A 73 años del voto femenino

Desde 2015 una nueva ola feminista recorre el mundo, al calor de la lucha por el derecho al aborto, en contra de la violencia de género, por los derechos de las disidencias sexuales, y que se radicaliza en contra del sistema capitalista y patriarcal en su conjunto. Nuestra generación es heredera de las luchas históricas de las mujeres por la libertad y la igualdad de género. Por eso, a 73 años de la victoria del sufragio femenino, recordamos cómo se logró y cuáles fueron los principales debates de la época.

Antecedentes de la lucha sufragista

Los Estados-nación capitalistas hasta el siglo XX mantuvieron la exclusión política total de las mujeres en sus instituciones, lo que generó un amplio movimiento feminista a fines del siglo XIX bajo la bandera del derecho a elegir y ser elegidas, como parte de ser reconocidas como ciudadanas plenas. Esto concluyó en la lucha por el sufragio universal, que recorrió el mundo entero.

En la Argentina, el Código Civil sancionado en 1869 establecía claramente la inferioridad jurídica de las mujeres. Esta situación llevó a un proceso de luchas por parte de mujeres con diferentes perspectivas políticas. Feministas socialistas como Cecilia Grierson o Alicia Moreau tuvieron una enorme relevancia en la lucha por la igualdad social y política, que se encarnó de forma concreta en esa lucha por el sufragio.

En 1910 tuvo lugar el Primer Congreso Femenino en Buenos Aires, con la presencia de mujeres de diversos países, especialmente de América Latina. Allí se discutió la agenda de lucha del movimiento, en donde se destacan puntos como la protección de las madres y de los niños desvalidos, el acceso a la educación, la modificación del Código Civil y el voto femenino.

En 1911 Julieta Lanteri, reconocida feminista de la época y una de las pocas mujeres que logró acceder a la Facultad de Medicina, exige ser empadronada para las elecciones de aquel año, ya que no había ninguna restricción legal basada en el sexo. El juez que llevaba el caso no vio ningún impedimento y Lanteri se convirtió en la primera mujer en votar. Sin embargo, la Ley Sáenz Peña, de 1912, estableció el voto universal, secreto y obligatorio, pero bajo una restricción hacia nosotras: el padrón electoral se basaba en el empadronamiento militar, que sólo incluía hombres.

El Octubre ruso empujó la pelea

Para la década del ’20, el movimiento en Argentina se fue fortaleciendo, ya que al finalizar la Primera Guerra Mundial algunos países europeos habían establecido el sufragio para las mujeres después de una fuerte lucha del movimiento feminista. Sin embargo, cabe recordar que la Revolución Rusa estableció ese derecho mucho antes que en los países capitalistas. El principio de la igualdad de las mujeres proclamado por la revolución de febrero de 1917 recibió un mayor impulso después de la revolución socialista de Octubre. La república soviética proclamó la igualdad absoluta entre mujeres y hombres en cuanto a todos los derechos civiles, económicos y políticos.

Este hecho, más la presión de las sufragistas, llevó a muchos gobiernos occidentales a temer que las mujeres encontrarán más atractivo el Estado socialista. Una manera de alejar esta amenaza era otorgar a las mujeres el derecho a votar. Gran Bretaña y Alemania permitieron a las mujeres votar en 1918 y los Estados Unidos en 1920, seguidos por otros países.

Los decretos soviéticos sobre la mujer y las disidencias fueron de vanguardia total para la época: además del voto y el derecho a ser elegidas, se reemplazó el matrimonio religioso por el civil y se permitió a la mujer conservar su apellido de soltera; igual salario por igual trabajo; igualdad para heredar y ser propietaria; derecho al aborto; se simplificó el proceso de divorcio, se separó a la Iglesia del Estado y se despenalizó la homosexualidad. Además, se abrieron cientos de guarderías y jardines de infantes, cafeterías, comedores y lavaderos comunitarios para alivianar la tarea hogareña.

En este contexto, la orientación de las principales organizaciones feministas argentinas se unificó en torno al voto universal para las mujeres. La década de 1920 significó grandes cambios en la lucha por la conquista de derechos: en 1919 se presentó el primer proyecto de sufragio y durante la década del 20 se sumaron otras iniciativas. Fue todo un período en el que la agitación por las demandas de las mujeres aumentó considerablemente.

En 1930 se dio un golpe militar contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, que no estaba a favor del voto femenino ni del divorcio. Pero pese al ascenso de la derecha golpista, por la presión social en 1938 se debatió el sufragio femenino en la cámara baja. Frente al debate parlamentario la movilización femenina se intensificó, aunque algunas organizaciones de mujeres dejaron de lado el reclamo del divorcio. Finalmente se logró media sanción para ambas iniciativas, pero no fue así en el Senado en donde eran mayoría las fuerzas más conservadoras.

Dos décadas de lucha lograron el voto femenino

En 1946, ganó las elecciones el general Juan Domingo Perón. Casi todas las fuerzas políticas prometían el voto femenino, un debate instalado por casi dos décadas de lucha del movimiento feminista. El reclamo, que se volvía realidad en muchos países, también se extendió dentro de la naciente clase trabajadora. Eva Perón, esposa del presidente electo, que no tenía militancia sufragista ni feminista previa, se erigió como la abanderada de esta lucha.

La promesa de todas las fuerzas políticas para garantizar el voto femenino generó muchas expectativas. Inspiradas en la Revolución Rusa, las fuerzas anarquistas, socialistas y comunistas exigían el voto femenino como parte de los derechos democráticos. Para frenar la influencia de izquierda y porque la bonanza económica del país lo permitía, ese primer gobierno peronista concedió derechos laborales y sociales. El sufragio femenino no fue la excepción, pues era clave para ganar la simpatía de grandes sectores de masas y catapultar la figura política de Evita. Además, entre 1920 y 1940, Uruguay, Ecuador, Brasil, Puerto Rico y México ya habían consagrado el derecho al voto de las mujeres.

Así, el 23 de septiembre de 1947 la Ley 13.010 estableció el voto femenino. Se ejerció por primera vez, cuatro años después, el 11 de noviembre de 1951. Contra lo que algunos preveían, hubo una elevada concurrencia de mujeres y esto fortaleció la candidatura de Perón. Eva impulsó la asignación de cuotas internas para las mujeres dentro del Partido Justicialista, lo que permitió que varias fueran candidatas y llegaran a ocupar bancas en ambas cámaras del Congreso. No actuó igual con otras demandas de las mujeres, ya que por ejemplo se oponía férreamente al derecho al aborto.

En síntesis, el voto femenino en la Argentina no fue ningún regalo del gobierno peronista sino el merecido resultado de más de dos décadas de lucha y movilización feminista. Y sigue siendo así. Para defender todos los derechos que las mujeres y las disidencias fuimos logrando con el correr de los años, y por supuesto para conquistar los que nos faltan y la verdadera igualdad social, es necesario seguir organizadas/es y en las calles hasta derrotar al padre de la explotación de clase y la opresión de género: este sistema capitalista y patriarcal.

Lorena Pardomo