Un 17 de octubre para la historia

Escribe: Cele Fierro

Pasado el acto por los 75 años de aquel 17 de octubre del ’45, salvo en las editoriales de los medios afines al gobierno, que lo muestran como el gran evento del frente gobernante, dejó poco que relucir y mucho que desear para la militancia de base peronista, que realmente quiere un cambio a favor de las mayorías.

75 octubres: con ese nombre se difundió el acto al que convocaban la GCT y el PJ para el día de la lealtad. El acto tenía el objetivo de apuntalar la imagen, ya caída, de Alberto Fernández que iba a ser el orador del evento y hasta se le ofrecía que asumiera la presidencia del partido.

El acto virtual, con la plataforma y los avatars, se cayó antes de iniciado el evento. La unidad no se logró, ya que hubo actos previos, caravanas motorizadas por el moyanismo. El gobierno no alentó la salida a la calle, pero sucedió. El kirchnerismo estuvo presente, pero sin Cristina. De todas formas, en su discurso el presidente planteó con claridad que “no sobra nadie, hacen falta todos”, aludiendo a los distintos sectores que integran el Frente de Todos.

También hizo hincapié en que hace falta una Argentina “integrada”, planteando que “Perón no pensó una Argentina de clases”. Por cierto, Perón entendía muy bien la división de clases y por eso se ubicó en el lugar para poder encorsetar a la clase trabajadora para cuidar los intereses de la burguesía.
Para los desmemoriados, es bueno recordar su discurso en la Bolsa de Comercio en 1944, casi dos años antes del 17 de octubre. Allí expuso con claridad el plan del luego fortalecido movimiento peronista: “Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando conscientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea perjudicada, propendiendo por todos los medios a crear un bienestar social, sin el cual la fortuna es un verdadero fenómeno de espejismo que puede romperse de un momento a otro. Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil, y ése es el peligro que, viéndolo, trata de evitar por todos los medios la Secretaría de Trabajo y Previsión.

“Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso, porque la masa más peligrosa, sin duda, es la inorgánica. La experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son, sin duda, las que pueden ser dirigidas y mejor conducidas en todos los órdenes… Y yo llamo a la reflexión de los señores para que piensen en manos de quiénes estaban las masas obreras argentinas, y cuál podía ser el porvenir de esa masa, que en un crecido porcentaje se encontraba en manos de comunistas… Esas masas inorgánicas, abandonadas, sin una cultura general, sin una cultura política, eran un medio de cultivo para esos agitadores profesionales extranjeros… Eso me dio la idea de formar un verdadero organismo estatal con prestigio, obtenido a base de buena fe, de leal colaboración y cooperación, de apoyo humano y justo a la clase obrera, para que, respetado, y consolidado su prestigio en las masas obreras, pudiera ser un organismo que encauzara el movimiento sindical argentino en una dirección; lo organizase o hiciese de esta masa anárquica, una masa organizada, que procediese racionalmente, de acuerdo con las directivas del Estado. Ésa fue la finalidad que, como piedra fundamental, sirvió para levantar sobre ella la Secretaría de Trabajo y Previsión. Para evitar que ella cayese nuevamente en el mal anterior”.

Ni más ni menos: utilizar los derechos obtenidos por la clase obrera para ponerla al servicio de una dirección política y sindical, que tenga como objetivo, a través de la conciliación de clases, garantizar las ganancias de los capitalistas.

Por más que en los discursos el gobierno insista con “pararse al lado de los que más necesitan”, en el día a día vemos qué intereses defienden. Lo vemos con la política pública en plena pandemia: millones para subsidiar a las patronales mientras siguen debatiendo si mantienen o no el exiguo IFE. Mientras, los precios suben todos los días, los salarios pierden poder adquisitivo, la paritaria para estatales es del 7% y aún demoran el proyecto que reclama migajas a los ricos de nuestro país. Y mientras defienden los intereses de los especuladores inmobiliarios, se paran bien lejos de quienes hoy reclaman un pedazo de tierra para vivir.

A quienes el 17 de octubre recuerdan las banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política, el peronismo gobernante las abandonó hace rato. El PJ y la burocracia sindical no enfrentan a la derecha porque defienden los mismos intereses, en los marcos de este mismo sistema capitalista. No van a garantizar mejoras en las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares, sino que vendrán momentos de mayores penurias para las masas empobrecidas si se sigue por este camino de la mano del FMI y los grandes grupos económicos.

Hoy la tarea de las y los revolucionarios es explicarles a quienes ven cómo el gobierno le cede a la derecha que hay otro proyecto político que lucha de verdad por independencia económica, soberanía política y justicia social, y ese proyecto es el que levantamos desde la izquierda. Para garantizar esas banderas hay que ir contra este sistema capitalista, derribarlo y empezar a construir una sociedad socialista.