No hay “grieta” para el saqueo. Vaca Muerta: política de Estado

Vaca Muerta es un centro recurrente de la agenda política de los partidos del régimen. Aun más, su desarrollo es política de Estado. Tomó impulso bajo el gobierno de CFK, Macri continuó con esos planes y figura entre las prioridades de un futuro gobierno de Alberto Fernández. Presentada como la solución a todos los problemas del país, la realidad dista mucho de los espejitos de colores. Destrucción ambiental, saqueo imperialista, reforma laboral, militarización y represión, Vaca Muerta es una muestra del rumbo que nos quieren imponer para que la crisis la paguemos lxs trabajadores.

En la presentación de su libro en Misiones, Cristina sintetizó de manera contundente la política impulsada bajo su gobierno en esta materia. Allí dijo: “Esta expresidenta, luego de recuperar YPF, firmó el contrato con Chevron, una de las multinacionales del petróleo más grandes del mundo. ¿Quieren hacer creer acá adentro del país o afuera que estamos en contra de las multinacionales? Fui yo la que hizo el contrato entre YPF y Chevron.” Así reivindicaba el acuerdo para explotar Vaca Muerta. Un pacto con una multinacional condenada en Ecuador por la destrucción del Amazonas, que contaba con cláusulas secretas, sociedades offshore para la fuga de ganancias y la evasión impositiva, y finalmente fue ratificado en medio de una feroz represión en la puerta de la legislatura neuquina. Toda una declaración de principios.

Macri, por su parte, decía orgulloso en el año 2017 que “Vaca Muerta va a generar una revolución del empleo en la Argentina”. Si el pacto YPF – Chevron fue el primer acto de esta obra del saqueo, Macri celebraba con esa frase el segundo: el acuerdo firmado por el gobierno nacional, la provincia de Neuquén, empresas petroleras y la burocracia sindical del sector para impulsar la producción en Vaca Muerta. Además de garantizar un precio mínimo a las empresas y comprometer obras de infraestructura financiadas por el Estado, sentenciaban la flexibilización laboral a medida de las patronales y con el acuerdo de la burocracia sindical.

¿Qué prepara Alberto Fernández en esta materia? Hace días se conoció un proyecto de ley en el que trabaja Guillermo Nielsen, parte del equipo del candidato del Frente de Todos, para “blindar” Vaca Muerta. En él se busca igualar las condiciones de inversión a las vigentes en EE.UU., incorporando la libre disponibilidad de divisas, ventajas impositivas y una garantía de estabilidad tributaria. Para ello se daría fuerza de ley a los contratos con las petroleras, por lo que para modificarlos se necesitará de una ley en el Congreso y el acuerdo de las partes involucradas. Al dar la noticia Clarín no ocultaba su regocijo y decía, “Fernández está tan convencido como Mauricio Macri que hay que hacer una apuesta fuerte a los no convencionales”. Como se ve, para unxs y otrxs, toda una política de Estado.

Las penas son de nosotrxs: contaminación y explotación

Las consecuencias de la explotación de hidrocarburos no convencionales con la técnica de fractura hidráulica – fracking – están a la vista. En un informe de finales de agosto el Observatorio Petrolero Sur señalaba que en lo que va de 2019 se han registrado 124 sismos en las zonas cercanas a Vaca Muerta. Pueblos como Sauzal Bonito, en Neuquén, dan muestra de esto con daños en sus viviendas.

Hace unas semanas una fuga de gas e incendio en un pozo en las cercanías de Loma La Lata llegó a las noticias nacionales. No es un hecho aislado. Solo en 2018 se registraron alrededor de mil “incidentes ambientales”, y la propia provincia de Neuquén reconoce que se producen un promedio de 2 derrames por día. Los habitantes de localidades como Allen han registrado incendios con llamas de hasta 15 metros de altura, derrames en zonas de producción de frutales, aguas tóxicas derramadas sobre terrenos de cultivo.

A esto debemos sumarle la recurrencia de los accidentes laborales. Según registra OPSur, durante 2018 se murieron 5 obreros de Vaca Muerta. Explosiones en los pozos, aplastamiento, golpes, quemaduras por incendios. Todos tienen un denominador común: el incremento en la intensidad de la explotación laboral, particularmente luego del acuerdo de flexibilización laboral.

La aceleración de los ritmos de trabajo y la reducción de los “costos” laborales está en el núcleo del acuerdo de 2017 firmado por el burócrata Guillermo Pereyra de Petroleros. Agrega un anexo al Convenio Colectivo de Trabajo, específico para los trabajadores de los no convencionales. Allí se establecen metas de productividad, disminuyen la cantidad de trabajadores por pozo, reducen las medidas de seguridad, incrementan los controles de ausentismo e implementan la rotación de funciones. Además, eliminan el pago de horas de traslado hacia los pozos (en muchos casos llegan a ser 2 o 3hs), reduciendo así los salarios. Toda una reforma laboral a escala de Vaca Muerta.

Las vaquitas son ajenas (y custodiadas)

El 17 de septiembre se conoció la resolución del Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, en la que se amplía la zona de actuación de la Gendarmería Nacional para incluir a Vaca Muerta, considerada como “recurso estratégico”. La militarización de la zona con la presencia de Gendarmería actúa como resguardo de los intereses de las corporaciones.

La medida se da en el mismo momento en que se conoce la suspensión de 1000 trabajadores de distintas empresas que operan en la zona. La represión y la militarización han estado íntimamente vinculadas al desarrollo de Vaca Muerta desde sus inicios. El Estado ha puesto su aparato represivo al servicio de garantizar el negocio de las multinacionales. La represión a la comunidad mapuche, cuyas tierras han sido arrebatadas por las petroleras, es una clara muestra de esto, como pudo verse en el asesinato de Rafael Nahuel por parte de la Prefectura, y la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.

Se busca disciplinar a los trabajadores y a los pueblos de los territorios considerados como “zonas de sacrificio”. Todo el andamiaje legal y represivo del Estado garantiza la soberanía de las multinacionales sobre esos territorios. La militarización viene a sellar lo que los pactos, leyes y convenios laborales establecían: un estado de excepción a medida del saqueo imperialista.

Enfrentar el consenso de Vaca Muerta

En “El Capital” Marx decía que la producción capitalista no avanza “sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza, la tierra y el trabajador”. Vaca Muerta es una síntesis explosiva de esto. Se combinan allí la flexibilización laboral y la depredación ambiental, todo en función de sostener las ganancias del capital imperialista.
Es precisamente por ello que existe un consenso en torno a Vaca Muerta entre todas las expresiones políticas del régimen. Y no se trata solo de expresiones de deseo. La explotación de hidrocarburos no convencionales ha sido uno de los aspectos de más marcada continuidad entre el gobierno de CFK y el de Macri. Cada uno dio pasos fundamentales para su consolidación. Y Alberto Fernandez promete avanzar en el mismo sentido.

Frente a esto, sólo desde la izquierda nos posicionamos claramente contra el modelo Vaca Muerta en todas sus dimensiones. Sostenemos que las multinacionales se tienen que ir, que hay prohibir el fracking garantizando la reconversión laboral de todos los trabajadores, nos oponemos a la reforma laboral, defendemos los derechos de los pueblos originarios y enfrentamos la represión de Bullrich y su Gendarmería.Para fortalecer esta perspectiva en las calles y en el Congreso, sumate a construir el MST en el Frente de Izquierda – Unidad.

Luis Meiners