El gobierno, de nuevo contra lxs jubiladxs

“Catástrofe…. Cuarentena rota… miles de abuelos en las calles y con frío….” Fueron algunos de los duros titulares de los medios mientras se sucedían imágenes inéditas en tiempos de cuarentena. El cambio de escenografía fue brusco y grotesco. De calles desiertas con férreo control policial se pasó a colas de más de cinco cuadras.

Ambulancias del SAME atendiendo a abuelos desmayados. Jubilados, pensionados y beneficiarios de los planes sociales pasaron la noche sin dormir frente a la puerta vidriada de una entidad bancaria, porque en medio del caos económico recesivo e inflacionario, necesitaban el peso para comer. Así de simple. Así de lamentable.

Crónica de un desastre anunciado

Si imaginamos un manual de lo que no hay que hacer, el gobierno cumplió al pie de la letra con todas sus premisas. Hace unos días para cobro de asignaciones sociales ya se había producido caos en el conurbano y el gobierno no tomó nota, demostrando un total desprecio por la vida de los más vulnerables. Se desoyó a los especialistas en jubilación, que venían proponiendo medidas concretas para evitar las aglomeraciones, como la división por número de documento y mecanismos alternativos de cobro. Se ignoró que los bancos estaban cerrados desde hace mucho tiempo, muchos no pudieron cobrar en marzo y había una necesidad acumulada de hacerlo. Se excusan en que hoy debían cobrar quienes no tenían tarjeta, cuando es el 50% de los jubilados que carece de ella.

Este maltrato no solamente tuvo un impacto directo en la dignidad y la vida de nuestros jubilados y sus familias. Sino que tiene seguras implicancias epidemiológicas y sanitarias al romperse de hecho la cuarentena. Especialistas ya están transmitiendo que el pico de la pandemia se puede adelantar con esta tropelía. Las críticas inundaron los medios, resquebrajando esa complicidad con el gobierno para demostrar el éxito del “modelo argentino” que hoy queda cuestionado. Algunos, al no poder tapar el sol con la mano, pretenden justificar diciendo que “hasta acá veníamos bien”. Nosotros alertamos que la estrategia sanitaria de Alberto Fernández y el Frente de Todos, era más que insuficiente y unilateral con la cuarentena, sin testeos masivos ni un verdadero plan de emergencia para fortalecer el sistema sanitario y la contingencia social. Ahora acaban de quebrar la única medida de aislamiento preventivo contra el virus. Rompieron la cuarentena y el impacto se va a notar.

La culpa es del gobierno y la banca privada, no de los bancarios

De manera increíble, desde algunos sectores se intentó culpar a los jubilados por “no guardar la distancia en la cola” o que salieron todos juntos. Desde otros sectores y el propio gobierno, también pretendieron responsabilizar a lxs trabajadorxs bancarixs. En la tónica de la transferencia de responsabilidades que ya vienen haciendo culpando al vecino, incitando a la delación y ahora pretendiendo habilitar poco menos que el linchamiento de lxs bancarixs que pusieron el cuerpo para garantizar que cobren los más necesitados.

Con 4500 sucursales bancarias en el país y más de 20.000 cajeros, si se tiene que pagar a 14 millones de personas, esto da un total de 3.000 personas al mes por cada entidad bancaria, y un promedio posible de 150 personas por día. Solo se vienen utilizando los bancos Nación, Provincia y Ciudad.

Pero Alberto Fernández, Miguel Pesce del Central y Vanoli de la ANSES, no solo no planificaron. Sino que no apelaron al sector privado que por supuesto se corre de toda responsabilidad, para que pongan su capacidad instalada para la emergencia. Ayer arrugaron ante el sector privado de la salud, renunciando a la necesidad de incorporarlo a la lucha contra la epidemia bajo la órbita del Estado. Ahora no le tocan ni un pelo a los banqueros privados que esquilman al pueblo, fugan capitales, multiplican sus ganancias especulando y son uno de los ejes de la crisis económica que vivimos.

Funcionarios como Vanoli desaparecieron de la escena y esquivaron al periodismo. Al cierre de esta nota se desarrollaba una reunión con el presidente para tratar esta crisis en las alturas que cambió el panorama exitista y mostró la verdadera cara del gobierno que privilegia las negociaciones con el FMI y los acreedores, que le cede a las patronales incluso resquebrajando la cuarentena y ahora maltrata a lxs jubiladxs.

Qué hacer

Esta realidad también pone en evidencia lo que venimos alertamos y venimos denunciado desde el mes de diciembre: los jubilados son una de las variables de ajuste. Una política mundial para mitigar la crisis capitalista, con los planes de austeridad, implican un recorte en los ingresos de los jubilados y la implementación de reformas estructurales regresivas para liquidar esta conquista. Se sincera que millones cobran una miseria y tienen que salir sí o sí, arriesgando su propia vida por necesidad. Ya les sacaron la movilidad. Amenazan con el aumento de la edad jubilatoria y una variante local de esas reformas capitalistas.

Sin dudas, junto con la renuncia y el castigo a los responsables de esta catástrofe, hay que tomar las medidas socialistas que venimos proponiendo desde el MST y la agrupación nacional Jubilados de Izquierda/ANCLA.

Por un lado hacia los jubilados: exigimos la restitución de la movilidad, un aumento de emergencia para llevar la mínima a $40.000  y la implementación del 82% móvil según el costo de vida real. Que no se toquen los regímenes especiales ni las cajas provinciales, y para financiar este programa, que la plata sea para lxs jubiladxs, no para la deuda y el FMI.

Pero la otra conclusión de los tremendos hechos de hoy, colocan también la necesidad de avanzar con medidas de fondo sobre el sector bancario de conjunto. Hay que nacionalizar todo el sistema financiero privado e ir a una banca estatal única y re-direccionarla al servicio de las necesidades obreras y populares. Para garantizar en primer lugar que se implemente un sistema de cobro universal y eficiente que no ponga en riesgo la vida de lxs jubiladxs y sectores populares. Y para que sea parte de un programa socialista que garantice que la economía esté al servicio de la salud y las necesidades de todo el pueblo.

Guillermo Pacagnini