San Luis: prenden fuego la provincia para hacer negocios

Lautaro Alassia

Esta semana, a tono con 14 provincias en el país, los incendios también dieron qué hablar en San Luis. Con grandes focos en el Cerro de la Cruz, Juana Koslay, camino a la ciudad de La Punta y más pequeños en localidades como San Francisco del Monte de Oro, Papagayos, El Morro y Carpintería.

El fuego viene siendo unos de los principales puntos de discusión en todo el país con ya más de 430 mil hectáreas incendiadas. Con imágenes dramáticas de vecinxs, brigadistas y bomberxs enfrentándose a las llamas y localidades o  barrios enteros en alerta o evacuados.

¿Qué nos deja el fuego?

Las consecuencias del fuego son graves. Ponen en serio riesgo al monte y al bosque nativo, la flora autóctona y a las especies animales que en ellos habitan. En concreto, con los incendios se pierde la cobertura de los suelos, lo que hace que cuando se reanudan las lluvias, el agua arrastre los nutrientes, especialmente en las zonas con pendiente como las sierras. Ese material que el agua arrastra llega a los cursos de agua y lagos a los que afecta con una hipertrofia de nutrientes. También afecta el llamado banco de semillas, una reserva de la propia naturaleza para regenerarse. Todo esto es un patrimonio que nos puede costar décadas e incluso centenares de años recuperar. La consecuencia es una  desestabilización de los hábitats que permite el ingreso de especies exóticas «invasoras», y/o fuerza a los animales propios de ese hábitat a migrar a otros que no les son propios, lo que también pone en riesgo a esas especies.

Además, la existencia del bosque nativo es clave en la regulación del clima por la participación fundamental de las plantas en los ciclos del agua. En concreto, tienen un papel central en regular las temporadas de sequías e inundaciones.

Si tenemos en cuenta que incluso organismos científicos de la ONU han pronosticado la llegada del planeta a un punto de no retorno en cuanto al daño ambiental y el cambio climático para 2030, vemos que la situación es gravísima.

Donde hubo fuego…

¿Cómo podemos explicar que en simultáneo hay graves incendios en 14 provincias del país? ¿Son cosa del clima estos incendios?

La realidad de los incendios dista mucho de  ser “el reflejo más nítido del cambio climático”, como plantea el ministro de Ambiente de la Nación, Cabandié. El 95% de los incendios son provocados. Las quemas y el desmonte son prácticas habituales en algunos sectores productivos, puesto que es la forma más barata para preparar el terreno para los emprendimientos. En particular es la industria inmobiliaria con fines especulativos y la extensión de la frontera agroganadera para la siembra de soja y maíz la que más viene aprovechando estos incendios hace ya más de dos décadas. Por lo que podemos afirmar que, donde hubo fuego… negocios quedan.

Basta de falsas soluciones

En los últimos días y semanas el gobierno nacional dio a conocer el “Plan de Políticas Ambientales” de Alberto Fernández. Ahí plantean un plan federal de erradicación de basurales a cielo abierto, un proyecto de Ley de Educación Ambiental, la implementación del Plan Casa Común y el traspaso del Programa Nacional de Prevención de Incendios y Manejo del Fuego al Ministerio de Ambiente. A su vez, en la provincia y en la ciudad de San Luis el oficialismo ha propuesto proyectos de campañas de concientización sobre cambio climático a funcionarios públicos, y un proyecto de forestación para “embellecer los caminos” que consta de plantar árboles en tornos a los caminos y rutas provinciales.

Son políticas vacías e insuficientes si no son acompañadas con un cuestionamiento completo del modelo extractivo y contaminante, y se empiezan a invertir las prioridades.

¿Qué hacer frente al desastre?

Ante la emergencia del fuego, necesitamos que se destinen todos los recursos financieros y de equipamiento e insumos que sean necesarios para combatir las llamas. No puede ser que los voluntarios y vecinos sigan enfrentando las llamas con palas y tierra.

Pero es necesario que el conjunto de lxs trabajadorxs podamos discutir qué hacemos para que esta situación no se repita nunca más. Se debe prohibir toda actividad extractiva y contaminante. Necesitamos que se declare la emergencia ambiental en todo el territorio nacional, que se destine presupuesto para el control de daños y la remediación ambiental, y que esos recursos estén bajo control de lxs vecinxs y organizaciones socioambientales, para que no queden en manos de los mismos que avalan y permiten los incendios. Además de poner en pie un nuevo modelo productivo y alimentario, definido con la participación democrática del conjunto de la población. Un modelo al servicio de las necesidades reales de la mayoría de la gente y no del agronegocio o la especulación inmobiliaria.