Ustedes, los socialistas

Lo que está pasando en el mundo era esperable como resultado de un cataclismo, por ejemplo, del cambio climático provocando inundaciones. Pero la catástrofe entró por una pandemia, a partir del capitalismo que destruye la naturaleza, deteriora la salud y desprotege a los sectores vulnerables. Frente a eso, aparecemos nosotros: los socialistas.

Escribe: Mariano Rosa

La lucha ideológica se intensifica por estos días en todo el mundo. Y entonces, desde la comprensión de lo que pasa arrancan los debates. Un primer interrogante sería: ¿Cuál es el tamaño del desastre?

Desde principio de la pandemia se trazaron 3 escenarios posibles:

a) fuerte deterioro de la economía, pero con duración limitada
b) impacto como en 2008
c) desplome de 10 años, como en 1929

Sin embargo, ya en las últimas semanas, son varios los analistas que empezaron a incorporar la crisis de finales del siglo XIX como punto de referencia: los casi 25 años de depresión entre 1873 y 1895.

Digamos que, aunque todavía el proceso del desplome está en desarrollo, en pocos meses la economía-mundo recibió el impacto de una guerra (con sus perjuicios) y sin ninguno de los beneficios que reportan esos desastres para los capitalistas. Explico: la parálisis del comercio, la interrupción de la cadena de suministros, el retroceso de la producción en China, actúa sobre todo el circuito planetario del capitalismo.

Sin embargo, las guerras son utilizadas por los sectores dominantes de la burguesía para activar la industria del armamento, para destruir capital físico y después hacer negocio con su reconstrucción, y de paso: bajar todo lo posible el precio de la fuerza laboral. La primera parte (las consecuencias negativas de la guerra) se expresan hoy. Las segundas (las de reactivación) no. Las perspectivas son sombrías para los dueños del mundo. Este pronóstico se fundamenta con datos del FMI, la OIT y consultoras privadas que asesoran grandes compañías. Lo decimos porque la falsa ideología del capitalismo siempre se recicla es una operación política, no un destino infalible.

El programa de transición del capital (y su estrategia)

Para empezar, los gobiernos del mundo montaron un operativo rescate de clase: hay subsidios estatales a la rentabilidad empresarial y la determinación de poner todos los recursos para evitar un quiebre en cadena. A la vez, a diferencia del 2008 el impacto de la crisis no se reduce al eslabón financiero. Es decir: abarca al conjunto de las empresas, no solamente los bancos (por donde comenzó el impacto en 2008). Por eso, en simultáneo a esta primera respuesta se profundiza otra: la confiscación de parte de los salarios, los despidos en masa, y la gigantesca transferencia de riqueza social de una clase a otra. Ya está operando el mecanismo de abaratamiento de la fuerza de trabajo y el crecimiento de un enorme ejército de desocupados a escala mundial como fuerza extra-económica para bajar salarios. Por lo tanto, frente a las presuntas salidas neo-keynesianas que se estarían preparando, o el tan meneado Plan Marshall del 2020 que vendría a relanzar la economía del capital, más bien lo que se va reforzando como tendencia es la uberización del trabajo en la juventud especialmente, y la extensión del tele-trabajo como forma de renovada flexibilización de la explotación obrera. Ninguna concesión reformista desde arriba, la estrategia es salir como siempre el capital sale de sus crisis: con más ajuste de tuerca sobre las dos fuentes de “riqueza social” como son el trabajo humano y la naturaleza.

Siete lugares comunes, siete respuestas socialistas.

Warren Buffet, el magnate yanqui, tiene una frase que dice que para triunfar en el capitalismo hay que respetar dos principios: el primero es que siempre, como sea hay que salir ganando. El segundo, consiste en … no olvidar nunca el primero. Esto que vale para la economía, el capitalismo lo despliega también en el campo de la lucha de ideas. Así, cuando las relaciones de fuerza en la lucha social lo amenazan, utiliza las típicas versiones del reformismo para alimentar la expectativa en las mejoras del propio sistema. En paralelo, promueve un sentido común anti-socialista a través de múltiples mecanismos: intelectuales, periodistas, dirigentes sindicales, políticos tradicionales e historiadores a sueldo. Por los límites de espacio, recogimos apenas 7 lugares comunes que respondemos a continuación:

1) “Eh, pero ustedes no explican cómo van a garantizar trabajo

¿El trabajo es derecho social o no? Bueno si lo es, entonces para asegurarlo hay que repartirlo en jornadas de 6 horas, 5 días por semana, con salario igual al costo de vida. ¿Y si los empresarios no quieren? Muy simple: declarar de utilidad social toda empresa cuya patronal se niegue. El interés de la mayoría que trabaja es más importante. Eso es socialismo.

2) “Eh, pero ustedes no dicen de dónde sacarían la plata

Repudiando la deuda externa y estatizando los bancos. ¿Por qué? Porque la salud de las personas y el ingreso asegurado, es fundamental. “Eh, pero ustedes los socialistas se oponen a la propiedad”. Falso. Nos oponemos a la propiedad privada de los grandes resortes de la economía, por ejemplo, la del sistema financiero. Apoyamos la propiedad social del sistema financiero, para que sea un servicio, palanca de desarrollo económico, no especulación. Eso es socialismo.

3) “Eh, pero ustedes critican a los laboratorios

¡No! A los capitalistas de la ciencia de la salud. Defendemos el uso social del conocimiento y la investigación. Proponemos suprimir las patentes, presupuesto para investigar, colaboración internacional científica con otros pueblos. Eso es socialismo.

4) “Eh, pero ustedes quieren emparejar para abajo la salud

Exactamente lo opuesto. Un solo sistema de salud, para las personas como derecho. Anular la propiedad de los empresarios de la salud, de las clínicas, los laboratorios, su aparatología, todo. Centralizar toda la capacidad instalada y el personal, para un plan único de salud para enfrentar la pandemia. Eso es socialismo.

5) “Eh, pero ustedes se quedan sin letra cuando al patrón no le cierran los números

Cuando un patrón dice, “estamos en crisis, tenemos que hacer un esfuerzo entre todos”, nosotros somos concretos: exigimos la apertura de los libros contables de la empresa de los últimos años. Eso es un principio de control obrero. Eso es socialismo.

6) “Eh, pero ustedes son arcaicos, critican la tecnología, hablan de “uberización”, son el pasado

¡No! Para nada: queremos usar la tecnología pero sin reemplazar gente por máquinas. Sino, para facilitar la vida. Trabajar menos, que haya más tiempo libre social. Eso es socialismo.

7) “Eh, pero ustedes ya fracasaron. En Rusia, Cuba, pura dictadura. En el capitalismo, por lo menos podés criticar

No, para nada. Nuestro modelo de sistema económico, social y político es con democracia real, de la clase trabajadora, de la mayoría. Sin castas privilegiadas, con cargos revocables, con salarios equivalentes al costo de vida, con control social, sin dinosaurios del senado, sin jueces-fiscales vitalicios. Eso es socialismo.

La lista de falsas ideologías anti-socialistas podría seguir. Por ahí, en un próximo artículo le damos continuidad. Por ahora, con esto, hacemos nuestro aporte. Nosotros y nosotras (y todas las identidades): socialistas.