Solá y los cerdos chinos
Semanas atrás, se dio a conocer que el gobierno nacional -a través de su canciller, Felipe Solá- está en proceso de un acuerdo para que Argentina pase a producir de 7 millones a 100 millones de cerdos para la exportación de su carne a China. Un acuerdo que trae bajo el brazo el liberar al país imperialista de la zoonosis -entre otras consecuencias- y obtener divisas para el pago de deuda externa para nuestro país.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto informó el lunes 6 de julio que: “El canciller Felipe Solá mantuvo hoy una constructiva entrevista telefónica con el ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan, en la que quedaron abiertas las puertas para importantes emprendimientos conjuntos y fue confirmada la presencia argentina como invitada de honor en Shanghai en noviembre de este año para la CIIE (China International Import Expo)” más abajo, la publicación refuerza: “La Argentina podría producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad y le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años. Ya llegaron a un acuerdo sobre este proyecto la Asociación China para la Promoción Industrial y la Asociación Argentina de Productores Porcinos.” [i]
Más allá de la foto y las declaraciones del comunicado, aún no se sabe de la letra chica del acuerdo. Se habla de inversiones millonarias, la celebran. Se habla de la instalación de verdaderas fábricas porcinas, pero no de la contaminación que puede generar. Se habla de calidad y el abastecimiento de la carne porcina, pero no del peligro de zoonosis. En fin, mucha foto, poca información sobre los impactos que puede generar esta industria y sobre todo poca consulta al pueblo trabajador sobre que destino tomar.
¿Nueva agroindustria contaminante?, una vieja conocida
La agroindustria es la actividad que le tocó a Argentina en la división internacional del trabajo. Los distintos gobiernos, entregaron la soberanía de nuestros territorios a la contaminación que generan las “nuevas” tecnologías e infraestructuras. La soja viene siendo junto a la megaminería el eje de la producción de la economía, la ecuación siempre la misma mayor rentabilidad para las multinacionales con menor inversión. La producción de soja RR es “el ejemplo”, la semilla es capaz de resistir a poderosos agrotóxicos como el Roundup, glifosato herbicida que arrasa con malezas e insectos no deseados. Esta siembra novedosa comenzó en la zona pampeana y rápidamente expandió a la zona del litoral llegando hasta el norte del país. La aceleración se da por la fuerte adaptación que tiene la semilla a distintos suelos y climas. Este proceso de saqueo y contaminación que tiene al flamante canciller como protagonista y se sostuvo en los gobiernos de los últimos 30 años, merece un recorrido:
- Menem y la “Revolución Verde”: Junto al joven Felipe Solá, como Ministro de Agronomía, garantizaron la instalación de la soja transgénica en Argentina. Con la mentira que se venía difundiendo a nivel internacional de “acabar con el hambre en el mundo” incorporaron un avance tecnológico que permite modificar semillas genéticamente, la soja transgénica.
- Durante el kirchnerismo, la recuperación económica post 2001 estuvo sostenida por este modelo productivo de monocultivo. Se fortaleció la extranjerización y la concentración de la tierra La soja fue vendida a altos precios a casi un único comprador: China. Este país utiliza los granos para alimentar a sus cerdos.
- Macri en el gobierno se encargó de favorecer fuertemente a los empresarios productores de este cultivo, bajando notablemente las retenciones por exportación, beneficiando en los cambios de pesos ARG/dólar. Con la caída de la caída de los precios en las principales bolsas internacionales, este monocultivo viene generando ganancias por debajo de las esperadas por los empresarios. Ni los salvatajes de los gobiernos alcanzan.
- Hoy, el Frente de Todos y Solá nuevamente en el gobierno toman decisiones para avanzar en este nuevo acuerdo con China, así pasamos de ser quienes «alimentamos» a los cerdos a ser los «criadores» de los cerdos. Buscan convertir este nuevo negocio en la producción agroindustrial más grande de la historia argentina prometiendo traer grandes inversiones de múltiple capital chino.
La culpa no es del chancho…
De diversos sectores surge desconfianza y dudas frente al avance de este acuerdo. Es que poco se puede confiar en el actual canciller. La historia lo marca como responsable político de que hoy tengamos lugares como Entre Ríos con la tasa más alta de niños con cáncer ligados al uso ilegal de agrotóxicos en zonas pobladas. O del ecocidio de destruir miles de hectáreas por el monocultivo, llevando a catástrofes como deforestaciones masivas, sequías e inundaciones incontrolables.
