Deuda, concentración y saqueo. Argentina: un país de remate

La reciente entrevista de Alberto con Biden, mientras Massa renegociaba metas de ajuste con el FMI, mostró el grado de sumisión a los mandatos del imperialismo en que este gobierno, y todos los representantes de la dirigencia capitalista local, han metido al país. Hay que desconocer la fraudulenta deuda y romper todos los pactos políticos y militares con el imperio.

Escribe: Gustavo Giménez

Hacía tiempo que un dirigente del peronismo (que se caracterizó por un discurso soberanista y de no alineación con las potencias imperialistas) pronunciaba palabras tan elogiosas para con un presidente norteamericano. Habría que remitirse a las «relaciones carnales» de la época de Menem.

Alberto, apenas unos pocos días antes de conmemorarse un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas, le dijo a Joe Biden que se consideraba su «aliado absoluto», para luego avalar, sin ningún reparo, su política exterior y acordar sobre las enormes posibilidades de inversión en nuestro país que tendría las multinacionales yanquis. Como buen súbdito, guardó los discursos que suele entonar en otros escenarios, para disfrutar «su momento» con el gran jefe.

Coincidiendo con los pedidos de ayuda del presidente, el super ministro y aún presidenciable de Cristina y la Cámpora, Sergio Massa, se entrevistaba con la segunda del FMI, Gita Gopinath, para pedirle algunas concesiones menores sobre las duras metas de ajuste que impone el Fondo. Aflojes muy parciales a cambio de ajustar, ¡aún más!, los haberes de los jubilados y las penurias de la población trabajadora.

Las palabras de Alberto, los ruegos de Massa y las fotos del año pasado de una Cristina sonriente junto al embajador Marc Stanley o la enviada del Pentágono, la generala Laura Richardson, muestran que, pese a los relatos distintos, en las relaciones con el imperio, no existe «grieta» con Macri y sus adversarios de JxC.

Con ya ningún disimulo están blanqueando que nuestro país está completamente subordinado a los intereses y la explotación de las potencias imperialistas. Esa es la explicación del porqué una economía que hasta hace poco mostraba favorables índices de crecimiento tiene a más del 40% de su población sumida en la pobreza.

Para explicar esta contradicción conviene repasar aspectos claves de él creciente grado de dependencia, concentración y primarización de nuestra economía:

El FMI manda

El economista Javier Llorens, describió el acuerdo de Facilidades Extendidas que firmamos con el Fondo como un verdadero «pacto de coloniaje». Que otra cosa se puede decir de la convalidación de este gobierno del fraudulento crédito de U$S 45.000 millones, que tomó Macri y del cual no vimos un dólar en inversiones del país, ya que se esfumó en el circuito especulativo y que el Fondo otorgó violando sus propios Estatutos. Fue el crédito más alto en su historia, superando en 1.000% la cuota que corresponde a la Argentina, con vencimientos inmediatos por cifras imposibles de pagar. Todo porque Trump ordenó salvar el gobierno de Cambiemos.

Ahora, al no poder cumplir las metas de reservas dada la emergencia de una grave sequía que va a reducir las exportaciones en unos U$S 20.000 millones, el FMI, que por el acuerdo ejerce un monitoreo constante sobre nuestra economía con el objetivo de que le paguemos a ellos y a todos los buitres acreedores de nuestros compromisos externos- afloja un poco las metas de reservas, pero exige que se cumpla a rajatabla la reducción del déficit fiscal al 1,9% del PBI.

Como falta plata, Massa ya empieza a implementar los deberes que le encargó la funcionaria del FMI: va a restringir en la reglamentación el alcance de la recientemente votada moratoria previsional, se le pide que continúe con la reducción de la asistencia social, continúa con el oneroso aumento de tarifas y bajo el título de ir ordenado la situación del tipo de cambio, anuncia nuevas acciones devaluatorias como es el nuevo «dólar agro», además de tener que asegurar que se aumente el ritmo de devaluación mensual llamado crowling pec, entre otras medidas.

