Inicio de clases:. Pensar la educación en clave covid
Mientras el ministro de Educación Nicolás Trotta asegura que «volvemos a una presencialidad cuidada y segura», CTERA afirma que el regreso a la presencialidad, debe ser consensuado en las paritarias nacionales a realizarse en febrero. Pero ¿Qué opinan los docentes y la comunidad educativa? ¿Hay condiciones de una presencialidad cuidada? Quiénes, cómo y qué deciden es nodal para pensar una nueva normalidad, una educación en clave covid.
Pensar la educación en estos tiempos.
Desde Alternativa Docente hemos insistido muchas veces, y lo seguiremos haciendo, en que la pandemia y la cuarentena del año pasado, han dejado sobre la mesa las limitaciones que ya tenía un modelo educativo que venía a los tumbos y que demostró, en este contexto, tener poco para dar, profundizando la exclusión, la desigualdad y la inequidad. A pesar del enorme esfuerzo que hicimos los docentes, contamos solo con nuestros propios y escasos recursos. Y en muchos casos ni estudiantes, ni maestros podían acceder a la virtualidad. Un año donde todo lo que conocíamos como “normalidad» desapareció por completo. Por eso es momento para pensar la educación. La normalidad escolar que conocemos no existe más y como hemos tenido que madurar una educación por fuera de la escuela durante todo el año pasado, ahora es necesario reubicar la educación en una nueva normalidad. El propio gobierno de Alberto Fernández da cuenta del fracaso que significó una virtualidad limitada, sin recursos y con tantas desigualdades. Es por eso que hay acuerdo que en lugar de mayor inversión en ese sentido, y apoyados además sobre la presión de un sector de la burguesía y de la derecha de volver al aula, ceden y pretenden imponer “la vuelta a la normalidad con presencialidad”. En boca del propio ministro Trotta: “Volveremos a una presencialidad cuidada y segura que iremos intensificando según los indicadores epidemiológicos de cada una de las jurisdicciones».
Según expresó Trotta, el regreso a las aulas que están planificando desde el Gobierno «será con los protocolos vigentes que contemplan medidas de distanciamiento social mínimo: uso de los tapa boca, medidas de desinfección y cierto escalonamiento». No se refirió en este caso, a los contenidos pedagógicos a desarrollar como parte de esta nueva normalidad, pero si quedo claro, en los dichos de Alberto Fernández en el fin de semana, que será el propio ministro quien los planifique. Todo en una puesta en escena que sigue mostrando que pensar la educación desde un escritorio, no sería lo más pedagógico, ni creativo.
No hay una normalidad a la que volver, esa nueva normalidad educativa hay que construirla. Pensar la educación en ese marco supone más que nunca preocuparse por un debate político integral pero concreto; ¿Qué educación necesitamos y para qué modelo de sociedad? La sociedad del sálvese quien pueda, del individualismo y la meritocracia, de la desigualdad y de la inequidad, la de priorizar las ganancias, el agronegocio y la especulación capitalista, es una sociedad que no se salva, ni tiene futuro, en la que mueren muchos y se benefician muy pocos. Por eso es necesario pensar una sociedad más justa e igualitaria, donde la cooperación, el consenso y la prioridad de la vida frente a las ganancias sean el eje. Pensar la educación en este sentido, es repensar qué modelo educativo construye los cimientos de esa sociedad diferente que puede soñarse. Por eso la integralidad de la discusión sobre la nueva normalidad, no se limita a protocolos sanitarios y selección arbitraria de contenidos, sino que construir esa normalidad requiere de pensar en profundidad qué escuela queremos, y cómo la ponemos en pie. Por supuesto que al hacerlo surge también la necesidad de definir el espacio escuela y las necesidades de mayores recursos para destinar a la educación pública, para garantizar espacios agradables, cuidados y seguros en los edificios escolares, con agua potable y limpieza para ambientes sanitizados. Asimismo, resignificar contenidos y repensar criterios de evaluación son parte de esa integralidad para poner en pie una escuela diferente y un modelo educativo distinto, que para nosotros debe ser socialista. Por supuesto, es un enorme desafío, un nuevo desafío que requiere de la participación de toda la comunidad educativa. Por eso, convocar a un Congreso Nacional Pedagógico, con carácter resolutivo, debería ser el verdadero camino de “volver a una nueva normalidad”. Y que en ese espacio democrático, donde todos podamos tener voz, se discutan a fondo las propuestas educativas y escolares.
