Que el árbol no tape el bosque

Atentado y repudio. La agresión armada de Sabag Montiel contra CFK conmocionó al país y provocó un masivo rechazo. Sus derivaciones probablemente seguirán tiñendo el panorama político del país. Desde el MST en el FIT-U repudiamos la agresión y exigimos una profunda investigación para esclarecer los hechos y el castigo a los responsables, al tiempo que rechazamos la hipocresía y las campañas mediáticas de toda la derecha que habilitan estas y otras acciones reaccionarias. Así lo hicimos apenas conocido el suceso a través de nuestros referentes Cele Fierro y Alejandro Bodart y con pronunciamientos de la dirección de nuestro partido. También con una declaración del Frente de Izquierda Unidad en el mismo sentido.

Hipocresía de la derecha. El repudio abarcó a casi todas las organizaciones políticas y sindicales, y hubo pronunciamientos a nivel internacional. La oposición de JxC lo hizo atravesada por una escalada en sus disputas internas y en su búsqueda de espacio político para postularse por derecha, cuando es el gobierno quien está implementando gran parte de las medidas económicas que tenían en agenda. En ese sentido, el repudio de Juntos se hizo desplegando toda su hipocresía. Responsables de alentar todo tipo de discursos reaccionarios, se sumió en la encrucijada de rechazar el atentado tratando de evitar ceder espacio a los sectores más retrógrados de la derecha que, como Milei, Bullrich o Granata, no sólo se negaron a repudiar el hecho, sino que alentaron nuevas provocaciones.

Los discursos reaccionarios. Se han fabricado teorías conspirativas funcionales a las conveniencias de ambas coaliciones capitalistas, sin asidero en la realidad ni fundadas en ninguna investigación seria. Todo apunta a que Fernando Sabag Montiel habría actuado por su cuenta. Sin embargo, sus acciones se encuadran en una situación política donde los discursos que ocupan cotidianamente un lugar central de los grandes medios (que reciben una abultada pauta oficial) generan las condiciones para que grupo o individuos lleven adelante este tipo de acciones. Un clima generado en primer lugar, por la derecha más reaccionaria, que se paseaba por movilizaciones entre bolsas mortuorias y guillotinas, o con funcionarios pidiendo pena de muerte o fusilamiento de CFK. Pero tampoco se puede circunscribir este tipo de ataques al kirchnerismo y la figura de la vicepresidenta. Las organizaciones de desocupados son blanco de este tipo campaña de los medios, de la derecha y también del gobierno, incluida Cristina. También son objeto de estos ataques las mujeres y disidencias que luchan por sus derechos y también la izquierda.

Doble vara. La difusión de este tipo de discursos no es exclusiva de la derecha. Ya mencionamos el rol del gobierno del Frente de Todos en la demonización de los movimientos piqueteros y no pueden olvidarse las declaraciones de un ministro sostenido por el kirchnerismo como Sergio Berni, quien no dudó en pasar de las palabras a la acción en el violento desalojo de Guernica, por ejemplo. Pero si se profundiza en el análisis podemos encontrar patotas sindicales actuando en unidad con funcionarios y gobiernos como en el caso de Mariano Ferreyra; un ministro kirchnerista atropellando con su auto a manifestantes en Santa Cruz o los atentados con Molotov en esa misma provincia contra el gremio docente ADOSAC. La patota de la burocracia petrolera que desalojó la ruta por orden de Arcioni en Chubut y decenas de ejemplos más. Por supuesto, ninguno de estos hechos fue repudiado por el kirchnerismo. Discursos de odio de ayer y de hoy. Violencia repudiable impulsada por sectores políticos, empresariales y religiosos. Aunque sus mentores no actúen necesariamente con un arma o directamente, sus mensajes incentivan a que otros lo hagan.

Capitalismo; madre de la violencia. Un sistema que se asienta sobre la explotación de la mayoría de la sociedad para beneficiar a una minoría privilegiada sólo puede sostenerse a partir de la violencia. A veces más disimuladamente, otras (sobre todo en épocas de crisis) más explícitas. Los discursos de odio la alientan, pero no son las causas de esta violencia, buscan en gran medida introducir en la conciencia social que la responsabilidad de la miseria es de los sectores oprimidos de la sociedad y no de la clase dominante. Así los desocupados, los trabajadores que bloquean la producción en sus reclamos, los inmigrantes, los movimientos feministas, las diversidades sexuales y la izquierda son el blanco privilegiado de estas campañas, aunque a veces también organizaciones burguesas que defienden este orden social puedan ser alcanzadas. En un cuadro de polarización social y política, las disputas de las distintas fracciones burguesas por la gestión del estado capitalista exacerban todos estos elementos y mientras se repudian las acciones de los otros, se minimizan o justifican las propias. Sin embargo, en la defensa de este régimen social, son las clases populares las que sufren permanentemente la violencia estatal, o para estatal.