El reciente comunicado del Directorio Ejecutivo del FMI, llega a plantear que «políticas macroeconómicas más prudentes en la segunda mitad de 2022 respaldaron una moderación de la inflación», justamente cuando la inflación llegó al 100% anual, entre otras cosas, porque el gobierno necesita licuar los presupuestos estatales para poder cumplir las metas de achique que le exige el acuerdo. La cínica declaración sirve, entre otras cosas, para justificar su exigencia de que se mantengan las tasas de interés positivas del Banco Central que están generando un duro parate de la economía.

De paso se reta al ministro por andar malgastando reservas en operaciones de compra de bonos y le exige al Banco Central que limite las operaciones que representen una emisión monetaria encubierta como es la intervención el mercado secundario de bonos. Al final también meten presión para que terminemos de cerrar el acuerdo para saldar la deuda con el Club de Paris. ¡Si esto no es un pacto de coloniaje… se parece mucho! Habría que preguntarse ¿dónde quedaron los reclamos de Máximo de renegociación del acuerdo?

Fuga de capitales

Si tomamos el total bruto de la deuda pública -en pesos y dólares- a valor de la divisa norteamericana, son U$S 382.281 millones1 que representan el 80% del PBI. En un reciente artículo del economista Gustavo Bermúdez2 se analiza que los dólares de particulares y de empresas guardados en los bancos, en cuentas en el exterior, en cajas de seguridad o abajo del colchón, suman U$S 246.946 millones. Si a esta cifra se le suman «inversiones de cartera en activos financieros y la inversión directa como bienes, propiedades e inmuebles -caso Miami, Uruguay-», llegamos al récord de U$S 380.179 millones de activos privados.

Estas cifras significan un aumento, desde el año 2015, de un 54%. Pero si además le sumamos las reservas brutas del Banco Central la cifra alcanza los U$S 424.777 millones ¡casi un PBI entero! Imagínese lector toda esa plata volcada a la economía nacional a desarrollar obras de infraestructura, viviendas populares, para levantar nuestras destruidas salud y educación públicas, para que los jubilados, empleados estatales y planes sociales puedan ganar acorde a las necesidades de la canasta familiar.

Un modelo extractivista y de concentración económica

Si los alimentos que produce el país suben cada vez más de precio hasta resultar inalcanzables para una familia trabajadora, que ni apelando a segundas y terceras marcas o restringiendo el consumo de carne al máximo, llega a fin de mes, es por el modelo económico que ha ido mutando en estas décadas. Se abandonó el desarrollo industrial que supimos alcanzar, por una economía rentista destinada a la exportación y acompañada de la privatización de las empresas del Estado, que el menemato realizó en la década del ‘90.
Hasta la dictadura militar el desarrollo capitalista del país era lo que se llama una «economía semi cerrada», con una fuerte industria de sustitución de importaciones.
Martínez de Hoz, el ministro de economía de Videla, produjo en complicidad con el imperialismo un giro abrupto en este modelo. Abrió la importación, bajo las protecciones de la industria local, redujo sustancial-mente los salarios disminuyendo por esta vía el consumo en el mercado interno, provocó junto al resto de los ministros del Proceso un fuerte salto del endeudamiento externo -Cavallo después nacionalizaría la deuda externa de las empresas privadas, en su gran mayoría fraudes contables- y se favoreció la agro exportación.

Alfonsín no cambió en nada sustancial esta matriz y Menem va a completar la tarea privatizando las empresas estatales, un capital público acumulado por generaciones rematado a precio vil –por papeles devaluados de la deuda externa-. El régimen de la convertibilidad (un peso = un dólar) se realizó sobre la base del aumento muy fuerte del endeudamiento. Tuvo como consecuencia una importante recesión que junto a las privatizaciones llevó los índices de desocupación a niveles históricos.

