrata y ha tenido un espectacular crecimiento en estos últimos años.
3) La otra organización trotskista importante del país, sección nacional del Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT) y que en 2013 logró elegir a la primera concejal socialista en Seattle.
4) Al ser un distrito históricamente demócrata, al ganar la interna prácticamente ya está en el Congreso de la Nación, lo que la va a convertir en la primera diputada socialista de la historia de los EE.UU.