1989-2019 – 30 años de la caída del Muro de Berlín

El 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín. Miles de berlineses del sector oriental se abalanzaban sobre el muro que dividía en dos su ciudad y lo sobrepasaban frente a la inmovilidad de los guardias fronterizos que habían tirado a matar durante 40 años a quienes intentaban franquearlo.

En esos años una enorme revolución política enfrentaba y derrotaba a los regímenes estalinistas de la URSS y Europa del Este. La caída del Muro fue su símbolo más potente.
El Muro, esa monstruosa construcción que dividía Berlín en dos y que consagraba la partición de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, era una de las expresiones más emblemáticas del “nuevo orden mundial” pactado en Yalta y Potsdam. Allí los mandatarios de EEUU (Roosevelt y Truman), Inglaterra (Churchill) y la URSS (Stalin) dividieron el mundo con un claro objetivo: contener la inmensa crisis y proceso revolucionario abierto en Europa al finalizar la guerra.

En la inmediata posguerra el PC dirigía a los maquis franceses, a los partisanos italianos y a las clases obreras de estos países. El Ejército Rojo tenía el prestigio de haber derrotado a los nazis. Las tropas yanquis no podían quedarse en Europa como tropas de ocupación y las burguesías de Italia y Francia habían apoyado al nazismo. El poder y la revolución socialista en Europa estaba al alcance de la mano. Pero una revolución triunfante allí podía contagiar a la clase obrera de la URSS y Europa del Este, y cuestionar a la burocracia gobernante. Ante ese peligro, Stalin pactó con el imperialismo.

La división de Alemania entre la zona controlada por las tropas yanquis, británicas y francesas, por un lado, y la controlada por el Ejército Rojo, dio origen a la capitalista República Federal de Alemania (RFA) con 46 millones de habitantes y a la República Democrática Alemana (RDA) con 18 millones. En ésta, la burocracia estalinista impuso el modelo de la URSS basado en una economía estatal no capitalista con un férreo control del aparato burocrático.

Esta división de Alemania, y con ella de la clase obrera más fuerte de Europa, fue una grave traición de la burocracia estalinista. Le permitió al imperialismo, Plan Marshall mediante, reconstruir Alemania Occidental como una de las principales potencias imperialistas del mundo.

En la RDA el control estatal de los medios de producción, aun bajo una dirección burocrática, permitió a los alemanes del Este superar rápidamente la enorme crisis y desolación dejada por la guerra. Pero, a medida que avanzaron los años, se hizo evidente la enorme desigualdad entre la experiencia del “socialismo en medio país” y el desarrollo de Alemania Occidental; sumado a la asfixia que el régimen totalitario que el SED (Partido Comunista) impuso a su población, que se alzó en el levantamiento de Berlín de 1953.

Empezó a producirse una importante migración de alemanes del Este hacia la parte Oeste, que puede estimarse en dos millones de personas. Entre ellos había personal altamente capacitado que podía reubicarse con facilidad en la Alemania capitalista. El SED cortó por lo sano y, de la noche a la mañana, del 12 al 13 de agosto de 1961 levantó un gigantesco vallado de 156 km de extensión. Luego construyó el muro que rodeaba la parte de Berlín(1) ocupada por las fuerzas aliadas. Un muro que dividió familias, que quedaron incomunicadas y amenazadas por torres de control, con guardias fronterizos instruidos para disparar a matar.

En los 40 años del Muro se calculan en más de 200 las víctimas que fallecieron intentando cruzarlo, hubo 3.000 presos políticos y la Stasi, la policía secreta, ejercía un férreo control y espionaje sobre los habitantes de Berlín oriental.

La revolución del ’89

Al Muro lo tiró una revolución, una enorme ola de ese maremoto que fueron las revoluciones que terminaron con los regímenes estalinistas del mal llamado “socialismo real”. El marco del estallido alemán estuvo signado por enormes huelgas y luchas de las nacionalidades de la URSS; por los levantamientos polaco, checoslovaco, húngaro; por la independencia de las naciones bálticas y la disolución de Yugoslavia; por mencionar solo algunos de los enormes procesos que sacudieron al mundo en esos años y terminaron con el régimen de la URSS en 1991.

