Deuda externa impagable. La salida es el default soberano
Ante el rechazo de los bonistas, Alberto Fernández y su equipo llevan adelante febriles negociaciones para evitar el default, y continuarán probablemente durante todo el mes. En realidad lo que tratan de cerrar es un acuerdo de postergación de pagos de solamente una parte de la deuda. Discuten sobre unos U$S 67.000 millones de un total que sobrepasa los U$S 322.000 millones y que, es a todas luces, impagable por dónde se lo mire.
Escribe: Gerardo Uceda
Podríamos decir que el único tema que compite por los titulares de los diarios con el Coronavirus es la negociación entablada con los acreedores privados por el pago de la deuda. La razón es doblemente clara, por un lado, por la suma adeudada que es imposible de afrontar por una Argentina en crisis crónica y menos en estas circunstancias de doble crisis económica y sanitaria agudas. Y también, porque en mayo se acumulaban dos fechas límites, la del 8/5 pasado que era el tiempo que el gobierno de AF le dio a los bonistas para aceptar su propuesta y que mayoritariamente rechazaron, y la del 22/5 que es cuando existe un vencimiento de U$S 503 millones y, de no pagarlo, entraríamos directamente en default.
La propuesta de Fernández
Como ya la hemos explicitado desde estas páginas, sólo resumiremos las bases de la propuesta elevada a los bonistas. La misma tiene 3 componentes centrales, 1) Pedir un periodo de gracia de 3 años durante los cuales no se pagarían ni capital ni intereses, 2) Una quita del 5% del capital, alrededor de U$S 3.600 M y 3) Una quita del 62% de los intereses devengados, lo que son cerca de U$S 37.000 M. Otro punto de la propuesta es una baja en los intereses a pagar que irían desde el 1 al 5% aproximadamente.
Esta negociación fue presentada hacia adentro del país como muy conveniente, progresiva y casi revolucionaria. Sin embargo, es notable que el FMI la apoyase, que lo mismo hicieran más de 160 economistas internacionales de prestigio y que el presidente de ADEBA dijese que la propuesta sería conveniente para los bonistas. ¿Cómo se explica que semejante quita de U$S 40.000 M entre capital e intereses sobre un total de 67.000 sea considerada como aceptable por todo el stablishment financiero mundial? Muy sencillo, porque lo que tienen por cobrar es muchísimo más y eso es lo que en los diarios burgueses no aparece claramente. Y porque lo que Argentina ofrece pagar en el medio de esta crisis económica mundial es mejor que lo que pueden obtener en otros mercados y muchísimo más de lo que lograrían si se deshicieran de los bonos, que no cotizan más del 20-25% del valor nominal.
Ilegítima, fraudulenta e impagable
La realidad es que como dijimos, lo que se está negociando actualmente es el diferimiento de pagos de una parte de la deuda pública total estimada en más de U$S 322.000 M. Esto es así porque los pagos acumulados en éste y el próximo año estaban totalmente por fuera de las posibilidades de pago, llegando a un total de U$S 58.000 M en 2020 y cerca de U$S 29.000 M para el 2021. Por ello, Fernández no tuvo más remedio que ir a fondo en una reestructuración que incluye los U$S 44.000 M que Macri le pidió al FMI y el resto que corresponde a bonos en dólares emitidos bajo legislación extranjera (EEUU) y que no habían sido refinanciados en acuerdos previos como el megacanje y el canje de Néstor, de no pagarse o acordar postergación, entraríamos en el default tan temido por el gobierno.
Sin embargo, el volumen total de la deuda pública argentina, cuya composición es de un 77,8% en dólares y 22,2% en pesos, en la actualidad alcanza el 90% del PBI según datos del propio ministerio de economía de la Nación. Esto es la deuda y viene creciendo año tras año a pesar de siempre estar pagando. Y ahora, por la pésima combinación de caída del PBI por la recesión de años más la devaluación del peso lo que ha sucedido es que la deuda se acerca al 100% de lo que produce el país en todo un año, lo que habla de la imposibilidad fáctica de pagarse.
La deuda es impagable por su monto, por su catastrófica relación con el PBI argentino y sobre todo por los intereses usurarios que cobran los buitres externos. Donde se pactan intereses 2-3 veces superiores al promedio mundial que no supera el 2-3% y, además, aplican intereses punitorios porque como ya saben, no se podrá pagar en termino. Por lo tanto, mientras más pagamos más debemos. Baste un ejemplo reciente para demostrarlo: con el Club de París, una deuda de 2014 de U$S 4.500 M, se transformó en estos 6 años en U$S 9.100 M, es decir, más del doble, cuando no debiera haber sido superior al 15-18% de intereses, o sea unos U$S 5.300 M. Esto es lo que ha pasado históricamente con la deuda externa, así Menem entregó todas las empresas nacionales para pagarla y terminó debiendo más de U$S 150.000 millones, luego del canje del 2005 y del famoso desendeudamiento del kirchnerismo, terminamos el 2015 con más de U$S 240.000 M, y ahora ya superamos los 300.000.
Por eso, desde el MST en el FIT-U siempre sostuvimos que la deuda no sólo era ilegítima, ilegal y fraudulenta sino sencillamente impagable y que la única salida para poder salir de la crisis crónica a la que asistimos y que el coronavirus ha potenciado, es declarar un default soberano y unilateral del total de la deuda pública.
¿Qué se podría realizar con todo ese dinero?
Nosotros también decimos que la única deuda que hay que honrar es con el pueblo trabajador que viene siendo ajustado y postergado desde hace más de 40 años. Y que el dinero que se destina para pagarla es un primer paso importante e imprescindible para empezar a hacerlo.
Para dar algunos ejemplos de lo que se podría hacer con esto, digamos que Argentina gasta en salud pública y obras sociales (incluyendo al PAMI) unos U$S 24.000 millones al año, es decir, menos de la mitad de lo que tendríamos que pagar este 2020 y menos del 7,5% del monto total adeudado. Lo mismo sucede si consideramos la educación, a la que se destina menos del 5% del PBI (unos U$S 17.000 M). Por lo que con sólo no pagar lo que correspondía a este año de duda se podría duplicar los presupuestos de ambas áreas y sobraría dinero.
Pero aún considerando los pagos promedios anuales, que rondan los U$S 20.000 M podríamos construir cerca de 800.000 viviendas populares al años superando el déficit habitacional en pocos años y generando empleo genuino y desarrollo industrial. O construir 660 hospitales de alta complejidad con quirófanos y Unidades de Terapia Intensiva incluidas.
Ni hablar que nacionalizando la banca y el comercio exterior, evitaríamos la fuga de capitales. Esos dólares que se llevan los amigos del poder. Los mismos dólares que “nos prestan” y después pagamos todo el pueblo y que, por ejemplo, sumaron más de U$S 75.000 millones durante el gobierno de Macri. Fernández convalidó esta y toda la deuda. Y ahora pretende pagarla. La única salida es no pagar. Vamos por el default soberano.