Fantasía y pánico: el mundo de los «mercados»
Con alma y voluntad propias, como seres autónomos, así son tratados los llamados «mercados». Según la prensa, votan, hablan, escuchan y deciden. Muestran su ira o su confianza al ritmo de derrumbes y repuntes. El mito dice como el de los dioses griegos que, según su estado ánimo pueden elevar a sus hijos al Olimpo o devorarlos despiadadamente. Adam Smith, uno de los fundadores de la Economía Política Clásica, les atribuía la capacidad de ordenar los desmanes y desigualdades propias de la actividad del capitalismo con su sabia e infalible «mano invisible». Para Carlos Marx padre de la Crítica a la Economía Política, sin embargo, lo que en ellos circula es, en su mayoría, Capital Ficticio, pura ilusión que a cada momento amenaza con desvanecerse. Todo esto se refiere en especial a los mercados financieros, también llamados mercados de capitales. Pero ¿qué son en realidad esos mercados? ¿Quién actúa en ellos y cómo? ¿Qué papel cumplen en la vida económica y financiera? ¿Crean nueva riqueza o simplemente se inflan de manera especulativa saqueando las condiciones de vida de las clases trabajadoras?
Distintos tipos de mercados
Hay mercados bursátiles y extrabursátiles. Algunos tienen lugares físicos de funcionamiento y en otros las transacciones son descentralizadas y entre operadores individuales. A riesgo de dejar por fuera algunas de las operaciones, es importante identificar, al menos, algunos de los mercados existentes.
Bolsa de Valores: en estos mercados se negocian acciones de corporaciones y empresas. Hay dos tipos de estos mercados: el primario donde las empresas por medio de una oferta pública organizada, según ciertas regulaciones, ofrecen a los inversores una primera emisión de acciones. Y el secundario, donde esas mismas acciones o «valores» se negocian dependiendo de lo que los inversores creen que es su precio de acuerdo a las noticias sobre la marcha de las empresas, sus estados contables, y sus ganancias.
Mercado de Bonos: es el lugar donde los organizadores de la emisión de esos bonos obtienen préstamos muy grandes. Pueden ser, por ejemplo, bonos del Tesoro de los países, bonos soberanos, de corporaciones o municipales, etcétera.
Mercado de Derivados: los derivados son los paquetes o instrumentos financieros que obtienen su supuesto valor de otros activos subyacentes. Algunos ejemplos de estos son los Futuros, swaps, opciones, etcétera. Por ejemplo, la negociación a Futuro de una cosecha aún no levantada de granos, o cargamentos de petróleo no extraído todavía. O los swaps que contenían empaquetados (escondidos entre otros instrumentos) las hipotecas basura con cuya quiebra se manifestó la crisis mundial del 2008.
Los jugadores
Los inversores que actúan en estos mercados no son ciudadanos comunes. En todo caso lo hacen Bancos de Inversión, Fondos de inversión (Fondos de Pensión o corporaciones que utilizan sus ganancias para invertir en el juego especulativo) y los llamados Fondos Buitres que se dedican a comprar muy barato instrumentos financieros desvalorizados, o bonos basura como ocurrió con papeles de la deuda argentina defaulteada en 2001, que fue pagada al contado por Macri a su precio nominal, varias veces superior al que la habían obtenido esos fondos.
Son estos inversores los que toman las decisiones, los que en todo caso escuchan, hablan o votan. Son instituciones de la gran burguesía que muchas veces usan el salario ahorrado por los trabajadores o el dinero destinado para las pensiones y jubilaciones, o que obtienen, a través de los bonos públicos, una parte de la plusvalía producida en un país de la que se apropian los gobiernos como impuestos; justamente utilizando para eso el dinero de sus depositantes en caso de los Bancos o de las pensiones futuras en caso de los Fondos de pensiones.
Así, en la crisis de 2008, la de las hipotecas sub prime, arrastró no sólo a los propietarios de las viviendas sino también a parte de los inversores que habían comprado esos derivados. Y aunque la crisis misma produjo una enorme destrucción de capital, tanto real como ficticio, la mayoría de los bancos responsables de esos derivados y de su circulación fueron salvados por los gobiernos.
Por qué se derrumban las acciones y los bonos
Después de las Paso, que desnudaron el rechazo mayoritario de la población al gobierno de Macri, se está produciendo no sólo la devaluación del peso argentino, sino que en los mercados financieros de valores y bonos tanto del país como de New York, ocurre una enorme caída de las acciones de las empresas locales que cotizan allí y de los bonos soberanos. ¿Por qué sucede esto desde el punto de vista de los mercados, o mejor dicho de los bancos e instituciones que invirtieron en acciones y bonos?
Veamos primero las acciones. Las principales pérdidas de acciones de empresas argentinas en la bolsa de Estados Unidos y la local la están sufriendo los bancos y las empresas de energía, Banco Galicia, Macro, y otros vieron caer sus valores bursátiles alrededor del 50%. Es decir que esas acciones valen la mitad promedio de lo que valían. Aquí el problema es que el gobierno macrista para enfrentar la crisis cambiaria que se abrió en abril de 2018, acordó con los bancos locales que compraran papeles financieros de corto plazo nominados en pesos, con una exorbitante tasa de interés de alrededor del 70%, y les plantea su renovación a cada vencimiento generándoles una ganancia usuraria. Pero la derrota electoral dejó al desnudo la fragilidad de esos papeles, que muy probablemente no puedan ser pagados sin agravar todavía más la crisis del país. Por lo tanto, están en serias dudas las ganancias que esperaban obtener los inversionistas que compraron las acciones de los bancos en el Mercado Secundario, entonces buscan desprenderse de ellas al precio que sea. En el caso de las empresas de energía, ya el «mercado», es decir, los inversionistas no creen que puedan seguir manteniendo el nivel de ganancias por el no aumento de las tarifas hasta diciembre como medida electoral tomada por Macri.
En el caso de los bonos soberanos o las letras en dólares de corto plazo ocurre un fenómeno similar, aunque no idéntico. El acuerdo con el FMI de junio de 2018 tenía como objetivo central garantizar la devolución de la deuda irresponsablemente contraída por el gobierno de Macri para hacer pasar sus contrarreformas contra los y las jubiladas y les trabajadores «gradualmente» y para financiar fuga de capitales. Pero resulta que el gradualismo fracasó y no hay certeza de que las reformas pedidas por el FMI se puedan realizar a plenitud a pesar del ajuste tremendo que se viene realizando contra el pueblo trabajador. Y, por lo tanto, tampoco hay certeza de que el gobierno pueda obtener los recursos para continuar pagando deuda, garantizando la fuga de los especuladores, ni cumplir con los compromisos del FMI. Es decir, existe en esos inversores la certeza de no se va a poder pagar esa deuda. Por eso es que se quieren deshacer de los bonos.
Hablarle a los mercados o repudiar el saqueo
Los mercados, o los inversores, no escuchan más que su propia música. La música de su mundo de fantasía, donde lo dominante es el saqueo, la expropiación de derechos y de conquistas de los pueblos. Y, como no es esa música la que están escuchando, empiezan a sentir pánico y abandonar un barco que se hunde inexorablemente. Porque la voz que les llega desde el pueblo argentino, les dice que hay muchas posibilidades, que más allá de lo que le digan Macri o Alberto, se acerca el momento del repudio al saqueo que pretenden imponer.
Carlos Carcione