El gobierno está lejos de eso, pretende seguir emparchando, haciendo recortes y selección de contenidos a juicio del ministro y fabricando un protocolo sanitario con distanciamiento social para escuelas que ni agua potable tienen. Desde afuera y sacando polvo al modelo educativo que fracasó, nos asegura que “esta presencialidad será cuidada y segura”. La comunidad educativa no opina, no puede discutir cómo y qué sería lo mejor, cuestiones que si podría en un Congreso Nacional Pedagógico. Sin embargo, no es convocada ni siquiera a un comité de emergencia para discutir por lugar y en asamblea necesidades concretas para pensar una “presencialidad cuidada”. Deciden otros, por docentes, padres y estudiantes.
Educación justa, inclusiva, cuidada y segura Vs volver a la normalidad
Trotta aseguró que la Unicef y Unesco «acompañan la estrategia que está planteando el gobierno argentino con cada una de las jurisdicciones» y que, en la reunión que mantuvieron este lunes en el Palacio Sarmiento, planificaron en conjunto «una estrategia de desarrollo para el regreso a la presencialidad cuidada». Si bien hemos visto cómo organizaciones nacionales y supranacionales han ido también acomodando su discurso a las necesidades del capital y la ganancia, la propia OMS ha dejado correr con justificaciones la apertura sin protocolo, para garantizar la producción mundial. En el caso de los organismos mencionados, la mayor preocupación en el marco del covid es más profunda, como lo dice una de sus representantes en la Argentina, y lo publican en su página: “Los niños y las niñas son las víctimas ocultas del coronavirus”, afirmó Luisa Brumana, “El COVID-19 no solo puede enfermarlos: aunque no lo veamos, la pandemia también afecta su educación, los expone a la violencia e impacta en su salud mental y nutricional -agregó-. Nos preocupa, en particular, la situación de las familias más vulnerables que viven hacinadas, las comunidades indígenas del norte del país que no cuentan con agua y jabón para lavarse las manos, las chicas y los chicos institucionalizados”. Como parte de este análisis que ellos publican, proponen varias salidas y sugerencias a los gobiernos, en donde la vuelta a la escuela es parte en algunos contextos, pero no la primordial. Sugieren que es necesaria la atención inmediata, garantizando alimentos, agua, medicación, controles médicos, y asistencia permanente sobre las familias más vulneradas de nuestro país, que las ubican en Misiones, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, Y Buenos Aires.
Estas desigualdades notorias en calidad de vida, hacinamiento, falta de recursos y desigualdad, quedaron en evidencia en el acceso a la virtualidad. Desigualdades que se han profundizado además en el marco de la pandemia, y que requieren de una intervención mucho más allá de abrir la escuela. Se necesitan tierras para vivienda, asistencia sanitaria constante, subsidios y ayuda económica y trabajo. Por supuesto todo eso es mucho más caro que abrir la escuela, que tampoco tiene agua, pero ya la responsabilidad será de quienes le ponemos el cuerpo, con o sin presencialidad: les docentes.
Tampoco creemos que debamos poner el debate en términos de educación presencial vs virtualidad. Esa discusión no obedece a una lógica que nos permita pensar en profundidad. El eje del debate es: ¿Qué es una educación justa, inclusiva, cuidada y segura? Desde ya, no es posible pensar ninguna justicia para los niños y niñas, si deben ir a la escuela para no ser maltratados o para comer. Deberíamos, como país, poder desarrollar intervenciones que garanticen infancias felices, libres, seguras e igualitarias en su integralidad. Después podremos analizar si en ese contexto de bienestar real, además podemos brindar el contacto presencial en aquellos lugares donde es dable el protocolo en condiciones seguras. Volver a una normalidad escolar, con las contradicciones de esa normalidad, no asegura, per se, la solución de semejante desigualdad social descrita. Una educación reparadora debe estar acompañada de políticas públicas que aseguren el cambio social.
Quienes deciden en educación, no son expertos, ni lo hacen desde el aula.