Utilización política del atentado. El Frente de Todos intenta utilizar el repudio mayoritario del atentado para fortalecer a un gobierno que venía muy cuestionado hasta por su propia base social, en pleno giro conservador y ajustador. La movilización del viernes convocada por el Frente de Todos junto a la CGT y todas las alas de la burocracia sindical perseguía ese objetivo. Los llamados a la paz social y la unidad nacional en defensa de una democracia supuestamente amenazada no son otra cosa que el intento de amordazar y frenar cualquier lucha contra el ajuste que vienen llevando adelante. Por esa razón el MST y el FIT-U no concurrimos ese día a Plaza de Mayo. Al mismo tiempo, la defensa de CFK, primero por la «causa vialidad» y luego por el atentado, preteden ser utilizados como argamasa para recomponer el rompezabezas de la coalición oficialista, o darle excusas a sectores que amagaban irse y nunca concretaban, como lo expresa la decisión oportunista de Patria Grande de suspender su ruptura con el bloque, soslayando el duro ajuste en curso.

Paz social para garantizar el ajuste. La unidad nacional que se reclamó desde la Plaza de Mayo y los discursos oficiales ya se viene gestando en el apoyo del conjunto de la burguesía, la burocracia sindical y la derecha al plan de ajuste encabezado por Massa, Rubinstein su gabinete y sostenido por Cristina, para cumplir el acuerdo con el FMI. Mientras la causa vialidad y sus posteriores movilizaciones se llevaban la atención mediática, Massa recortó brutalmente millones de pesos de los presupuestos de educación, salud, obra pública y hasta las destinadas a la discapacidad. En los últimos días suspendieron miles de planes sociales mientras otorgaron nuevas concesiones a las agroexportadoras con el dólar soja. La paz social que pregonan tiene el objetivo de generar las condiciones para sacar de las calles a los movimientos sociales, los obreros del SUTNA, la docencia que lucha en varias provincias y a todo sector que salga a pelear contra el ajuste. Para eso no dudarán (todos juntos) en profundizar la persecución, la represión y la criminalización de la protesta social. Por lo tanto, el repudio al atentado no pude significar apuntalar esa paz social. La tarea del pueblo trabajador no consiste en construir la concordia con el gobierno, la UIA, las patronales agroexportadoras y las corporaciones que aplican el ajuste y exigen aumentar la explotación obrera y la criminalización de la protesta social, sino organizar la pelea hasta derrotar el ajuste.

El árbol y el bosque. Sin dudas el repudiable atentado está siendo utilizado como cortina de humo para la aplicación de un megaajuste. Por eso el repudio no debe limitarse al atentado. Hay que repudiar y llamar a movilizarse contra la salida a la crisis que proponen el gobierno y todos los políticos capitalistas que es ajustar a los trabajadores y sectores populares, favoreciendo a los que más tienen, a las corporaciones y el FMI. Acuerdan con las patronales para socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. Transan con la burocracia sindical, traidora, frenadora y privilegiada. Negocian con la Justicia, atada al poder político. Y fortalecen el aparato represivo. Que el árbol no nos impida ver el bosque.
Derrotar el ajuste y fortalecer a la izquierda. La izquierda ha estado siempre en la primera línea de la lucha por la defensa de las libertades democráticas; en la lucha contra la dictadura, contra los levantamientos carapintadas, contra las leyes de impunidad, contra el 2×1 macrista, contra los procesamientos a los luchadores y las represiones de los distintos gobiernos, sean los de la derecha o los autodenominados «progresistas». Esta defensa no implica defender este régimen, diseñado para mantener un sistema de dominación que ataca cada vez con más violencia las condiciones de vida del pueblo trabajador. Por otra parte, es la propia clase capitalista, a través de todos sus partidos, la que, a medida que aumenta la crisis y su necesidad de ajustar se encarga de ir cercenando esa democracia que dicen defender. Por lo tanto, la necesidad de construir una herramienta política de la clase trabajadora y los sectores populares es una tarea primordial, tanto para enfrentar el ajuste en curso como para provocar los cambios de fondo que permitan terminar con este sistema de opresión y violencia. Fortalecer el MST en el FIT-Unidad es una necesidad en ese camino.