En Alemania la caída estuvo precedida por enormes manifestaciones y levantamientos. En setiembre, 50.000 ciudadanos de Alemania del Este que volvían de sus vacaciones en Hungría y Rumania, pasaron hacia Occidente aprovechando una franja que el gobierno húngaro había liberado de la llamada “Cortina de Hierro”. Ella dividía los regímenes pro-rusos del Pacto de Varsovia y la Europa capitalista. Los que no pudieron pasar por ese lugar se refugiaron, de a miles, en las embajadas de Alemania Occidental de Checoslovaquia y Polonia, y el dictador alemán, Erich Honecker, los dejaba pasar debido a la presión interna e internacional.

Después se desata un proceso donde centenares de miles de alemanes enfrentan al gobierno de Honecker, en Berlín, Dresde, Leipzig, un levantamiento nacional. En Berlín contabilizan 70.000 los manifestantes y en Leipzig 150.000, la tercera parte de la ciudad. La desobediencia civil se vuelve algo cotidiano, desde las orquestas que tenían que agasajar a Gorbachov en su visita por el 40° aniversario de la fundación de la RDA hasta soldados que son castigados por negarse a reprimir. El 18 de octubre el Comité Central del SED destituye a Honecker y nombra en su remplazo a Egon Krenz, el jefe de la seguridad. Días después cae todo el Politburó.

Finalmente, el 9 de noviembre se levantan todas las restricciones para viajar y miles de alemanes se abalanzan sobre el Muro. Entre la noche del 9 y la mañana del 10, cerca de ocho millones cruzan la frontera hacia la parte occidental de Berlín y confraternizan con la población del Oeste. El Muro había caído. La crisis del régimen de la RDA fue total y el 3 de octubre de 1990, se produjo la reunificación capitalista de las dos Alemanias; después de un acuerdo entre el canciller de la RFA Helmut Kohl, con la dirección de la RDA, la cúpula soviética y los imperialismos yanqui, inglés y francés.

Consecuencias

Mucho se discutió en la izquierda mundial sobre el significado contradictorio de la caída del Muro y, luego, la de todo el bloque soviético. En Alemania la reunificación fue una conquista democrática del pueblo y la clase obrera alemana. Pero se realizó pagando un muy alto costo: la pérdida de las conquistas del estado obrero burocratizado y el fortalecimiento del proyecto capitalista del imperialismo alemán. La revolución contra la burocracia totalitaria no dio origen a una república socialista con democracia obrera por la falta de una dirección revolucionaria.

La caída de la burocracia estalinista en Alemania y en el resto de la URSS y el bloque del Este. Liquidó el orden mundial contrarrevolucionario pactado con el imperialismo. La ausencia de una dirección revolucionaria alternativa llevó a esos procesos, de la mano de la burocracia, a la restauración capitalista. El imperialismo aprovechó esta situación y lanzó una contraofensiva neoliberal en la década del ’90 y Fukuyama se ilusionó y difundió su tesis de que habría 500 años más de capitalismo…

Pero la crisis capitalista mundial que se inició en 2008 empezó a poner las cosas en su lugar. Las luchas de los trabajadores y los pueblos del mundo están enfrentando cada vez más a la barbarie imperialista, y esa enorme conquista de las revoluciones del ’89, el haberse sacado de encima al chaleco de fuerza del aparato estalinista, hace más fuertes sus peleas y los revolucionarios del mundo tenemos condiciones más favorables para construir esa dirección revolucionaria internacional a la que Lenin y Trotsky dedicaron sus vidas.

Gustavo Giménez

1. La ciudad de Berlín, tradicional capital de toda Alemania, quedo en la división en medio del territorio de la RDA. Pero su ocupación después de la guerra era compartida por un área que ocupaban las tropas aliadas y otro sector que ocupaban las tropas rusas, que se convirtió en la capital de la RDA.