Capitalismo y pandemia, a partir de un análisis de Klein

En un texto reciente, la periodista norteamericana Naomi Klein aborda la crisis capitalista a partir de la pandemia de coronavirus (1). Aunque no llega a plantear una perspectiva socialista, Klein hace un interesante análisis que aquí tomamos como punto de partida.

Pablo Vasco

Siempre crítica del capitalismo, Klein cuestiona la respuesta oficial a la pandemia: “Nuestros líderes impusieron una brutal austeridad económica en el sistema público de salud, dejándolo en los huesos y sin la capacidad de lidiar con este tipo de situación”. Y luego describe el impacto en la conciencia: “Muchas personas que antes no lo veían están viendo a los comentaristas y políticos de Fox News decir que tal vez deberían sacrificar a sus abuelos para que podamos subir los precios de las acciones. Y se preguntan, ¿qué tipo de sistema es éste?”

Es que la población norteamericana, y la del mundo entero, están viendo cómo la ciudad ícono del capitalismo y las finanzas globales, Nueva York, hoy se ha transformado en la capital mundial de la pandemia, con miles de personas infectadas, casi sin salud pública y funerarias desbordadas de cadáveres. ¿Cómo no pensar en la necesidad de un cambio sustancial?

En cuanto al retorno a la rutina tras la pandemia, Klein advierte: “Debemos recordar que la normalidad era la crisis. ¿Es normal que Australia ardiera hace un par de meses? ¿Es normal que el Amazonas ardiera un par de meses antes? ¿Es normal que a millones de personas en California se les haya cortado la electricidad repentinamente porque su proveedor privado cree que esa sería una buena manera de prevenir otro incendio forestal? Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”.

“Necesitamos estar muy indignados. Inspirarnos por el tipo de movimientos de masas que han derrocado a los gobiernos en crisis anteriores”, propone Klein. Compartiendo con ella la necesidad de luchar y derrocar a los gobiernos antipopulares, lo que le falta decir es que esa “economía basada en proteger la vida” sólo puede ser el socialismo. Porque en la realidad de este mundo no existe una “tercera posición” ilusoria ni un Estado imparcial y ajeno a la dominación de clase: la disyuntiva de hierro es ganancia o vida, en definitiva capitalismo o socialismo.

El viejo truco de los dos policías

Siempre que una fuerza represiva pretende obtener algún dato de un detenido, apela a dos tácticas: un policía “malo” que golpea y otro “bueno” que dialoga. Su forma de actuar es distinta, por cierto. Pero el objetivo de ambos es sin duda el mismo: conseguir la información. Como es sabido, una vez que obtengan la información buscada mantendrán detenido al detenido.

La política capitalista es en esencia similar, con algún que otro matiz. Hay en todo el mundo variantes de gobiernos de derecha al estilo de Trump, Piñera y Bolsonaro, que llegan al poder por el fracaso de Obama, Bachellet y Lula-Dilma. Sostienen discursos reaccionarios, militaristas y patriarcales, y aplican planes económicos neoliberales, que incluyen privatizaciones, bajos salarios y jubilaciones, endeudamiento externo y monitoreo del FMI, extractivismo depredador y precarización laboral.

A su vez, hay otros gobiernos no de derecha, al estilo del español Sánchez o Alberto Fernández, que llegan al poder por el fracaso de Rajoy y Macri. Para diferenciarse de la derecha, sostienen discursos progresistas, democráticos e inclusivos. Pero sus planes económicos, que se supone no son neoliberales, mantienen las privatizaciones, los bajos salarios y jubilaciones, el endeudamiento externo y el monitoreo del FMI, el extractivismo depredador y la precarización laboral. Un poco de objetividad basta para reconocer que es así.

Es decir, entre unos y otros hay diferencias de forma notorias pero cada vez más similitudes en los ejes directrices de la política económica. Por eso el partido demócrata yanqui aprueba los salvatajes de Trump al empresariado y por eso el macrismo aprueba las leyes de emergencia y de renegociación de deuda de AF. Y por eso el PJ argentino firma junto a otros partidos patronales y al PC chino, cuyo gobierno no gestiona un socialismo sino un capitalismo de cuño imperialista, un llamado a “articular las políticas macroeconómicas y mantener la estabilidad del mercado financiero internacional” (2). ¿Pero acaso “las políticas macroeconómicas” no las dictan el FMI y el Banco Mundial? ¿Acaso el “mercado financiero internacional” no lo dominan los grandes bancos y los fondos buitres?

El porqué de esta convergencia de fondo a fin de mantener la dominación del capital no es muy compleja: la magnitud de la crisis económica global que atravesamos, que ya tuvo un pico en 2008 y ahora la pandemia llevará a una recesión generalizada, no deja márgenes para otra cosa… salvo que se opte por un camino de ruptura con el imperialismo y el capitalismo. O se salva a las corporaciones transnacionales y los bancos o se salva al pueblo trabajador, las mujeres y la juventud.

El socialismo como necesidad

En su decadencia, el capitalismo imperialista está arrastrando a la humanidad y al planeta al desastre. Si esto ya era una certeza para una vanguardia de izquierda, con esta pandemia queda expuesto ante los ojos de franjas mucho más amplias: capitalismo es lo privado por sobre lo público, la catástrofe climática y ambiental por sobre la naturaleza, el capital por sobre el trabajo, el 1% por sobre el 99%, en fin, la ganancia por sobre la vida. Y también es machismo y racismo, porque el capitalismo es el padre de todas las opresiones y violencias.

Entonces, si el pilar económico del capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción, la única superación sistémica posible es la propiedad colectiva de los mismos, para ponerlos al servicio del 99%. Pensamos una economía que no gire en torno a asegurar la ganancia de unos pocos, sino para satisfacer las necesidades sociales. Si sobre esa matriz de producción y distribución construimos un gobierno y un régimen democráticos para gestionar los asuntos públicos en función de las mayorías y sin privilegios, podemos imaginar el modelo de sociedad socialista que proponemos, libre de explotación y opresión.

Desde ya, la transición desde este sistema capitalista en descomposición hacía un modelo de socialismo con democracia no la lograremos por una vía reformista sino revolucionaria, con movilización y organización en cada país y a escala continental e internacional. En ese sentido vivimos tiempos refundacionales, porque todo el viejo orden establecido está en crisis.

¿Nos dicen que es una utopía? Que ladren, pues. A todo el activismo que hoy busca una alternativa de cambio real y rechaza el sistema vigente, desde el MST y la LIS (Liga Internacional Socialista) lo invitamos a sumarse y compartir nuestra estrategia socialista: no hay mayor utopía sobre este planeta que esperar alguna mejora del capitalismo.

  • Revista Mu, 1/4/20.
  • Llamamiento conjunto de los partidos políticos a la cooperación internacional en la batalla contra el Covid-19 (punto 5), 2/4/20.