Caído De la Rúa y Duhalde después, los tres gobiernos kirchneristas, que gozaron de la entrada de dólares más importantes de nuestra historia económica dado el alza de los precios de las materias primas en el mercado internacional, no alteraron esta matriz económica. Siguieron pagando la deuda externa, acrecentaron enormemente la deuda pública y pese a su discurso nacionalista, sostuvieron el modelo privatista.

El gobierno de Macri profundizó este curso, bajando sustancialmente salarios y jubilaciones, descargando brutales tarifazos, dando rienda suelta a la especulación financiera de bancos y fondos buitres, que terminó con la crisis de la deuda y el brutal crédito Stand By del FMI, aumentando la deuda externa un total de U$S 100.000 millones.
El gobierno del Frente de Todos, el llamado a la unidad –aun a la peor derecha del PJ- para derrotar al liberalismo, termina aplicando su programa con Massa como ministro. Si sacamos la sequía de estos meses, los empresarios del campo son uno de los sectores que más ganancias han obtenido. El aumento de los precios de los alimentos que la guerra produjo, hizo que este sector no solo se enriqueciera aún más, sino que lejos de pagar algún impuesto a la renta extraordinaria, los trabajadores argentinos tuviéramos que pagar los alimentos que produce nuestro suelo a precio dólar.

La concentración de los grandes es impresionante, las exportaciones de la principal entrada de divisas de nuestra economía la manejan 10 pulpos empresarios, el 70 % de capital extranjero. Tienen 14 puertos privados con poco o ningún control y encima exigen un dólar especial para liquidar sus cosechas. Su modelo productivo basado en agroquímicos es altamente contaminante, envenenando los pueblos de la campaña y cursos de agua aledaños, e hipotecando el futuro y la fertilidad de los suelos. El Paraná es el curso de agua por el que se desangran gran parte de nuestros recursos sin control.
Este modelo extractivista se extiende a dos rubros que les interesan a las potencias imperialistas, ávidas de materias primas. La explotación hidrocarburífera y gasífera, con centro en el fracking de Vaca Muerta y en el proyecto de explotación offshore frente a las costas de Mar del Plata y la mega minería de litio, y otros minerales como el cobre, o el oro y la plata.

La mayoría de estas explotaciones son de poca mano de obra en relación a su volumen. Las divisas que quedan en el país se acumulan para cumplir con los compromisos de la deuda y Massa ya promete un régimen para que las empresas que quieran invertir puedan remitir sus utilidades al exterior con menos trabas, de las que existen en estas épocas de sequía de dólares. Ya empezó al otorgarle a los bancos privados que intervinieron en el último megacanje de bonos la posibilidad de que remitan el 40% de sus utilidades permitidas (estaban suspendidas de este beneficio por la actual crisis de reservas).

Cada vez más especulación financiera

Por último, la combinación de altas tasas de interés con un dólar, que si bien ha aumentado su ritmo devaluatorio todavía registra atrasos con respecto a la inflación, facilita el llamado carry trade. El gran negocio de bancos y fondos de inversión que especulan con las suculentas diferencias, en un país donde las entidades bancarias cada vez tienen más privilegios para invertir gran parte de sus carteras en bonos del Tesoro o Leliqs del Banco Central, completando un círculo de una economía extractivista, dependiente, con una pesada y fraudulenta deuda y con una alta especulación financiera, alta inflación y cada vez más bajos salarios e ingresos populares. Ese es el menú de la dependencia que debemos romper en defensa de nuestros salarios y los recursos de nuestro país.

Una casta política servil a los intereses imperiales

Hace pocos días, al cumplirse un nuevo aniversario del 2 de abril, recordamos que este gobierno de discurso nac&pop ahora se abraza con la potencia que favoreció el triunfo militar de los piratas ingleses. Las pocas iniciativas, como la ley que promovió Pino Solanas para sancionar a las empresas que actúen en nuestro territorio siendo parte de explotaciones extractivas en las islas Malvinas, son cartón pintado, no se aplican. Como tampoco se ha aplicado ninguna sanción a las empresas y capitales británicos en la Argentina.

