Sputnik V: una vacuna floja de papeles
El presidente de Rusia, Vladimir Putin anunció con gran pompa y seguridad que habían registrado la primera vacuna contra el coronavirus. Esto hay producido gran revuelo en el mundo, cuestionando la metodología de investigación de la misma, su eficacia y seguridad probables. La propia OMS tomó distancias de la misma. Es evidente que el anuncio de Putin tiene mucho de posicionamiento político y no da ninguna razonable certeza sobre la efectividad de la vacuna.
Fiel a su estilo, Putin ignora o no reconoce los pasos requeridos por el resto del mundo para la aprobación de una vacuna, dirigida nada menos que contra la peor pandemia del siglo. Quizás por eso ya definió que la vacuna es eficaz y segura, que se la aplicó su propia hija y que ya empezará a aplicarse en forma masiva, supuestamente a voluntarios, pero sobre todo a los grupos de mayor exposición al virus como el personal de la salud. También agregó en poco tiempo dispondría de millones de dosis para aplicarse en Rusia y otros países.
Una vacuna cuestionada
El problema de la vacuna rusa no radica en la tecnología utilizada para su desarrollo, es de un tipo mundialmente aceptado, denominado vacuna vectorial, es decir que utiliza un virus inocuo para introducir el genoma del coronavirus que generará inmunidad y fue desarrollada por Instituto de Epidemiología Gamaleja de Moscú que tiene capacidad y experiencia para hacerlo.
Los cuestionamientos más serios vienen del lado de las pruebas de eficacia y seguridad, ya que en los reportes comunicados a la sociedad científica mundial apenas figuran 38 pacientes que la probaron, una cantidad exigua para cualquier medicamento, ni hablar para una vacuna que debiera ser aplicada a millones de pacientes, de distintas edades, patologías previas, etc. Además, en los reportes no figura ningún efecto colateral o síntoma derivado de la aplicación, lo cual es extremadamente raro. Por último, con tan pequeño número de pruebas, por más que Putin quiera darle fuerza diciendo que se la había administrado su propia hija, es temerario afirmar que deja inmunidad duradera y menos que se necesitan dos dosis como dijo. ¿Estos cuestionamientos quieren decir que la vacuna no será efectiva ni segura?: No, lo que decimos es que lo contrario, es decir afirmar que lo es, tampoco está probado con los datos que disponemos de la vacuna actualmente, y esto tratándose de la pandemia que tiene en vilo al mundo entero y que ha causado 20 millones de enfermos y casi un millón de muertes es muy peligroso.
Es peligroso también porque en el mundo hay una corriente antivacunas, muy nociva, que niega la importancia y el rol benéfico de las mismas de manera cuasi religiosa, a pesar de innumerables pruebas a favor de las vacunas. Es por eso que en estos momentos más rígidos y estrictos debiéramos ser y exigir que, no ésta sino todas las más de 160 vacunas que se están ensayando cumplan todos los requisitos de seguridad y eficacia para garantizar el mejor resultado sobre la población a ser aplicada. Toda falla o perjuicio que ocasionen puede dar lugar a críticas y campañas en contra de la aplicación de una terapéutica tan necesaria como imprescindible contra el coronavirus.
¿Qué validez tienen los alertas de la OMS?
En épocas normales las fases de investigación por la que atraviesan las vacunas suelen ser más estrictas y prolongadas que el común de los medicamentos, con miles de pacientes incluidos en las pruebas en Fase 3, para asegurar su eficacia, en diversas poblaciones.
Esto es lo que no hizo la vacuna rusa y quiere saltar rápidamente a la Fase 4 de aplicación terapéutica y comercialización. Y los estudios de vigilancia suelen durar años, a pesar de esto en la historia de las vacunas se cuentan muchos fracasos, algunas que provocaron una enfermedad similar a la que pretendían curar como al inicio con la Polio, otras veces con críticas infundadas que llevó años dilucidar como con la “triple” o la “séxtuple viral”.
Pero lo cierto es que hoy, con la Covid-19 todos los laboratorios están en una carrera desenfrenada y poco ortodoxa por dar con la o las primeras vacunas, esto significaría enormes ganancias para los laboratorios que las produzcan y patenten. La propaganda imperialista, OMS incluida, posiciona como válidas las vacunas de sus propios laboratorios y multinacionales, a los que categorizan como científicamente serios y de los cuales aseguran que cumplen con todos los requisitos metodológicos. Pero cuidado, fue de sus usinas que salieron otras “fake news” como que la cloroquina era útil y Bolsonaro se filmó tomándola, como hoy hace Putin con su vacuna y después se supo que la cloroquina no era útil.
No es casual que la lucha por quién tiene la primera vacuna o cura contra el coronavirus encuentre a Rusia y a los EEUU comprometidos, dos potencias que en esta crisis jugaron un papel más que secundario y para nada a la altura de las circunstancias. Por eso no es sólo un problema de ganancias económicas, que es fundamental, sino también un problema estratégico de retomar iniciativas políticas que tanto necesitan, frente al avance indiscutido de China en este sentido.
Para nosotros resulta claro que bajo este sistema capitalista, la salud es tomada como una unidad de negocios más, por lo que así como criticamos la escasa rigurosidad de la investigación rusa, no depositamos una confianza ciega en las que, guiadas por el afán de ganancias se están desarrollando en EEUU, China o Europa, en todos los casos deberemos estar muy atentos y críticos a su efectividad y seguridad, porque de lo que se trata en última instancia es de la vida de millones de seres humanos.
Gerardo Uceda