Titulares de odio en revista Caras

La revista Caras de esta semana puso en su portada a la princesa holandesa Amalia, de 16 años, con el título “La hija mayor de Máxima de Holanda luce con orgullo su look plus size”. Queremos aportar al debate algunas apreciaciones.

En inglés plus size es el término aplicado a una persona de talla media a grande, que no exclusivamente apunta al peso que nos imponen, sino a todos los cuerpos que se escapan de la lógica estereotipada del mercado perverso, patriarcal y capitalista: 90-60-90. El movimiento body positive (cuerpo positivo) sobre todo a modelar ropa de talla “grande”, aunque también pretende irrumpir en los espacios públicos. Surge como una respuesta de lucha para visibilizar los cuerpos que el mercado, los medios hegemónicos, el entretenimiento, la publicidad y otras plataformas han querido invisibilizar.

La publicidad, por ejemplo, es una de las herramientas de reproducción de estereotipos, estandarizados con la que se sostiene la lógica patriarcal y capitalista de opresión. La publicidad y el mercado imponen qué se vende y cómo se vende. Pero cuando se vende un producto, sea cual fuese (un reloj, un perfume o un artículo de limpieza) también se vende a un “tipo” o “ideal” de persona: “la flaca”, “la sexy”, etc. Porque siguiendo la lógica del sistema de opresión se necesita la objetualización de las personas, que principalmente son las mujeres: el objeto de deseo en venta.

¿Por qué entonces una revista elitista como Caras titula: “Luce con orgullo su look plus size?
Como dijimos antes, la publicidad es parte del sistema que día a día nos violenta a las mujeres y las disidencias con brutal ensañamiento. A menudo las revistas hacen referencia a los cuerpos de las mujeres con calificativos tales como: “luce fantástica a dos meses de dar a luz”, “recién divorciada posa más radiante que nunca” y otros por el estilo.
Esta vez Caras, titulando así, lo único que intenta es vestirse de progre para en realidad seguir reforzando discursos de odio y discriminación. ¿Por qué? En primer lugar, es una revista reproductora de la “belleza hegemónica”, cosificando los cuerpos como objetos de deseo. Toda imagen que salga de esos márgenes la califica como “mujer real”, “plus size” o “tabú”. Efectivamente, de esta manera refuerza un discurso estigmatizante.
En segundo lugar, Caras utiliza la categoría plus size como estrategia de marketing de venta. El sentido de ser plus size o body positive es el poder visibilizar los cuerpos que rompen la regla; así lo entendemos desde el feminismo socialista. Pero visibilizar para dejar de normalizar un único tipo de cuerpo, no para seguir reproduciendo una lógica patriarcal y capitalista.

Por otra parte, estamos hablando de la princesa Amalia de Holanda, heredera del trono e hija de Máxima Zorreguieta. Aunque nos parezca de película, se trata de una mujer que cuenta con privilegios medievales en pleno siglo XXI, ya que es parte de la monarquía de un país imperialista como Holanda. Nada cercano a lo que vivimos la gran mayoría de las mujeres del planeta y beneficiaria de los privilegios que peleamos por anular.

La mercantilización es parte del ADN del capitalismo

En la sociedad capitalista, la mercantilización y la cosificación son parte de su engranaje para que todo funcione, abonando a la reproducción estereotipada que le garantiza ganancia. Necesita de las mujeres para ahorrarse el costo que significa el trabajo doméstico no remunerado, que le garantiza cuidar la mano de obra barata que el sistema explota y precariza.
El patriarcado es el gran aliado que garantiza relaciones asimétricas de poder, asignándonos roles a las mujeres para que nos quedemos en casa, siempre dispuestas, sumisas y devotas.
El capitalismo, en su afán de generar ganancias, siempre busca apropiarse de las demandas colectivas y volverlas un marketing para poder seguir vendiendo. Lo hemos visto apropiarse de demandas del feminismo o de las disidencias para transformarlas en una mercancía. Solo por dar un ejemplo, hace meses atrás en Mercado Libre salió a la venta vestimenta sin género, apuntando al mercado no binarie.

Lo que ya no callamos

En el marco de la nueva ola feminista mundial, la pelea por la visibilidad de la diversidad corporal y a su vez por conquistar derechos es parte de nuestra agenda antipatriarcal y socialista.

Desde 2015 venimos las mujeres y disidencias siendo las protagonistas de una ola feminista disidente que vino a cambiarlo todo y queremos llevarnos puesto todo lo rancio de este sistema de opresión que nos quiere moldear hasta nuestros modos de vivir, vestir y ser.
Repudiamos cualquier acto de cosificación de nuestros cuerpos, no toleramos la discriminación y vamos por todo lo que aún nos falta. Pero ojo, no ignoramos que de quién se habla pertenece a la realeza. Si bien la presión de los cánones de belleza afecta a todas las corporalidades, nuestras realidades materiales son distintas, como la imposibilidad de vestirse a voluntad o perder el «trabajo» (en este caso los privilegios político-económicos) por el simple hecho de ser gorda.

Para terminar con semejante aparato de opresión es necesario avanzar en las demandas más inmediatas, la aplicación de la ESI con perspectiva feminista y disidente que aborde las corporalidades, cuestionar los estereotipos y prevenir trastornos alimenticios como la bulimia y anorexia producto de la discriminación. Es preciso que se implemente el Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI) aprobado en noviembre de 2019. Exigimos, además, el desarrollo de infraestructura para la diversidad corporal, para que podamos movernos en libertad y nuestros cuerpos no sean expulsados del espacio público-privado.

Todo esto es importante para ir avanzando en una construcción política, diversa e inclusiva que se organice para tirar este sistema patriarcal y capitalista, que como siempre decimos, es el padre de todas las opresiones.

Ro Sandia y Fer Gutiérrez
Juntas y a la Izquierda