Deuda externa; ¿entramos en default?
El viernes 22, por medio de su embajador en EEUU, la Argentina confirmó que no pagará el vencimiento de US$503 millones del bono Global, con lo que entramos oficialmente en default. Sin embargo, nada parece haberse derrumbado. Los grandes grupos financieros internacionales dicen que ven con optimismo la evolución de la negociación. ¿Cómo explicar que el riesgo país no se vaya a las nubes ni caigan los mercados? ¿Cuál es la verdadera razón por la que, el tan temido default, no provocara un cataclismo económico?
El 22 y por medio de una carta encabezada con un “queridos amigos” en inglés, Jorge Argüello embajador argentino ante los EEUU, comunicó que la Argentina no iba a cancelar el bono Global de U$S 503 millones y entraría oficialmente en default. Pero afirmaba también que seguiríamos negociando hasta el 2 de junio para llegar a un casi seguro entendimiento. A nadie sorprendió demasiado esto.
Desde que Argentina hizo su propuesta de renegociación de los títulos de deuda con sede extranjera, cercana a U$S 58.000 millones, la que fuera rechazada por los bonistas, sucedieron una serie de fenómenos simultáneos y paralelos, no del todo comprensibles o lógicos para un observador no avezado.
Los bonistas montaron su actuación diciendo que la oferta era “inaceptable”, el gobierno, por su parte mientras sostenía que era “lo máximo” que estaba dispuesto a ofrecer, se ponía de cabeza a trabajar en una oferta que mejorara la ya hecha y que pudiera ser aceptada por los acreedores. La burguesía nacional además, metía presión sobre el dólar paralelo y el “contado con liqui”; y ventilaba a los cuatro vientos que teníamos que pagar sí o sí para evitar el default. Y el gran capital internacional jugaba a dos puntas: mientras decía que apoyaba la propuesta argentina, presionaba al país para mejorar la oferta.
Entramos en default y no hubo ningún cataclismo
Curiosamente, a pesar de la presión que ejercían los grandes compradores de dólares a nivel nacional y que llevó el precio del blue a $ 140, duplicando la cotización oficial, encendiendo luces rojas de la economía en cuanto a una probable devaluación y generando todo tipo de presiones y especulaciones inflacionarias; lo que pasaba a nivel internacional era distinto. El riesgo país bajaba, los bonos argentinos de deuda mejoraban su cotización y en los mercados internacionales reinaba cierto optimismo. ¿Cómo se puede explicar todo esto…?
Recordemos brevemente que la propuesta argentina de pago de deuda exigible era la siguiente: 1) establecer una quita del 5% sobre el capital adeudado, 2) una quita en los intereses del 62%, 3) pactar intereses progresivos a partir de 2023, que iban del 1,5 al 4,5% aproximadamente y 4) establecer un período de gracia de tres años, durante los cuales no pagaríamos ni intereses ni capital.
Esto es lo que desde Economía llamaron negociación “sustentable de la deuda externa Argentina”. Y que, como dijimos, fuera rechazada por los 3 grandes grupos de bonistas. Los socialistas del MST, desde estas páginas ya hemos criticado muchas veces y explicado nuestras razones, por considerar que la deuda es ilegal y fraudulenta y porque, en realidad, aún si se aceptase que se debía pagar, la propuesta seguiría siendo favorable a los bonistas.
Ahora bien, este paquete de medidas, quitas e intereses propuestos constituye un volumen de dinero a pagar al finalizar los pagos, suponiendo no entrar en moras, de alrededor de 40 centavos por cada dólar adeudado previamente (digamos solamente que el valor de los bonos en el mercado internacional rendían en ese momento alrededor de 20-25 centavos por dólar, es decir, la mitad de la propuesta).
Ante la oferta argentina, los acreedores salieron a hacer sus propias contraofertas, las cuales no se conocieron en detalle pero se filtró que pedían un plazo menor de tiempo de gracia, un puntito más de intereses y algún bono extra a cancelar en los próximos 2-3 años, llamativamente para cualquier lector desprevenido, no habrían hecho grandes problemas ni por el 5% de quita de capital ni sobre el 62% sobre los intereses.
Nosotros ya explicamos el porqué de esto. De tal manera que haciendo la misma cuenta que hicimos con la propuesta del gobierno, digamos que lo que pretenden cobrar los bonistas es alrededor de 55-60 centavos por dólar, aunque todos coinciden que si se les ofreciera entre 50-55 centavos, firmarían sin chistar el acuerdo.
