Potsdam 1945 / Cuando EEUU y la URSS se repartieron el mundo

Hace 75 años, un  2 de agosto de 1945, finalizaba la conferencia de Potsdam, ciudad  ubicada a pocos kilómetros de Berlín. Había comenzado el 17 de julio y fue continuidad de las realizadas anteriormente en Teherán y en Yalta entre EEUU, la Unión Soviética y Gran Bretaña, países que encabezaban las fuerzas aliadas contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

El objetivo central  fue  diseñar el nuevo orden mundial de posguerra entre los líderes de los países vencedores. Unos meses antes, el 8 de mayo, se había rendido el ejército de la Alemania Nazi. En febrero de 1943 el Ejército Rojo derrotó al alemán en la batalla de Stalingrado asestándole  su primera derrota militar. Este hecho marcó un cambio en la relación de fuerzas y desató un ascenso revolucionario de masas en los países ocupados por los nazis. Al mismo tiempo el ejército soviético fue avanzando hasta llegar a Berlín donde tras días de combates logró derrotar a las tropas de Hitler, que se suicidó el 30 de abril de 1945 cuando ya su suerte estaba echada. En Italia los partisanos  habían echado a los nazis y fusilado a  Mussolini el 28 de abril. También en Francia  la resistencia encabezada por los maquis (guerrilla) había seguido el mismo camino liberando el país y  las tropas aliadas comandadas por EEUU que habían desembarcado en Normandía en 1944 ya habían llegado hasta Berlín.

Una nueva correlación de fuerzas

La conferencia reunió al presidente norteamericano Harry Truman que asumió tras la muerte de Roosevelt, al primer ministro británico Winston Churchill (y a Clement Attlee que ganó las elecciones de julio de ese año) y a Joseph Stalin, líder de la Unión Soviética. Se reflejaba una  nueva correlación de fuerzas con Estados Unidos posicionándose como principal potencia imperialista  y al mismo tiempo reconociendo la fortaleza de la URSS, determinante en la derrota alemana.

Aunque la conferencia estuvo centrada en diseñar la Europa de posguerra, uno de los primeros acuerdos fue la “Declaración de Potsdam” donde se exigía la rendición incondicional de Japón. Si bien el imperio japonés ya estaba derrotado, días más tarde los EEUU lanzarían las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki para dejar en claro ante el mundo su poderío militar.

La división de Alemania

Los debates más importantes de la conferencia giraron alrededor de Alemania, acordando  medidas tendientes a eliminar todo vestigio de nazismo y cualquier posibilidad de desarrollo militar del país. Se acordó también castigar  a los criminales de guerra (lo que se llevaría adelante en los juicios de Núremberg) y una nueva delimitación de fronteras. Se dividió el país en cuatro zonas y cada una de ellas quedó bajo control de Gran Bretaña, EE.UU., Francia y la URSS respectivamente. Una división similar se estableció sobre la ciudad de Berlín y también para Viena. Sobre las reparaciones de guerra se convino  que cada uno de los países ocupantes las obtendría de sus propias zonas de control. Años más tarde los sectores de Alemania  bajo domino de las potencias capitalistas formarían la República Federal de Alemania (RFA) y en la zona bajo influencia soviética se crearía la República Democrática de Alemania (RDA). Berlín quedó dividida en dos, una parte bajo el control soviético y la otra bajo influencia capitalista.

División de tareas y guerra fría

El reparto del mundo en zonas de influencia devino en división de tareas entre Stalin y el imperialismo para detener el ascenso revolucionario desatado tras la derrota nazi. En la inmediata posguerra los Partidos Comunistas dirigían a los maquis franceses, a los partisanos italianos y a la guerrilla griega, teniendo gran influencia sobre las clases obreras de esos países. El Ejército Rojo, por otra parte, tenía el prestigio de haber derrotado a los nazis. Las tropas yanquis no podían quedarse en Europa como tropas de ocupación y las burguesías de Italia y Francia que habían apoyado al nazismo prácticamente no tenían control de la situación. El poder y la revolución socialista en Europa estaban a la orden del día, pero cumpliendo el pacto con el imperialismo la orden del stalinismo fue entregar las armas a la burguesía  e incorporarse a gobiernos de “unidad nacional” para reconstruir Europa (sobre bases capitalistas) A partir de los acuerdos de Yalta y Potsdam, guerra fría mediante,  hubo en los hechos una división de tareas entre el imperialismo yanqui y la burocracia soviética para controlar el ascenso mundial de las masas obreras y populares y evitar que avancen por el camino de la revolución socialista.

El fin del orden mundial de posguerra

En 1989 el pueblo alemán derribó el muro de Berlín y tras él fueron cayendo como fichas de dominó todas las dictaduras de Europa del Este dominadas por los Partidos Comunistas. El orden mundial pactado tras la guerra se desmoronó  produciendo mayor inestabilidad política y EEUU asumió sin un aliado de peso la tarea de enfrentar las luchas que en diferentes partes del mundo daba el movimiento de masas. En gran medida la crisis actual del imperialismo yanqui tiene allí su origen. La crisis capitalista desatada con fuerza a partir de 2008, profundizada durante este año y visibilizada aún más por la pandemia de COVID-19, encuentra al imperialismo mundial debilitado e  intentando configurar un nuevo orden mundial. No es una tarea sencilla, ya no cuentan con un aliado poderoso como lo fue en su momento el stalinismo. Con todas las contradicciones existentes la clase trabajadora y los sectores populares del mundo nos enfrentamos a un imperialismo más debilitado por su crisis, por las crecientes disputas con China que agudizan aún más la inestabilidad y por la falta de un aparato de contención con la fuerza del stalinismo. Esta situación abre grandes oportunidades para la lucha del movimiento de masas y para retomar la perspectiva de la revolución socialista a condición de que al calor de las batallas presentes y futuras se fortalezca  una dirección revolucionaria.

Emilio Poliak