Capitalismo y cosificación del cuerpo destrozado

Por Atziri Cruz

Capitalismo y cosificación del cuerpo destrozado

La violencia de género y en particular la violencia contra las mujeres no es un fenómeno brutal que se haya instaurado en las sociedades en las últimas décadas, ha existido desde hace siglos, así como los distintos esfuerzos por cuestionarla; las maneras para reprimir al sector que genera este análisis de la realidad han evolucionado gracias a la toma de conciencia y las luchas sociales. Este tipo de violencia encuentra diversas formas de manifestarse y atacarnos: la discriminación escolar, laboral y política por razones de género, las agresiones de carácter verbal, psicológico-emocional y físico, en esta última se ubica el feminicidio o femicidio (el uso del término depende del marco social, político y legal del contexto en el que se emplee) como la expresión más grave de violencia contra las mujeres. Lo anterior es el resultado del sexismo, el machismo y la misoginia presente en todos los ámbitos de interacción humana y por lo tanto en el mundo.

Haciendo referencia al marco legal, en Argentina se sancionó la ley 26.791 aprobada por unanimidad en el congreso, incorporando en el inciso 11 del artículo 80 la figura de femicidio como agravante del delito de homicidio en el código penal argentino el 14 de noviembre de 2012. En México el 30 de abril de 2012 se prueba el Proyecto de Decreto por el que se reformó el Código Penal Federal mexicano, la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, entre las reformas aprobadas por el Poder Legislativo a través de la Cámara de Diputados, se encuentra la tipificación del delito de feminicidio en el artículo 325 del Código Penal Federal.

Como resultado de las luchas feministas y de clases se han logrado avances en el reconocimiento y la posible sanción de los feminicidios, no solo en Argentina y México sino en distintas partes del mundo. En el plano real los feminicidas, en más del 90% de los casos no reciben una sanción, los crímenes quedan impunes, no van a prisión pues la sociedad y las instituciones justifican la acción del agresor a partir de la conducta de la víctima, legitimando así la violencia contra las mujeres que claramente es de carácter estructural.

Podría pensarse que el asesinato de una mujer será la última instancia para violentar su cuerpo, claramente no es así,  aun cuando la vida de las mujeres ha sido arrebatada de manera cruel y perversa los medios de comunicación muestran una narración de los feminicidios simulando un espectáculo, en la mayoría de los casos describen minuciosamente cómo se llevó a cabo el crimen con la clara intención de atraer la atención de lxs espectadores a partir de recursos audiovisuales como fotos y videos de los cuerpos de mujeres destrozados, lo que les garantiza mayor alcance en el mercado y en consecuencia mayores ganancias. Esto evidentemente genera una revictimización, agudiza el dolor que sufre la familia de las víctimas y transmite de manera indirecta un mensaje para el resto de los hombres que ejercen algún tipo de violencia contra las mujeres: las vidas de las mujeres  no son importantes para el gobierno, no importa si golpeas e incluso asesinas a una mujer, porque el ESTADO no garantiza que recibas una sentencia, no nos garantiza  el acceso a una vida libre de violencia, legitimando así cualquier tipo de agresión dirigida a lo no masculino.

El principal reto es lograr en el plano real la aplicación de la ley y deslegitimar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, por ello es importante re-educarnos, reaprender las feminidades y masculinidades, cuestionar los privilegios que son otorgados a los varones a partir de los roles y estereotipos de género y las relaciones de poder.

Desde Juntas a la Izquierda y el MST en el FIT Unidad seguiremos exigiendo un presupuesto real e inmediato para la aplicación de las medidas necesarias.  Particularmente, en el contexto de aislamiento social en el que nos encontramos es necesaria la apertura masiva de refugios y un aumento de presupuesto para el resto de los dispositivos que busquen detener la violencia. Lo anterior debe acompañarse de una real implementación de la Ley de Educación Sexual Integral en todos los niveles como política fundamental para impulsar la construcción de una sexualidad libre, alejada de estereotipos machistas y que integre nuevas masculinidades y feminidades disruptivas del orden patriarcal. También debe lograrse un cambio estructural del sistema de justicia que claramente es patriarcal.

Finalmente, comunicamos que además de nuestra labor teórica, forma parte de nuestro activismo tejer redes de apoyo para acompañar a mujeres que han sido víctimas de violencia de manera directa o indirecta y reafirmamos nuestro compromiso con la consigna ¡No estás sola, juntas somos más fuertes!