Bonistas, reciben siempre muchísimo más de lo prestado
Entonces lo que tenemos que preguntarnos es, ¿por qué, alguien que nos presta millones de dólares, se conforma con “cobrar” la mitad de lo que habíamos pactado pagar anteriormente? La respuesta más sencilla, conociendo las condiciones del mercado especulativo internacional y sobre todo, los antecedentes que hay al respecto de estos bonistas es muy simple: no es que se conformen con cobrar la mitad, sino que lo pactado anteriormente era tan usurario que elevaba la deuda a mucho más del doble, de manera que hoy, ante el riesgo concreto de no cobrar, se conforman con un aparente 50% que en realidad debe superar por mucho lo que prestaron.
Algo similar sucedió con el Club de París, donde quedó en evidencia este mecanismo usurario, que llevó una deuda inicial de U$S 4.500 millones hasta duplicarla al sumar U$S 9.100 de deuda en menos de 4 años. Como dice el dicho, para muestra basta un botón.
Pero otra razón, no menor, hay que buscarla en las condiciones económicas globales. En la crisis de la economía mundial, que ha llevado a que el FMI y otros organismos de crédito internacionales tengan que reconocer que hay 76 países en condiciones similares al nuestro y que podrían defaultear.
Por lo que las posibilidades de los bonistas para cobrar se les complican, la factibilidad de contagio entre estos países se agiganta y los nichos para encontrar lugares donde invertir, al nivel de intereses que acostumbran sacar estos buitres, desaparecen.
Estos y no otros son los motivos que operaron para que desde el FMI y demás consultores apoyen la propuesta argentina. Los que llevaron a que los buitres se quejen, pero siempre dejen una puerta abierta a la negociación. Y explica también que los valores argentinos no se desplomen ni aumenten sino que baje el riesgo país. Sobre todo teniendo en cuenta que, desde Alberto Fernández a todos los actores argentinos en la negociación, han dado claras muestras de servilismo y de estar dispuestos a pagar sí o sí.
Lo que se viene, más allá que entremos en default, es que el ministerio de Economía trabajará hasta la semana que viene con un doble objetivo. Primero, mejorar la propuesta para alcanzar los niveles exigidos por los acreedores. Segundo, disfrazar la propuesta para que no parezca que se bajaron los pantalones en toda línea.
Es la típica estrategia del doble discurso o relato al que nos tuvo acostumbrado el kirchnerismo y que ahora emulan Alberto Fernández y el PJ. Mientras nos hablan con un discurso de barricada, aparentemente progresivo, de no pagar con el hambre del pueblo o de “crecer para poder pagar”, la realidad es que ceden y pagan en forma descarada. Y esto, que es evidente y sabido desde hace días, eso es lo que explica que el dólar blue haya bajado y en los mercados internacionales reine cierto optimismo y calma. En eso los buitres no se equivocan, presienten y saben que el gobierno está rendido a sus pies y dispuesto a que paguemos todos, el pueblo trabajador con más ajuste, el costo de su usura.
Por un default soberano. La deuda es con el pueblo
Desde el MST en el FIT-Unidad, decimos una vez más, que la única deuda a pagar es con el pueblo. La posición correcta y necesaria sería declarar un default unilateral y soberano, sobre toda la deuda externa argentina, no sólo de estos U$S 58.000 millones. Que esa es la única forma de afrontar la crisis económica y sanitaria que afrontamos y se profundiza día a día. Sostenemos que la deuda era y es impagable, sobre todo fraudulenta, ilegítima e ilegal, tomada por fuera de las necesidades de las masas y para beneficio de unos pocos millonarios y especuladores amigos del poder de turno.
No hay salida para el pueblo si se sigue pagando, por más renegociación supuestamente beneficiosa que nos quieran vender. Que esta vez, la crisis no la tenemos que pagar nosotros, sino los que la generaron, empezando por no pagar esta fraudulenta deuda, pero continuando con una reforma tributaria que cobre grandes impuestos a las grandes ganancias y fortunas. Sí a esos ricos por los que Máximo Kirchner viene amenazando, pero no cumpliendo hace más de 2 meses con su promocionado y tibio impuesto a los ricos que no aparece. Pero con impuestos realmente progresivos y permanentes, no por única vez y a una mayor cantidad de capitalistas que los que tibiamente plantea el oficialismo.
Además, se debe nacionalizar la banca y el comercio exterior para evitar la fuga de dólares y la bicicleta financiera. Con todo este dinero sobraría plata para aumentar los salarios y jubilaciones, otorgar un subsidio digno de $ 40.000 para todos aquellos que se han quedado sin entradas por la pandemia y para triplicar el presupuesto de salud tan indispensable en la crisis sanitaria que se viene profundizando. Todo lo demás es retórica, doble discurso y utopía.
Gerardo Uceda
MST en el FIT Unidad