El discurso de Cristina en Quilmes: “Si Milei cambia, lo vamos a ayudar”

El sábado 27, al inaugurar un miniestadio quilmeño con el nombre de Néstor Kirchner, hizo su primer discurso público desde que asumió Milei. Reapareció cuando sube la bronca contra el gobierno y de paso busca reordenar el peronismo. ¿Cuál es el verdadero contenido de lo que dijo y lo que no dijo?

Escribe: Pablo Vasco

Un palo bien dado. Como es obvio para cualquier dirigente opositor tres días después de la enorme marcha federal universitaria, Cristina arrancó por sacudirle lindo al gobierno. Imposible no coincidir con ella cuando dijo, refiriéndose a Milei: “Hermano, hermana, te puede haber votado el 60 por ciento de los votos, pero si después cuando sos gobierno la gente se caga de hambre, pierde el trabajo, aumenta la desocupación, no puede llegar a fin de mes, ¿de qué sirve?”

Otra crítica justa. También fustigó una de las claves del proyecto económico de Milei, al que llamó experimento anarco-capitalista y luego anarco-colonialista porque “nos preanuncia una economía de carácter extractivista. O sea, llevarse todos los recursos naturales sin valor agregado, sin tecnología, sin industrialización. O sea, pre-capitalista. Porque me hace acordar a la Argentina del Virreinato del Río de la Plata, donde se llevaban todas las riquezas y no te quedaba nada”.

Hablemos de energía. Cristina le dedicó largo tiempo al tema. Explicó el negoción de unos pocos pulpos privados que monopolizan la generación, el transporte y la distribución e inflan las tarifas. Pero después de decir que “no hay eficiencia en el mercado, hay apropiación de rentabilidad de la sociedad”, como salida estratégica no propuso la estatización integral de todo el sistema energético, incluidos el petróleo y el gas, sino “sentar a todos los jugadores, blanquear los costos, establecer rentabilidades razonables”. El verso de siempre.

Contra la docencia. Cristina volvió a atacar a les docentes y su derecho de huelga: “yo lo dije en el documento del 14 de febrero, teníamos que discutir de la educación, sobre todo primaria y secundaria”; “el gobernador de Santa Fe dijo que destinaba un 23, 25% de los recursos a los salarios docentes y que no concurrían por suplencias, por licencias, por lo que fuera”. Y hasta reafirmó su discurso gorila del 1° de Mayo de 2012 (“trabajan cuatro horas por día y tienen tres meses de vacaciones”).

“Si cambia, lo ayudamos”. Según CFK, “el presidente tiene que comprender que debe dar un golpe de timón… él quiere acomodar la cabeza al sombrero. No presidente, cuando no le entra el sombrero no achique la cabeza: agrande el sombrero… Y si lo hace lo vamos a ayudar, porque nadie quiere que le vaya mal. Porque si le va mal a usted, les va mal a todos los argentinos”. Falso, Cristina: si a Milei le va bien, a todo el pueblo trabajador y al país nos va cada vez peor. Por eso, como dijo Estela de Carlotto, hay que “hacer algo para que se vaya rápido”.

Enfrentar a Milei, te lo debo. Ahí termina de hacer agua el planteo de Cristina. Si el plan económico-social de Milei es colonialismo extractivista, desindustrializar, agravar el desempleo, bajar los salarios y jubilaciones, meter reforma laboral, privatizaciones, tarifazos de servicios y otros males, ¿por qué en todo su discurso no dijo ni mu sobre salir a enfrentar, movilizar o al menos resistir, la nueva Ley Bases y todo el ajuste? Hablemos claro: el que no enfrenta al gobierno, lo deja correr.

El PJ no va más. Cero autocrítica sobre su gobierno con Alberto, cuyo desastre le abrió la puerta a Milei, Cristina apenas dijo: “tenemos una enorme responsabilidad como oposición, que es discutir el país que queremos reconociendo lo que hicimos, lo que nos faltó y mirando para adelante”. Busca reorientar al pejotismo, con mucho cruce interno. Pero ese proyecto está agotado, no sirve “dar la pelea adentro”: acá sólo habrá soberanía política, independencia económica y justicia social con la izquierda, con un gobierno de las y los trabajadores, con un proyecto distinto, anticapitalista y socialista.