Horacio O’Kelly, la alegría hecha revolución

Reproducimos este artículo que nos envía nuestra compañera Verónica O´Kelly, en recuerdo de su tío asesinado y en reclamo de justicia para él y para todes.

Por ahí cuentan que le decían “el revolucionario alegre”. La noche anterior al 13 de abril de 1975, contaba chistes para el grupo de aproximadamente 30 compañeros del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) que se habían encontrado en una quinta de la provincia de Santa Fe. Al día siguiente, muy temprano tenían la tarea de asaltar el Batallón de Arsenales 121, en la localidad de Fray Luis Beltrán, para expropiar armas que los milicos y la Triple A usaban contra el pueblo. Yo no lo conocí, pero conozco su causa y puedo asegurar que Horacio era alegre, porque quienes sabemos que es posible poner este mundo patas arriba y hacer la revolución, no podemos más que defender la alegría como una trinchera.

Un amigo y compañero de él supo decirme: “lo que discutirían tu tío y vos” Y es muy probable que esas discusiones pasaran por la tesis guevarista sobre la guerrilla, el rol del peronismo o algunos temas más en los que un guevarista y una trotskista pueden discutir. Pero no pude hacerlo nunca. Porque el 13 de abril, al mediodía, cuando ya había terminado el asalto al cuartel y todo había salido bien, Horacio con dos compañeros cordobeses, Alberto Isidoro Losada y Pablo Martín Sandoval, fueron secuestrados en una parada de colectivo. A los días fueron fusilados y enterrados en el cementerio de San Lorenzo, cada uno con una partida de defunción cínica, inhumana e impune que los nombraba NN1, NN2 y NN3, Horacio era el 2.

En Córdoba lo esperan su mamá, Amalia y su hermana, Mónica. Estudiante de Arquitectura y de quién no sabemos nada desde el 21 de abril de 1976 cuando los milicos genocidas entraron a su casa esa madrugada, la sacaron de su cuarto mientras dormía y la desaparecieron. Amalia no paró de buscar a sus dos hijos hasta su muerte en el año 1998.

Los milicos no pudieron

Los milicos hicieron todo lo que quisieron para disciplinar a un pueblo rebelde y luchador como el nuestro. Torturaron, mataron, desaparecieron, robaron identidades y tantas crueldades más, pero no pudieron con éste pueblo que jamás deja de luchar. 30 años después, gracias a la incansable lucha de organismos de DDHH, organizaciones sociales y políticas que nunca dejamos de exigir MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA, que en cada 24 de marzo colmamos la Plaza de Mayo y todas las plazas del país, se encontró la fosa común y unos años después se fueron identificando. Primero fue Alberto Losada, después Pablo Sandoval y hace pocos días, Horacio.

Hoy podemos recuperarlo, saber cómo lo mataron, que la noche anterior contaba chistes y entusiasmaba a los compañeros para la tarea del día siguiente. Que empezó su militancia en el 73, primero en la juventud del PRT, que después va a ser la Juventud Guevarista. También que sus compañeros lo reconocen como un militante con una moral revolucionaria muy alta, sólido, valiente, comprometido, alegre y siempre de buen humor, cálido y cariñoso. Ahí está Horacio, lo recuperamos de las manos genocidas y lo devolvimos a sus compañeres, amigues y familia. Seguiremos la lucha por la verdad y la justicia para que sus asesinos no queden impunes. Este lunes 21/10 a las 10hs despediremos a Horacio en el Memorial de los Desaparecidos del Cementerio San Vicente.

“La vida es hermosa, que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente” escribió León Trotsky un tiempo antes de ser asesinado. Los 30.000 compañeres desaparecides y asesinades nos dejan ésta, inapelable e inevitable, tarea histórica. Por los 30.000, por Horacio y Mónica, NUNCA MÁS! HASTA EL SOCIALISMO SIEMPRE COMPAÑERES!

Verónica O’Kelly