Córdoba: la policía reprime a repartidores por manifestarse

No lo hacen para “cuidarnos”, reprimen por luchar

Dos repartidores fueron detenidos por la policía de Córdoba en pleno centro de la ciudad la noche del jueves. Acababan de participar de una protesta en la que trabajadoras y trabajadores de Rappi, Glovo, Pedidos Ya, Uber Eats y distintas Apps de reparto se concentraron para rechazar el proyecto presentado por el Concejal radical Rodrigo De Loredo que pretende habilitar a taxis y remises para prestar servicios de delivery, cadetería y mensajería, afectando de manera directa su fuente de trabajo.

Los videos de la violencia policial se viralizaron rápidamente por las redes sociales y, por eso, las fuerzas represivas no pudieron inventar una causa para imputarlos. Sus motos y mochilas, que son sus elementos de trabajo, continúan secuestradas.

Esta represión no es un hecho aislado: hace unos días, trabajadores municipales de Jesús María fueron reprimidos y detenidos por reclamar contra el recorte a sus ya miserables salarios, al mismo tiempo que en la planta de Arcor Córdoba la policía impidió una asamblea golpeando y apresando a delegados del STIA. La semana anterior, delegados y miembros de la comisión directiva de UTS fueron amedrentados por la policía en el Hospital Aurelio Crespo de Cruz del Eje, cuando intentaban realizar una asamblea exigiendo elementos de protección personal y mejoras en las condiciones salariales y laborales para el personal de salud. Usan a la pandemia como excusa para reprimir a quienes se organizan para reclamar por sus derechos.

La represión no es una medida sanitaria, darle más poder a las fuerzas de seguridad no previene ningún contagio, por el contrario, habilita la violencia institucional y el abuso policial con el que intentan frenar las luchas y amedrentar a los sectores populares.

A Rodrigo y Jonatan los llevaron “por violar la cuarentena”, cuando los repartidores tienen permiso para circular desde el día uno y estaban respetando todas las medidas sanitarias de protección y distanciamiento. Parece que para mandar a los jubilados o a los sectores populares a hacer filas eternas para cobrar, o para mandar a los trabajadores a garantizar las ganancias empresarias sin elementos de protección básicos como sucede en muchos rubros, no hay problema, pero para manifestarte y reclamar por tus derechos, sí.

Una expresión concreta de esta política persecutoria y represiva es el ciberpatrullaje en redes sociales, que a nivel nacional fue reconocido por la Ministra Sabina Frederic y que llevó a hechos escandalosos como el de detener e imputar a un pibe por twitear. Córdoba no se queda atrás, y así lo demuestra la entrevista al Comisario Gonzalo Cumplido que salió al aire en Cadena 3, en la que reconoció: “Nosotros conocemos todo lo que se publica por las redes sociales. Hay un área especializada en la policía que analiza permanentemente todo lo que puede ser en materia de reclamos”.

No se trata de un exceso de la policía local, sino de una política nacional de fortalecimiento del aparato represivo, que se desarrolla para sostener el ajuste brutal que ya comenzó y que van a intensificar en los próximos meses. Quieren disciplinarnos, quieren que nos quedemos sumisxs frente a su definición de que a la crisis sanitaria y económica la paguemos las y los de abajo.

Precarización 2.0

La cuarentena intensificó una tendencia que hace años viene en aumento: la de la digitalización de cada vez más aspectos de nuestras vidas. El problema es que, bajo la lógica de este sistema, esa tendencia no está al servicio de resolver necesidades sociales sino de aumentar ganancias privadas. Las plataformas de trabajo que “conectan clientes y colaboradores” como Glovo, Rappi, Pedidos Ya, son parte de la innovación tecnológica aplicada por el capital a la vieja costumbre de la explotación laboral.

El desempleo y la precarización aumentan sin parar, arrebatando el futuro y los derechos básicos de la juventud. Según los últimos datos publicados por el INDEC, en nuestro país la desocupación llega al 8,9% pero entre las y los más jóvenes esa cifra prácticamente se duplica. Según los últimos datos disponibles del Informe de Diagnóstico Laboral de la Provincia de Córdoba, el 42% de quienes trabajan en el sector privado no están registrades. Mientras que, en el caso de las y los trabajadores de casas particulares, ese número asciende al 70%. Incluso en el empleo público un 11% están precarizades.

En este marco, el reparto para Apps, es una nueva forma de trabajo precarizado que crece casi como única alternativa para la juventud, que arriesga su vida en las calles para ganar lo básico que necesitan día a día para vivir, sin tener garantizados derechos laborales esenciales.

En medio de la pandemia salen a trabajar sin que les garanticen los elementos de protección necesarios y lo hacen por salarios de miseria. Por eso, viene creciendo la bronca, pero también la organización. Ya convocaron a varias asambleas, concentraciones e incluso paros, como el del 22 de abril o, ahora, el del 8 de mayo. La represión no va a frenar la lucha y se van a multiplicar las acciones de protesta de este sector y de todos los demás, porque las y los de abajo nos negamos a pagar los platos rotos de una crisis que no generamos.

Hoy, la pandemia y la crisis están demostrando la cara más espantosa de este sistema capitalista que prioriza las ganancias de unos pocos hasta las últimas consecuencias, condenando a millones a la miseria y la enfermedad. Hoy más que nunca hay que dar vuelta todo y plantear una alternativa en la que los derechos básicos estén garantizados para todes. Empezando por la reducción de la jornada laboral, pero con salarios acordes al costo de vida y que se actualicen con la inflación real, para que todes tengan trabajo. Garantizando derechos sindicales y libertades democráticas. Incorporando la innovación tecnológica, pero para facilitar la colaboración social y alivianar la carga colectiva, no para aumentar las ganancias capitalistas.

Nuestras vidas valen más que sus ganancias y por eso nuestra generación está dispuesta a pelear por otro futuro posible: uno más justo y más humano, un futuro socialista.