La experiencia nos canta las consecuencias que puede acarrear si ese acuerdo se lleva adelante: maltrato animal -por el método feedlot, hacinamiento, uso de medicamentos y hormonas para el crecimiento-, precariedad laboral -por la poca fuente de trabajo que genera y por la destrucción de pequeños productores-, contaminación de suelo, aire y agua ligada a los desechos de la producción. Riesgo de una nueva propagación de gripe porcina y mutaciones de virus. Hace poco se conoció el enterramiento de millones de cerdos en China producto de la peste porcina africana. Obvio tampoco podemos dejar de mencionar a la actual pandemia que llevó a un confinamiento a escala global histórico. Y, por último, no olvidamos que el objetivo principal que tienen estos proyectos es el ingreso de divisas para destinarlas al pago de la deuda externa.
La anarquía de la producción capitalista tiene consecuencias mortales para la humanidad, hoy más claro que nunca queda en evidencia a los ojos del mundo. Actualmente, la industria ganadería crece en el mundo, junto con la preocupación de que surja la expansión de nuevos virus. La consecuencia de la producción a gran escala, sin cuidados para animales o personas, hacinando especies, precarizando vidas, las vemos con el COVID 19.
Argentina y Latinoamérica son nombradas como zonas “libres” de virus, pero tiene una explicación nos negamos desarrollar estas mega industrias que sólo beneficia al 1% mientras que para las mayorías trabajadoras sólo implican super explotación, contaminación y peligros para la salud. Que continuemos libres de esta nueva ofensiva del capitalismo chino depende de nosotres.
Para frenar el acuerdo, organización ecosocialista
En la tarde del 24 de julio fuimos parte de un eco-escrache a Felipe Solá en una conferencia virtual de la Fundación Mediterránea, con una categórica intervención del coordinador nacional de la Red Ecosocialista-MST, Mariano Rosa que explicó: “China como potencia capitalista y contaminante, descarta industrias que enferman y contaminan. Y el Estado nacional a través del canciller Solá, pretende hacer de Argentina el destino de esas industrias de la enfermedad, el maltrato animal y el negocio limitado a privados un escándalo” siguió:“El acuerdo para transformar el país en factoría porcina de China, equivale al ingreso de la soja transgénica al país. Hay un personaje que es hilo conductor: Felipe Sola, entonces ministro menemista, hoy funcionario de Alberto Fernández. Y un modelo que se reafirma: matriz contaminante, dependiente y depredatoria. Gravísimo”. [ii]. También nos sumamos al tuitazo en repudio al acuerdo.
Hoy el acuerdo no está del todo listo, pero sin dudas hay claras intenciones de ponerlo en marcha. Sólo la unidad de acción de distintos sectores y la movilización callejera puede frenar este proyecto ecocida que fomenta el gobierno y el imperio chino.
Les socialistas del MST creemos que hay que tomar otro rumbo al que pretende el Frente de Todos, un rumbo a favor de las mayorías y no de la ganancia capitalista:
- Democratizar las decisiones, que les trabajadores colectivamente digamos que producir, cuanto y donde. Planificando para generar el menor impacto ecológico posible.
- Soberanía económica, dejar de pagar la fraudulenta deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior. Poder decidir qué exportar y que importar.
- Ciencia y tecnología al servicio del bien común. Que los avances tecnológicos sean para mejorar la calidad de vida.
- Desechar la publicidad de sobreconsumo. Democratizar los medios de comunicación y ponerlos al servicio de informar y debatir sobre cómo llevar dietas saludables.
- Reducir la jornada laboral, distribuir el trabajo disponible con salarios igual al costo de vida.
- Prohibir todo tipo de extractivismo con reconversión laboral en pos de recuperar los ecosistemas destruidos.
- Reforma agraria para redistribuir las tierras. Encaminarse a la agroecología, con alimentación regional.
Son algunas de las medidas que creemos que no solo son posibles, sino necesarias. Para dar vuelta todo, y vivir en un mundo libre de explotación, opresión y contaminación.
Leiza Benítez y Jeanette Cisneros
[ii] https://mst.org.ar/2020/07/24/eco-escrache-en-conferencia-de-sola-en-fundacion-mediterranea/