Ante la muerte de Fernando De la Rúa

Ante el anuncio de la muerte de Fernando De la Rúa en el día de hoy, rápidamente se activó un sistema de difusión por parte de la alianza de gobierno, a la cual se sumaron dirigentes tradicionales de diversos partidos burgueses opositores y algunos medios de comunicación afines. Como ha sucedido tantas veces, se utiliza la muerte para intentar tapar verdades históricas, para confundir a la población en torno a que conclusiones políticas esenciales sacar, para que olviden sus propias gestas masivas y para barrer debajo de la alfombra responsabilidades individuales y colectivas de los poderes políticos de turno.

Así pudimos escuchar hoy a Macri, diciendo que De la Rúa era un “bienintencionado” y un “demócrata”. Sencillamente indignante. Ajenos a todo este armado mediático, de nuestra parte tenemos una visión opuesta y de clase, desde y para la clase obrera y los sectores populares. Desde esta ubicación político-social, no olvidamos la verdad histórica  tan presente todavía, y es por eso que ante su muerte nos oponemos a toda esta hipocresía institucional del sistema capitalista y su régimen político, que pone en funcionamiento usinas de opinión y difusión que pretenden cambiar la historia y utilizar sus falacias al servicios de los planes actuales de ajuste y saqueo.

El verdadero De la Rúa y su rol

Histórico dirigente radical, conservador desde su juventud cuando en su rápido ascenso político le apodaron “chupete”, fue en toda su historia política defensor de posiciones antipopulares y amigo de las grandes empresas y parte de la misma UCR que alentaba por entonces la intervención militar en la vida política del país. No casualmente fue abogado de la poderosa empresa Bunge & Born y en todos los años de la dictadura militar asociada a muchas de estas corporaciones, se retiró a dedicarse a sus negocios personales. A la vuelta de la democracia burguesa y muchos años antes de ser Jefe de Gobierno porteño y luego presidente del país, fue electo nuevamente senador; un buen discípulo de ese antro de la vieja política donde se frenan derechos y se avalan favores al poder de turno.

Llegada la formación de la Alianza y de su presidencia en el 99, la misma quedará marcada en la historia como la de un gobierno ultra entreguista, ajustador y represivo que llevo al país a una catástrofe económica y social, siguiendo los mandatos del fondo y el poder financiero internacional. Desde su inicio este gobierno fue llevando adelante una política económica nefasta, con el aval primero de una centroizquierda desastrosa, representada por Chacho Alvarez, Meijide y el apoyo de la CTA de entonces, quienes lo ayudaron a llegar al gobierno y acompañaron en su gestión en la primer etapa. Luego terminó gobernando directamente con López Murphy y Domingo Cavallo, dos personajes siniestros a los que se les dio poder total, para profundizar la entrega que Menem había iniciado en el período anterior.

En toda esta etapa y para favorecer a sectores burgueses que buscaban cambios en medio de una situación cada vez más insostenible, quisieron ir saliendo de la convertibilidad con planes de ajuste y entrega como el megacanje de títulos de deuda, un negociado multimillonario contra los intereses soberanos del país, y con el blindaje; otro negociado en base a préstamos del FMI que nos ataría a sus designios con intereses monstruosos a cuesta.

Toda esta política económica nefasta se impulsaba en medio de la famosa y corrupta “Banelco” a los senadores para intentar votar la reforma laboral, también con un ajuste brutal a la universidad pública que enfrentaron miles de estudiantes en la calle, y en medio del recorte de salarios a los estatales y jubilados con la impresentable ministra Bullrich, a todo esto se sumaban otros ataques a derechos sociales.

En medio de un ascenso obrero y popular que venía creciendo mes a mes, llegó el final de su gobierno mediante una gesta heroica del pueblo, una revolución contra el gobierno y el régimen bipartidista de entonces, que recordamos bajo el nombre de Argentinazo. Que fueron varias apasionantes e intensas jornadas donde miles y miles salimos a la calle y pasamos por encima del “estado de sitio” decretado por el gobierno. No fue un golpe ni una maniobra desde arriba, como tiempo después quisieron explicar quienes pretenden arrebatarle al pueblo su triunfo popular; fue una justa reacción popular masiva frente al ajuste brutal, a la miseria creciente y la falta de trabajo, a la entrega y al robo a miles de pequeños ahorristas a quienes se les incautó su dinero, para favorecer a los bancos.

En esa gesta de diciembre de 2001 contra su gobierno, participamos con fuerza desde el MST y estamos orgullosos de haberlo hecho junto a miles y miles, en las calles primero cantando “que se vayan todos” y enfrentando la represión, y en asambleas barriales durante los meses posteriores, mientras también entraban en escena nuevos fenómenos como las fábricas recuperadas y el movimiento piquetero. No es casual que todavía en la memoria popular siga viva esta gesta y sus enseñanzas y que, cada tanto, el “que se vayan todos” vuelva a entonarse en algunas movilizaciones populares.

De la Rúa, en su legado, refleja lo peor de la política tradicional de este país, que nos llevó al borde de un abismo y por lo cual el pueblo en la calle lo echó con toda justicia. Lejos de haber sido el «demócrata” que hoy nos intentan vender, fue el mismo que antes de tener que huir en helicóptero fue responsable político de la represión, muerte y asesinato de casi cuarenta personas en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.

No es casual, por supuesto, que Macri, la UCR y otros referentes de este sistema injusto y desigual ahora lo reivindiquen, porque son los responsables del mismo desastre hoy, de hacer ajustes salvajes similares y de una nueva entrega histórica al FMI. Por eso se apoyan y se cubren entre sí. La verdad es una sola; el último presidente radical llevó adelante políticas tan antipopulares como las que hoy impulsa y defiende la UCR en alianza con Macri. Políticas a las cuales también les han prestado ayuda con su voto en el parlamento, muchos dirigentes del PJ que hoy también despiden al dirigente radical.

Las tareas planteadas

La muerte de Fernando De la Rúa y el recuerdo del 2001, viendo la profunda crisis actual, más que nunca nos reafirma en la necesidad de construir una alternativa distinta e independiente de todos los partidos de este régimen de entrega y corrupción. En el Argentinazo desde la izquierda revolucionaria jugamos un rol activo, mas no pudimos ofrecer una gran alternativa política que se presentara como una opción de poder real, lo cual fue un déficit de entonces.

Esta conclusión política también tenemos que traerla al presente, en un país que tras las elecciones ingresará en años de más ajuste y de muchas luchas y convulsiones sociales. Allí nuevamente el rol de la izquierda estará a prueba y debemos aprender de nuestra propia experiencia. Por eso desde el MST además de construir a diario nuestro partido como tarea estratégica, también impulsamos con fuerza la conformación de una gran alternativa política anticapitalista y socialista. En este sentido, la gran unidad de la izquierda lograda para estas elecciones con el FIT Unidad es un paso positivo, que lejos de quedarse allí, tiene el desafío imperioso de superarse y ponerse a la altura de todas las luchas sociales y políticas por venir, si de verdad queremos alguna vez ser alternativa para millones y evitar futuras frustraciones.

Sergio García