Vacuna de Oxford: mucho anuncio, poca novedad
Ayer con gran cobertura mediática el presidente salió a informar sobre la vacuna de Oxford-AstraZeneca contra el Coronavirus. También se refirió a ella en distintos medios el ministro Ginés González. La noticia cobró gran difusión, generando una enorme expectativa sobre esta “nueva” vacuna. En realidad, lo novedoso sería un precio accesible y el hecho que se fabricaría en Argentina por el laboratorio mAbxience del grupo Insud, del empresario Hugo Sigman y se fraccionaría en Méjico.
Una carrera por el podio
Resulta evidente que el anuncio de Putin sobre la vacuna Sputnik V desató una reacción febril en los competidores occidentales que operan en nuestro país que, sin dudarlo salieron a cruzarle palos en las ruedas a la vacuna rusa. Y como veremos con una metodología que nada tiene que envidiarle a la del Kremlin. Se trata sin dudas de una lucha por un mercado de más de 150 millones de personas, lo que equivaldría a 300 millones de dosis como mínimo, de allí el apuro.
Recordemos brevemente el estado de evolución de las vacunas para la Covid-19. Se estima que hay en danza proyectos de investigación de cerca de 160 vacunas o más. De éstas, unas 60 estarían en fase más avanzada, concretamente superando la Fase 2 y entrando en la 3 (de prueba en grandes poblaciones para confirmar su seguridad, carencia de efectos secundarios serios y efectividad clínica). Las hay chinas, israelíes, europeas, estadounidenses, etc.
En la Argentina hace un mes el laboratorio Pfizer y la fundación del Dr. Polak presentaron su vacuna ante el presidente Alberto Fernández, que contaría con el apoyo de EEUU a través de la fundación nada menos que de Bill Gates, sobre la cual ya escribimos nuestra visión crítica desde estas páginas y que según trascendidos, también habría originado cierto malestar entre los asesores de salud del presidente, precisamente por estar toda la investigación y producción en manos de multinacionales privadas, siendo el Estado argentino un convidado de piedra.
Y en el día de ayer, apurados por el anuncio de la Sputnik V, el presidente sale nuevamente a presentar una tercera vacuna, conocida como la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca de origen europeo y también financiada en su mayor parte en Latinoamérica por la fundación de otro multimillonario, ahora mexicano, la Fundación Slim.
¿Qué tiene de novedoso la vacuna que anunció Alberto?
En realidad, poco y de eso, muy poco de bueno. Para empezar esta vacuna ya estaba en investigación desde hace meses, la Universidad de Oxford habría realizado un acuerdo con el laboratorio sueco AstraZeneca para su desarrollo. Ya se sabía que había pasado las Fases 1 y 2 y estaba lista para la Fase 3, que suele requerir otra inyección de dinero para su ejecución ya que se trata de la administración y seguimiento protocolar en miles de sujetos, de allí los 400 millones que pondría la fundación Slim y el hecho que utilicen a la Argentina para probarla, que como ya desarrollamos en otro artículo, cuenta con los profesionales y técnicos especializados en estudios de investigación clínica (y a bajo costo comparados con los de Inglaterra o Suecia). Tampoco hay novedad en cuanto a cuándo estarían los resultados, ya que los resultados estarían a principios del año próximo. Lo mismo que proponía la hoy alicaída vacuna de Pfizer, que en estos días empezaba su enrolamiento de sujetos del Hospital Militar según trascendidos.
Lo que sí es novedoso y Alberto no lo dijo, pero sí Hugo Sigman el empresario que la producirá, es que la van a empezar a fabricar desde ahora, según sus palabras “si la vacuna falla se descartarán, asumiendo un riesgo muy grande”. Es decir que, en los hechos, hace lo mismo que Putin y su vacuna rusa, la produce sin que haya pasado las pruebas de la Fase 3, cosa que todos coincidíamos que era errado y peligroso. Lo único que nos queda es la “promesa” de un empresario de que si las pruebas le dan en contra accedería a perder entre 450 y 600 millones de dólares, si como dice Sigman van a fabricar 150 millones de dosis a 3 o 4 dólares por dosis. Eso viniendo de un empresario como Sigman o peor aún como Slim resulta muy, pero muy difícil de creer. Más bien uno tiene todo el derecho de pensar que se pueden forzar los resultados de la investigación para que se minimicen los efectos adversos y se ponderen los beneficios en cuanto a inmunización obtenida, por ejemplo. Esto lógicamente es una suposición, ya que no tenemos conocimiento de que en la historia reciente de la investigación clínica ningún laboratorio así sea una multinacional privada o estatal haya recurrido a este procedimiento, es decir fabricar la droga en forma masiva y con fines comerciales antes que estén disponibles los resultados de Fase 3, y menos aun cuando se trata de vacunas.
Insistimos en que, precisamente por la urgencia y gravedad que nos impone la pandemia por Coronavirus, tenemos que ser más estrictos en los procedimientos de investigación clínica y exigir las máximas garantías para los pacientes voluntarios, los investigadores clínicos de los estudios y sobre todo la inmensa mayoría de gente que la recibirá como prevención.
Gerardo Uceda