Carlos Jáuregui, el puto inolvidable

El 20 de agosto se conmemora en la Argentina el día del activismo por la diversidad sexual, en memoria de Carlos Jáuregui. A 24 años de su fallecimiento, su lucha nos sigue inspirando.

Carlos fue pionero en la lucha LGBTI en nuestro país. Luego de algunos viajes a Europa y a los Estados Unidos, en donde participó de las marchas del orgullo nacidas a partir de aquella mítica rebelión de Stonewall, regresó al país con una sencilla pero titánica convicción: “Quería sentirme libre acá, en Argentina”.

“Ser visibles para ser iguales y libres”

En la década de los ’80, el pueblo argentino movilizado había tirado a la última y peor dictadura militar de nuestra historia. La represión de los milicos genocidas hacia los trabajadores y el pueblo dejó un saldo de 30.000 detenidxs-desaparecidxs. Cerca de 400 de ese total eran putos, tortas y travas. Militantes. Subversivxs políticxs y sexuales. Uno de elles era Gustavito “Zampi” Zampicchiatti, militante de nuestro partido de entonces, el PST, y también del Frente de Liberación Homosexual.

Inspirado por la inmensa lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que marcó una hoja de ruta en defensa de los derechos humanos, Carlos Jáuregui puso en palabras una mirada clave: “la libre sexualidad es un derecho humano”. En 1984 fundó la Comunidad Homosexual Argentina, que presidió por cuatro años. El eje de su militancia empezó por la visibilización: que la gente supiera que los gays, lesbianas y trans existíamos y podíamos ser hijes, vecines, amigues, trabajadorxs. Y sobre todo, la lucha contra la violencia policial que perseguía y asesinaba a nuestro colectivo.

“Los gays y las lesbianas por las calles de Argentina”

En 1988, Pablo, el amor de su vida, fallece a causa del sida y Carlos es echado del departamento en el que convivían porque no había un vínculo legal entre ambos. Entiende, entonces, que se abre un nuevo escenario de lucha. Alejado ya de la CHA por divergencias, en 1991 funda Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), agrupación en la que trabajaron con él algunos militantes nuestros. Al poco tiempo, Carlos presentaría el primer proyecto de ley de unión civil, que en aquel momento no prosperó. También querelló al arzobispo porteño Antonio Quarracino, otro dinosaurio discriminador.

En el ’92 Carlos fue el motor de la primera Marcha del Orgullo en la Argentina. Unas 200 personas se movilizaron de Plaza de Mayo a Congreso. Algunes con máscaras para no ser reconocides por sus familias o en sus laburos, pero presentes en las calles. Nuestro MST fue el único partido político presente en aquella histórica primera Marcha, siempre defendiendo los derechos de la comunidad LGBTI y denunciando la opresión a la que nos somete este sistema capitalista, patriarcal y clerical.

El orgullo como respuesta política

La militancia cotidiana y la convicción por la libertad sexual y la liberación social fueron el impulso que le dio fuerza a un movimiento nacido a partir del grupo Nuestro Mundo y luego el FLH en los ’70. Después de la dictadura, las enseñanzas de activistas como Carlos Jáuregui son parte del amplio legado que tenemos como colectivo LGBTI. Sonriente, inquieto, imparable, abrió caminos que seguimos transitando.

A 24 años de su muerte, podemos hablar de un verdadero historial de nuestras luchas y conquistas. Y como siempre decimos, vamos por más, por todo. Vamos hasta derrotar este sistema, padre de toda opresión y explotación, para construir una sociedad nueva e igualitaria: el socialismo. Los putos, las tortas, travas-trans, no binaries y disidentes de Libre Diversidad-MST nos organizamos por dar esta pelea e invitamos a les activistas a que se sumen a militar con nosotres. Como aquel puto inolvidable, visibles, orgulloses y militantes.

Micaela Escobar