Brecht: a 64 años de su muerte

Bertolt Brech, nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo, Estado de Baviera y murió el 14 de agosto de 1956 en Berlín Este. Fue un dramaturgo y poeta crítico, de los más influyentes del siglo XX. Se consideraba a sí mismo un comunista sin partido y creó el teatro épico o también llamado teatro dialéctico. Desde joven se destacó por su rebeldía, por ejemplo, cuando casi se gana la expulsión del colegio tras criticar un ensayo del poeta Horacio que planteaba “Dulce et decorum est pro patria mori” (Dulce y honorable es morir por la patria). Brecht la consideró “propaganda dirigida” en la que sólo los “tontos” caen.

Empezó a estudiar medicina en 1917 y, aunque era opositor a las guerras, tuvo que interrumpir sus estudios en 1918 para hacer el servicio militar como enfermero en el Hospital Militar de Augsburgo. Su primera obra teatral fue Baal, escrita en 1918, pero la obra por la que se destacaría sería “Tambores en la noche”, a la que inicialmente pretendía llamar “Spartakus”, haciendo referencia a la insurrección espartaquista de Berlín en 1919.

Se mudó a Berlín en 1924 tras tomar contacto y meterse de lleno a la vida literaria berlinesa. Eran años convulsivos, donde las secuelas de la primera guerra mundial y el contagio de la Revolución de Octubre todavía podía sentirse con grandes huelgas e insurrecciones obreras. El teatro y la literatura no fueron ajenos a este contexto mundial de “crisis, guerras y revoluciones”. Al fundar el “Teatro Épico” buscaba diferenciarse del tradicional teatro burgués cargado de sentimentalismo vacío dirigido a un público pasivo, innovando un teatro con contenido social y político, que llamaba a la acción y movilización contra las injusticias y miseria a la que el capitalismo arrastraba a millones de obreros.

Su obra más importante fue “La opera de tres centavos”, estrenada en Berlín en 1928. Se trata de la presentación más exitosa de la República de Weimar, con más de 10.000 presentaciones en Europa y traducción a 18 idiomas hasta su prohibición por el partido Nazi, cuando Hitler tomó el poder en 1933. La “pieza con música en un prólogo y ocho imágenes” es una obra cruda que cuestiona el orden social burgués al que presenta como una sociedad de delincuentes, prostitutas, mendigos y vividores. Además de romper con el teatro tradicional, cuestiona la propiedad privada de los medios de producción. Nos deja la dramática pregunta de «¿Quién es un criminal mayor? ¿El que roba un banco o el que funda uno?». La obra fue llevada al cine en 1931.

A inicios de 1933, su obra “La toma de medidas” fue interrumpida por la policía nazi y poco tiempo después, tras el incendio del Reichstag, huye con su familia y amigos hacia Dinamarca, pasando por Praga, Viena y Zúrich. Por esos años varios de sus libros fueron quemados por el régimen nazi. Durante su exilio escribió varias obras entre las que se destaca “La Vida de Galilei”. En ella recrea libremente la vida del científico de la Edad Media que desafió el poder del oscurantismo católico para demostrar que la Tierra giraba alrededor del sol. En Suecia, escribió la obra antibélica “Madre coraje y sus hijos” en la que denuncia a los empresarios que, en su afán de generar ganancias, llevan a la humanidad por el camino de las devastadoras guerras.

En 1941 viaja en el tren Transiberiano de Moscú hasta Vladivostok, desde donde toma un barco hasta California – EE UU. Una vez allí se asentaría en Santa Mónica, en las cercanías de Hollywood, cine para el que quería escribir pero fue rechazado por las grandes productoras por insistir con sus guiones anticapitalistas. Organizó varias de sus representaciones teatrales en escenarios de emigrantes, hasta que en Octubre de 1947 fue interrogado por el “Comité de Actividades Antiamericanas”. Al día siguiente nuevamente se escapa hacia Suiza, sin ver el estreno de su obra “Galilei” en Nueva York. Tenía prohibida su entrada a la RFA, territorio de Alemania que correspondía a los Aliados tras el acuerdo con el estalinismo en la segunda posguerra. Tras quince años de exilio regresa en 1948 a la Alemania Oriental, asentándose ahí hasta su muerte el 14 de agosto de 1956. En sus últimos años fundó y dirigió junto a su esposa la compañía de teatro Berliner Ensemble.

Si bien Brecht fue un artista comunista, nunca adhirió al Partido Comunista Alemán antes del nazismo. También fue condecorado con el estalinista “Premio Lenin de la Paz” y hasta le podríamos cuestionar que no hubiera adherido al Manifiesto por un Arte Revolucionario e Independiente de Breton, Rivera y Trotsky, donde polemizaba con las imposiciones artísticas y literarias del imperialismo norteamericano y del “socialismo real” que promovía la Unión Soviética de Stalin. Sin embargo, sería equivocado anular a Brecht por esas razones ya que sus obras nunca dejaron de ser críticas a todo tipo de opresión y nunca escribió una obra que justificara la persecución y matanza de comunistas. Además, tuvo sus roces con la burocracia soviética, que le censuró varias obras como, por ejemplo, “Santa Juana de los mataderos y la película “Kuhle Wampe”.

De hecho, en agosto de 2006, a 50 años de la muerte de Brecht, el diario berlinés Tagesspiegel publicó una grabación de los archivos secretos de la Stasi en la que Erik Mielke, que estaba por asumir el mando de la policía secreta, en un discurso donde se burla de los disidentes del régimen, dice que Brecht “quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Stasi”. Luego de una pausa, el policía agrega: “Y después, Brecht se murió de un infarto”. Efectivamente por esos días dos de sus amigos muy próximos habían sido arrestados por “contrarrevolucionarios”.

Brecht fue un artista revolucionario en todos los sentidos, hoy muchas de las atrocidades del capitalismo que denunció en su momento siguen existiendo,  muchas veces en peores formas, y es por eso que Brecht sigue inspirando a miles de jóvenes artistas y amantes de la lectura y el teatro, que no ven al arte como medio de alienación, sino como una herramienta que anime y empuje al movimiento obrero y las juventudes a rebelarse contra el sistema. Claramente los jóvenes socialistas debemos leer y recomendar las obras de Brecht.

Transcribimos su poema “La Solución” escrita en los días de la rebelión alemana de 1953 cuando los obreros reclamaron contra el aumento de la jornada laboral, la reducción salarial y el aumento de precios e impuestos.

Tras el alzamiento del 17 de junio

el secretario de la Unión de Escritores

mandó repartir panfletos en la avenida Stalin

en los que se leía que el pueblo

había perdido la confianza del gobierno

y que sólo redoblando el trabajo

podría reconquistarla.

¿Pero no sería

más simple que el gobierno

disolviera al pueblo

y que eligiera otro?”.