La fundación de la IV Internacional y la visión estratégica de León Trotsky
Escribe: Carlos Carcione
El 3 de septiembre de 1938 se fundaba la IV Internacional. La reunión clandestina se realizó en las afueras de París, en la localidad de Périgny, en la casa de Alfred Rosmer militante de la oposición de izquierda internacional. Participaron delegados de organizaciones de once países pero las organizaciones que adherían a la convocatoria tenían presencia en 28 países. Al tiempo que desarrollaba una convulsiva situación de crisis aguda del capitalismo mundial. El triunfo del nazismo en Alemania, la deriva de la guerra civil en España que llevaría poco tiempo después al aplastamiento de la República, el pronóstico que se cumpliría en el futuro inmediato del estallido de la Segunda Guerra Mundial, es en este contexto que se da el paso largamente madurado. La reunión aprobó el documento presentado por Trotsky quién no pudo estar presente, «La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional», un texto esencial del marxismo revolucionario que mantiene toda su actualidad, más conocido como Programa de Transición. Pero la batalla hacia la formación de la IV Internacional no fue sólo teórica, política y organizativa, fue también una batalla que se dio en circunstancias trágicas. Meses antes del congreso de fundación fueron asesinados por la GPU de Stalin dos de los principales organizadores de ese evento: Rudolf Klement, secretario de Trotsky en Prinkipo y Francia, y León Sedov, dirigente de la oposición de izquierda internacional e hijo del fundador del Ejército Rojo.
El camino hacia la IV Internacional
Desde su expulsión de la URSS, Trotsky se concentró en el combate contra la burocracia soviética expresada en la figura de Stalin, el gran organizador de las derrotas de gran parte de los procesos revolucionarios que florecieron durante las dos décadas que transcurrieron desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el estallido de la Segunda. Entendida esta batalla como una lucha por la revolución y el socialismo mundial. Una enorme pelea militante por la recuperación, la conservación y la puesta en pie de una fuerza política organizada que volviera a convertir en poderío material revolucionario el legado de la Revolución de Octubre.
El periplo de Trotsky por «el planeta sin visado» hasta lograr su asilo en el México de Lázaro Cárdenas y su posterior asesinato por el agente stalinista Ramón Mercader, no fue la huida impotente de un perseguido. Por el contrario a cada paso se encuentran las señales de una lucha feroz por organizar a los llamados «bolcheviques leninistas». Primero, en el marco de la existencia real de esa corriente en las organizaciones que alrededor del mundo se referenciaban en la Tercera Internacional, tratando darle forma internacional a ese sector, y cuando se comprobó que era imposible regenerarla (luego de que Moscú facilitara el triunfo de Hitler en Alemania), los miembros de la oposición de izquierda se plantearon una organización separada de la esclerótica Tercera.
Expulsado en Turquía en 1929, Trotsky comenzó a organizar la oposición de izquierda a escala internacional. Ya para abril de 1930 se realizará en París una primera conferencia internacional de esta corriente, en el que quedó formado un secretariado que llevaría adelante esta tarea, entre otros, lo integraban Alfred Rosmer y León Sedov. Para 1932 en Copenhague se realizó otra conferencia en la que pudo participar Trotsky. Y ya para 1933 otra más, en la que se aprobó una resolución donde la corriente se referenciaba en los cuatro primeros congresos de la Tercera Internacional.
Pero luego de la victoria de Hitler, sin resistencia activa por parte del Partido Comunista alemán, que había rechazado toda política de enfrentamiento unitario al fascismo, se resolvió la formación de una nueva internacional. En este contexto en agosto de 1933 se reunió en París una nueva conferencia de la que participaron las oposiciones al estalinismo: los seguidores de Trotsky organizados en la Liga Comunista Internacional, el Partido Socialista Obrero alemán, SAP, y dos organizaciones de los Países Bajos, que luego se unificaron en el Partido Socialista Obrero Revolucionario.
El documento surgido de esa reunión expresaba la voluntad de avanzar hacia una nueva organización internacional. Pero esa iniciativa se truncó y cuando se reunió la primera «Conferencia por la IV Internacional» en julio de 1936 en Ginebra, solo participaron los integrantes de la Liga Comunista Internacional y las oposiciones de izquierda, seguidores de Trotsky.
Este es el camino de búsqueda de reagrupamiento, que llevó el 3 de septiembre de 1938 a la fundación de la IV Internacional, cuando ya asomaba el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El Programa de Transición
El trabajo político más importante encarado por Trotsky de cara a la realización del Congreso de fundación es el conocido por el movimiento revolucionario internacional como Programa de Transición. Su título, «La agonía del capitalismo y la tareas de la IV Internacional» profético como parte de las definiciones centrales del texto, es uno de los pilares de la lucha socialista revolucionaria.
Transmite la convicción de que el desarrollo de las fuerzas productivas, razón última que justifica todo sistema social, han dejado de crecer. De que la crisis económica sin salida llevaría a una nueva catástrofe humanitaria al desembocar en una nueva guerra mundial. Que de no producirse el triunfo del socialismo la propia civilización humana estaría en cuestión. Todas definiciones que a la luz de nueva gran crisis mundial del capitalismo resultan esclarecedoras.
Pero el marxismo de Trotsky, el que expresa en el Programa de Transición, no es unilateral, por el contrario, reconociendo que las condiciones objetivas para el triunfo de la revolución son necesarias no son suficientes si no existe el factor subjetivo, la conciencia, la organización revolucionaria y la acción del proletariado.
Al mismo tiempo el documento rompe con la vieja tradición socialdemócrata de un programa mínimo reformista y un programa máximo socialista, cuyos objetivos son abstractos e indeterminados en el tiempo, para inaugurar de manera brillante un nuevo método de intervención política, que partiendo de las necesidades inmediatas del proletariado y escalando a las intermedias, lo lleve al enfrentamiento global con la lógica del capital y el poder burgués.
La visión estratégica de León Trotsky
La lucha por la fundación de la IV Internacional estuvo cruzada por debates importantes, por vacilaciones de las fuerzas revolucionarias, de los sectores que mantenían la esperanza de que la regeneración de la Tercera fuera aún posible. También estuvo presente en ese debate, la supuesta imposibilidad de poder crear una nueva organización internacional cuando el movimiento de obrero y de masas venía y estaba atravesando por derrotas, muchas de ellas aplastantes. Pero es justamente en esta lucha, en el objetivo de la fundación de la IV, es en lo que se muestra, por si aún hiciera falta, el leninismo de Trotsky.
Muerto Lenin, con la vieja guardia bolchevique perseguida, encarcelada, asesinada en el interior de la URSS degenerada por el estalinismo. Con los viejos cuadros de la oposición de izquierda deportados y también asesinados, Trotsky expresaba la síntesis de las experiencias revolucionarias en Rusia y de las décadas del 20 y el 30 del Siglo XX. Si la nueva organización internacional hubiera logrado defender y conservar el legado de los «bolcheviques leninistas», hubiera cumplido un papel histórico.
Pero la fundación de la IV no tiene un carácter simplemente defensivo, por el contrario al igual que Lenin que durante la Primera Guerra Mundial pronosticaba la revolución en Rusia, Trotsky apostaba a que otra vez la guerra pariría revoluciones. Por eso la fundación de la nueva organización internacional era imprescindible para luchar por orientar esas revoluciones con el legado de Octubre. Esa es la visión estratégica de León Trotsky.