André Breton y el re-encanto del mundo

Hoy se cumplen 58 años del fallecimiento del escritor, poeta, y defensor de lo imaginario. André Breton nació en Tinchebray, Francia, el 19 de febrero de 1896. En su juventud se unió al movimiento dadaísta y militó activamente durante algunos años.

Durante la Primera Guerra Mundial, por su trabajo en hospitales psiquiátricos, inspirado en las iniciativas terapéuticas del psicoanálisis en la posguerra, se convirtió en un entusiasta lector de las teorías de Sigmund Freud.

A los 25 años, desarrolló junto a Philippe Soupault, la escritura automatizada un método que consiste en redactar luego de varios días sin dormir y permitía llegar a los límites del lenguaje y de la experimentación literaria.

En 1922 incómodo en el Dadaísmo, decide romper por considerarlo conservador y establece la estética del surrealismo, una práctica que consigna el automatismo psíquico como herramienta de expresión artística, en busca de generar un “pensamiento y conocimiento libre”.

La aspiración utópica y revolucionaria de ‘cambiar la vida’

El surrealismo era, en sus propias palabras, “Un movimiento de revuelta del espíritu y una tentativa eminentemente subversiva de re-encanto del mundo, es decir de restablecer en el corazón de la vida humana los momentos ‘encantados’ borrados por la civilización burguesa: la poesía, la pasión, el amor-loco, la imaginación, la magia, el mito, lo maravilloso, el sueño, la revuelta, la utopía.” (1)

El espacio fue creciendo en el marco de la bancarrota cultural que significaba la posguerra y el impacto a nivel planetario de la gloriosa revolución de octubre. Con integrantes que venían del dadaísmo y combatieron desde sus inicios con las tendencias mercantiles del arte.

A su interior, también tuvo discusiones ideológicas en relación a posicionamientos políticos explícitos. A los 31 años, Breton se afilió al PCF y género la reedición del Manifiesto cómo: “El surrealismo al servicio de la revolución” en discusión con un sector encabezado por Dalí que sostenía que debía ser apolítico.

Los fines programáticos extremadamente cortos

Esto marca la dinámica de resistencia que empezaba a imponerse entre los artistas que integraban el surrealismo, un sello del ascenso de la lucha de clases que caracterizaba los años 20 y su primera experiencia política es la afiliación al Partido Comunista Francés (PCF) en 1927.

La imposición de censura, el ahogamiento de arte, y la persecución de artistas que intentaban denunciar las atrocidades de la burocracia estalinista, y las decrépitas instituciones culturales soviéticas fueron alejando a Bretón de los intentos por confluir con el comunismo. En el año 1934 se opone a la expulsión de Trotsky de Francia, rompe definitivamente con el PCF, y empieza sus acercamientos con el líder de la revolución rusa.

La situación material del autor, por no adherir al realismo soviético y por su inclaudicable lucha por no ser un escriba de la reacción lo llevan a buscar un puesto educativo en el exterior. El jefe incuestionado del movimiento surrealista elige México, en una explícita simpatía por la IV Internacional.

El arte y la revolución

Los intentos de reagrupar a los artistas y la indispensable lucha contra el estalinismo y la reacción burguesa llevan a Trotsky y a Breton a redactar el Manifiesto por un arte revolucionario independiente. Firmado de manera táctica por el muralista Diego Rivera, debido a que para el dirigente bolchevique un escrito sobre arte solo debía ser firmado por artistas.

En él se abordó una perspectiva digna de la IV internacional, categórica con la reacción burguesa y firme en su denuncia a la traición de la revolución, un escrito que brega por un arte que no sea para adornar la realidad capitalista, pero tampoco como forma de imposición o propaganda stalinista.

El arte, para Breton debía ser totalmente libre, salvo cuando este se levantaba contra la revolución proletaria. La discusión con Trotsky lo lleva al puerto de la libertad total, entendiendo que su libertad tiene un papel fundamental para la revolución y es por eso que el manifiesto propone “la independencia del arte -para la revolución: la revolución- para la liberación definitiva del arte”.

Anabella Dalinger

  • Discurso pronunciado por André Breton en un mitin del PCI (Partido Comunista Internacionalista de Francia) el 11 de noviembre de 1938, en Quatrième Internationale n° 14/15, noviembre-diciembre de 1938.
  • Manifiesto por un arte revolucionario independiente