Por eso, un magnate británico como Lewis, tan criticado por algunos sectores del kirchnerismo, puede tener un territorio de nuestro país donde dicta su propia ley, desconociendo los derechos de los argentinos. Se agenda un lago para uso privado, cierra los caminos públicos, posee un aeropuerto privado y además viola la seguridad nacional que prohíbe a empresarios extranjeros poseer territorios fronterizos. La creciente extranjerización de la tierra que Lewis representa es cada vez más grande.

Cada vez más, el antiimperialismo es apenas un recurso dialéctico para defender a Cristina de sus causas judiciales. Wado de Pedro viaja al enclave imperialista de Israel, enemigo de la lucha de los pueblos árabes y promete colaboración y alienta inversiones. Ni hablar de que nunca rompimos con el TIAR y los pactos que nos atan al imperialismo. Menos que menos, ahora que nuestro presidente es, sin que nadie del FdT le critique, un «aliado absoluto».

La dependencia y subordinación política es una consecuencia de la total dependencia económica y falta de soberanía en que todos los sectores de la casta han sumido al país. La enorme pobreza es su expresión más brutal.

Un programa alternativo para terminar con la entrega

. Romper de inmediato con el FMI, los organismos internacionales de crédito y los acreedores privados de la deuda.
. Nacionalizar la banca y el comercio exterior, con control social y de sus trabajadores.
. Nacionalizar sin pago todas las empresas públicas privatizadas, colocándolas bajo la dirección de sus trabajadores y usuarios.
. Fuertes impuestos sobre los grandes empresarios, eliminación del IVA de los productos de la canasta familiar y baja carga impositiva a la pequeña producción.
. Una profunda reforma agraria, que termine con la gran propiedad terrateniete y los grandes capitalistas que explotan nuestro campo. Repueblen el «desierto verde» con créditos y asistencia a los agricultores, para el desarrollo de un modelo ecológico no contaminante.
. Aumento general de salarios básicos, jubilaciones y planes sociales al nivel de la canasta familiar con cláusulas de actualización mensual. Congelamiento inmediato de precios, aplicación de la ley de abastecimiento para los que especulen.
. Plan de construcción de viviendas populares y construcción de obras de infraestructura para favorecer la industria y favorecer el empleo.
. Terminar con el fraude laboral, el empleo en negro y la precarización.
. Romper todos los pactos y acuerdos políticos que nos atan al imperialismo, como el TIAR, los acuerdos con el CIADI, etc.

Militarización en defensa de los negocios extractivos

Justo el 24 de marzo, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Martín Paleo, anunció vía twiter, varios planes de campaña para desplegar fuerzas militares en zonas de «recursos naturales y espacios soberanos» como Vaca Muerta, Bahía Blanca y la plataforma marítima del Atlántico. «Vamos a poner en práctica nuestra capacidad de desplazar medios militares para disuadir, y en el caso necesario defender, nuestros objetivos de valor estratégico», definió el militar. Los planes en estudio incluyen las zonas de extracción de litio y otras explotaciones extractivas, bajo la excusa de proteger nuestros recursos soberanos.
Estos argumentos no resultan convincentes en boca de los herederos de las fuerzas armadas que en la pasada dictadura militar entregaron la economía y los recursos del país a las trasnacionales y cuando, por un error de cálculo, dirigieron una guerra contra los piratas ingleses, la traicionaron sin ningún empacho. En realidad, van a defender la soberanía de las empresas multinacionales que ya están invirtiendo o van a venir a invertir en negocios de depredación de nuestros recursos y contaminación del medio ambiente, con el acuerdo del gobierno nac&pop y el beneplácito de la derecha.

 

1 Datos del INDEC al 3er trimestre de 2022.
2 «Récord: los dólares e inversiones fuera del sistema ya son U$S 380.179 millones», Clarín 28/03/2023.