La tendencia del gobierno de apoyar sus decisiones en organismos, como los que señalamos antes, o en la opinión exclusiva de los sindicatos docentes, muestra una vez más que las decisiones sobre educación siempre las toman los que más alejados están de las aulas. Estamos acostumbrados los docentes a que todo lo que se piensa de la escuela, se lo piense fuera de ella, desde un escritorio alejado de la realidad del aula, del estudiante y del maestro. Desde los contenidos hasta las condiciones escolares vienen de afuera de la escuela, se bajan y deben ser aplicadas sin chistar por la comunidad educativa que se adapta y se formatea para ello. Pero eso ya fracasó. Debemos invertir el recorrido de esas elaboraciones. Es necesario que seamos los docentes los protagonistas de esos debates. Y ahora, de cara a esta nueva normalidad, es fundamental que se escuche la experiencia, las propuestas y los problemas de boca de quienes más conocemos la situación, los que día a día hacemos esa tarea. El gobierno sintetiza la voz los docentes en los sindicatos, entre ellos CTERA. Y por supuesto, el gremio responde a esta dinámica, porque tampoco convoca a asambleas para discutir y sólo a través de los medios planteó que el tema debe ser consensuado en las paritarias en febrero. En un texto firmado, entre otros, por Sonia Alesso y Roberto Baradel, respaldó la iniciativa de vacunar a los maestros, llamó a extremar las precauciones atendiendo a las necesidades específicas de cada provincia, ante la preocupación por el crecimiento de casos en niños y adolescentes.
Como siempre los sindicatos deciden qué discutir en las paritarias, sin ninguna consulta a las bases. Deberían saber que queremos sueldos que le ganen a la inflación de verdad, actos públicos regulares, cobertura de cargos, una obra social que cuide nuestra salud. Y queremos discutir en asambleas, para construir nuestros mandatos. Por supuesto, los problemas y necesidades para construir la nueva normalidad deben ser parte de la consulta a las bases, sabiendo que además esas cuestiones cambian por lugar y escuela.
En definitiva, la docencia queda al margen de todas las decisiones, no se convoca a Congreso Nacional Pedagógico para discutir qué escuela queremos y necesitamos pero tampoco a comités sanitarios de emergencia para discutir la pertinencia y puesta en práctica de protocolos. Mucho menos se nos convoca desde los sindicatos a asambleas para discutir cómo pelear por nuestras necesidades y además dónde y cómo debemos discutir la nueva normalidad.
A lo largo de 2020 cada escuela, llevo adelante la limpieza y desinfección de los edificios escolares para la entrega de alimentos. Sin embargo hay una responsabilidad indelegable del Estado de garantizar condiciones mínimas para que pueda haber educación virtual o segura en el aula. Los docentes somos los primeros en querer volver a nuestras aulas a dar clases como sabemos y sin gastar este nivel de recursos propios, pero conocemos mejor que nadie el estado de las escuelas y es necesario ser parte de una decisión como la de controlar que en las escuelas que no estén dadas las condiciones básicas, se lleven adelante las modificaciones necesarias para cumplir los protocolos.
Por otro lado: «El proceso de vacunación se va a iniciar en febrero. Esa es una decisión que adoptó nuestro gobierno en noviembre para priorizar la presencialidad del ciclo lectivo 2021», destacó Trotta. Luego, especificó que «los docentes se encuentran dentro de los cinco grupos priorizados para la vacunación y en el marco del Consejo Federal, este viernes nos reuniremos y pretendemos establecer un orden para priorizar a los docentes que más lo necesiten». Aunque aseguro que tampoco la normalidad presencial depende de la vacunación. La salud de los docentes, estudiantes y auxiliares debe ser prioritaria a la hora de pretender escuelas abiertas. Una educación cuidada y segura también debe partir de garantizar las mejores condiciones de trabajo para resguardar la salud y la vida de todos.
Pensar la educación en estos tiempos es pensarla en escenarios diferentes, con modelos formales e informales, con nuevos entornos y ambientes pero fundamentalmente, requiere de la participación de todas y todos para la puesta en marcha de un nuevo orden de prioridades en los aprendizajes. Desde Alternativa Docente creemos que es tiempo de dar estos debates y te invitamos a ser parte de estas discusiones para fortalecer esta salida.