La economía ahora y más allá del 10D. Reperfilando la crisis
El gobierno mandó al Congreso su proyecto de «reperfilamiento de los plazos de la deuda», en un claro reconocimiento de que la crisis continúa profundizándose y que no esperan poder salir en el corto o mediano plazo.
Aunque lo nieguen o eviten, la oposición tradicional de Alberto o Lavagna acuerdan con el proyecto. Es que tratan de ganar tiempo y tranquilidad hasta octubre, para luego conseguir una transición ordenada hasta el 10 de diciembre. Pero el objetivo de fondo de unos y otros es el mismo, que la crisis la paguemos los trabajadores y el pueblo.
Ajuste y crisis sin fin
Nadie mejor que los trabajadores y sectores populares para sentir en carne propia las consecuencias del plan de ajuste de Macri y su gobierno. Luego de casi cuatro años del más feroz ajuste sufrido en décadas, los resultados están a la vista: sufrimos la peor crisis económica desde el Argentinazo del 2001. El pueblo soportó tarifazos superiores al 1000%, una inflación cercana al 300%, caída del poder adquisitivo del salario, jubilaciones y planes sociales que llevó a un aumento de las cifras de pobreza e indigencia inéditas. En paralelo al cierre de negocios y pequeñas empresas aumentó la desocupación que hoy supera según cifras del INDEC el 10%, pero que todos sabemos es mucho mayor. Los medicamentos subieron más del 68% en el último año, castigando a los abuelos, cuyas jubilaciones quedaron tan rezagadas por la actualización impuesta por Macri, que ya no alcanza ni para comer y ni qué hablar de pagar alquiler o vestirse.
Lo peor es que, como advertimos una y mil veces, este tremendo esfuerzo del pueblo no solucionó ninguno de los problemas estructurales y macroeconómicos que acarrea la Argentina siempre en manos de los ricos y poderosos: ni una gota cayó de la tan mentada «lluvia de inversiones» que nos prometió Macri, la inflación no sólo no se frenó sino que se sigue espiralando y este año de fin de mandato superará el 50%. El déficit fiscal que supuestamente se acabaría con el ajuste y los tarifazos, se potenció por la caída del consumo y cierre de empresas que derrumbó la recaudación fiscal. Y por sobre todas las cosas lo que aumentó exponen-cialmente fue el endeudamiento público, haciendo que la deuda externa hoy supere el 100% y más del PBI, cayendo en manos del FMI y sus recetas de mayor ajuste eterno.
Claro que no todos la pasaron mal con Cambiemos, los especuladores, financistas y banqueros nacionales e internacionales hicieron su agosto con este gobierno, multiplicando sus ganancias a través de distintas bicicletas y «rulos», comprando bonos, Letes, LeliQ, etc., para luego cambiarlos por dólares en el momento justo y fugarlos. Así hoy, el gobierno no puede explicar dónde fue a parar la mayor parte de los dólares que nos prestaron y que ahora nos tienen endeudados por los próximos 30 años. Ellos y las grandes corporaciones se beneficiaron con las devaluaciones y el dólar a $ 60, que tan «razonable» le parece a Alberto, mientras que el pueblo vio licuarse sus salarios.
Y si ahora hay una aparente calma, fundamentalmente del precio del dólar, es porque todos acordaron no hacer olas hasta las elecciones y la asunción del PJ: en esa están el gobierno, el PJ-Todos, la burocracia sindical y una parte importante de la gran burguesía que ya está viendo cómo negocia con el futuro presidente para que la crisis la sigamos pagando los de abajo.
Default en clave M, ¿y después?
Un tema central, clave para lograr la tan ansiada transición pacífica del mando en diciembre, es el tema de los vencimientos de la deuda externa. Es que producto de la crisis, la falta de inversiones, la sequía de dólares de las reservas y la falta de ingresos genuinos por falta de actividad económica (estancamiento y recesión mediante), todos concuerdan que es imposible hacer frente a los compromisos de pago en 2020 y hacia adelante. También necesitan que el FMI apruebe el desembolso de los U$S 5.400 millones que restan del préstamo. Por eso Macri y Lacunza mandaron la semana pasada el proyecto de «reperfilamiento de los compromisos de pago de la deuda», con el nombre de Sostenibilidad de la Deuda Pública, que no es más que una confesión de que no se puede pagar y un intento de ser prolijos y no caer directamente en el default. Esto volvería a desquiciar aún más la macroeconomía, con aumento del riesgo país, corridas bancarias, mayor fuga de capitales y devaluación, lo que en nada se parecería a una transición ordenada. El gobierno insiste en que es un marco de acuerdo hacia los acreedores, pero es un reconocimiento de que no hay plata para pagar, y que quieren estirar los plazos para que sigamos pagando los de abajo en los próximos años.
Alberto, el futuro ajustador
En ciertos sectores hay expectativas, cierta esperanza que con la vuelta del PJ-K se acabe esta tortura de cuatro años, y es comprensible: los padecimientos han sido muchos y extremos. Lamentamos pincharles el globo a estos sectores, desde el MST en el FIT-U somos claros, no creemos que haya ninguna posibilidad de mejoras sostenibles en nuestras condiciones de vida ni salida a la crisis si no rompemos con este modelo de hambre al servicio de los ricos y poderosos. Hay múltiples razones por las que Alberto no podrá ser un nuevo Néstor, como piensan estos compañeros. No venimos de un 2001 con una profunda y aguda caída de la economía superior al 15-20% con un rebote a la vista, sino de más de 8-10 años de estanflación. No hay ya el viento de cola de la soja a U$S 600 dólares la tonelada. No hay un contexto de crecimiento de los países de la región como entonces. Y una larga lista de etcéteras.
Pero sobre todo Alberto Fernández (el casi seguro próximo presidente) no tendrá márgenes por cuestiones propias de la crisis actual, como por ejemplo, aumentará la inercia inflacionaria producto de la suba del dólar a $ 60 que él propicia; por el ahogo de los pagos de la deuda que con el reperfilamiento (con el que acuerda) nos condenará a pagar y ajustar en los próximos años. Y sobre todo porque ya se comprometió con los principales responsables de esta crisis que son el FMI, el imperialismo y la burguesía nacional a seguir los mismos lineamientos económicos que Macri, más allá de algunas diferencias de estilo y de discurso sobre todo potenciados en este período preelectoral.
Por eso decimos que para los trabajadores y el pueblo, la única salida a la crisis es hacer lo opuesto a lo que hizo Macri en estos cuatro años y lo que seguramente hará Alberto en los próximos: hay que suspender unilateralmente todos los pagos de la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar todas la empresas de servicios, como primeras e imprescindibles medidas para acabar con la sangría de la economía, disponer de dólares, evitar que los fuguen y tener tarifas accesibles a los salarios, y dinero suficiente para incrementarlos y poner un verdadero y masivo plan de viviendas y obra pública para dar trabajo. En definitiva dejar de pagar la deuda a los buitres, ajustar a los grandes capitalistas que generaron esta crisis y empezar a pagar la deuda con el pueblo.
Gerardo Uceda