La deuda es con las jubiladas

Desde el 23 de julio vence la aplicación de Ley de moratoria jubilatoria, de no prorrogarse a pedido del FMI, podría impedir que hasta 100 mil mujeres accedan al sistema.

“El FMI ya no es el de los 90, cambió” decían desde el gobierno para justificar los acuerdos que se iban a firmar con el organismo internacional con el que ya tuvimos experiencia de sobra. “Vamos a honrar la deuda” dicen hoy algunos opositores que se candidatean para gobernar el país. Lo cierto es que la deuda no sólo es fraudulenta, ilegal e ilegítima sino que además viene acompañada de dependencia y sometimiento. El mismo FMI que supuestamente “cambió” es el que reclama, entre otras cosas, el fin de las moratorias previsionales conocidas como jubilaciones de amas de casa. Obediente, el gobierno nacional decidió que el 23 de julio se van a terminar.

Hasta ahora, quienes cumplían la edad pero no tenían los aportes necesarios para jubilarse, podían acceder a esta moratoria y cobrar una jubilación, de la cual se iban descontando los aportes faltantes. La gran mayoría de las personas que accedieron a esta jubilación fueron mujeres, y eso no es casualidad.

No es causalidad porque el 76% del trabajo no remunerado en Argentina es realizado por mujeres y, al mismo tiempo, en el mercado laboral, las mujeres somos mayoría en los trabajos peor remunerados y más precarizados. Actualmente, las cifras desempleo según el INDEC superan el 9%, mientras que para las mujeres jóvenes llega al 21% y las de trabajo informal llegan al 34%. Esta realidad desigual e injusta afecta directamente las posibilidades de acceder a derechos básicos como obra social o jubilación.

Es el patriarcado

Los patrones culturales que reproduce el patriarcado continúan imponiendo a las mujeres las tareas del cuidado, que son esenciales para que la rueda del mundo siga girando, porque garantizan nada menos que la reproducción de la fuerza de trabajo. Dicen que eso “es amor” y que las mujeres nacimos para amar de esa manera cada día de nuestras vidas.

Esta imposición limita las posibilidades de salir al mercado de trabajo formal y remunerado, y cuando lo logramos, nos encontramos con que las mujeres accedemos mayoritariamente a trabajos que son una extensión de las tareas del cuidado, que son los más precarizados y los peores pagos. Encima, acceder al trabajo fuera del hogar no nos libera de las tareas del cuidado, por lo que nuestra jornada laboral se extiende muchas horas más. Es decir que, las mujeres trabajamos más y cobramos, en promedio, menos que los varones sólo por ser mujeres.

También, el capitalismo

“Eso que llaman amor es trabajo no pago” dijo Silvia Federici (1975) al referir al trabajo doméstico no remunerado, al que también definió como “la manipulación más perversa y la violencia más sutil que el capitalismo ha perpetrado nunca contra cualquier segmento de la clase obrera.”.  La eficacia del capitalismo radica en la invisibilización del trabajo de cuidados que es esencial para la reproducción social de la fuerza de trabajo, y que no sólo no es reconocido como trabajo y por lo tanto no remunerado, sino que se reproduce culturalmente la idea de que ese es el rol al que deben aspirar las mujeres para sentirse realizadas. La distribución desigual de la carga de estas tareas limita las posibilidades y la autonomía de las mujeres.

El fin de las jubilaciones de amas de casa retrocede en el tan necesario reconocimiento del trabajo no remunerado, abandonando a millones de mujeres que no van a tener otra forma de acceder a este derecho social. Una vez más, las medidas del gobierno de Mauricio Macri dictadas por el FMI nos condenan al hambre y la miseria, afectando especialmente a las mujeres.

En tiempos de crisis y brutal ajuste, la inflación, los despidos, la desocupación, el hambre y la pobreza afectan más a las mujeres, a las que nos hacemos cargo de las tareas del cuidado, a las trabajadoras informales, precarizadas o desocupadas, a las jefas de hogar, a las que tenemos que bancar la olla en todas las circunstancias.

¡Qué caigan juntos!

Si hay algo que la historia nos enseñó, es que la organización y la lucha son las únicas herramientas que tenemos para defendernos y para conquistar derechos. Y son poderosas. Por eso, hoy no sólo exigimos la continuidad de la moratoria, el reconocimiento del trabajo no remunerado de toda la vida; sino que queremos avanzar en la igualdad real y en la redistribución de las tareas del cuidado. Para eso hay que acabar con la dependencia económica del FMI, y destinar toda esa plata a políticas públicas reales en beneficio de las mayorías. Pero también sabemos que esta realidad desigual e injusta se sostiene por los patrones culturales del patriarcado y la invisibilización del trabajo no remunerado favorable al capitalismo, por eso, para conquistar el mundo de iguales por el que luchamos día a día, patriarcado y capitalismo tienen que caer juntos, y los vamos a tirar con la fuerza de esta ola feminista que llegó para quedarse y dar vuelta todo.

 Maru Acosta y Guadalpe Limbrici

Juntas y a la Izquierda / MST / Córdoba