Pensar la cultura en y post pandemia
¿Qué tan nueva será la nueva normalidad para la Cultura?
En su libro “¡Salvese quien pueda!” de 2018 Andrés Oppenheimer sentencia, a partir de un estudio de la Universidad de Oxford, que la automatización en el mundo del trabajo prevé la eliminación del 47% de los empleos tal cual como se conocen en un periodo de entre 15 y 20 años. Por su puesto que una pandemia que ponga en jaque al sistema de salud a nivel mundial y que además tenga como fundamental indicación el aislamiento y distanciamiento social para que el colapso sanitario sea menor, no estaba en la valorización de los beneficios de la técnica aplicada al trabajo para el abaratamiento de los costos empresariales ni sus impactos en términos salariales y derechos laborales.
¿Por que empezar con esta mención para pensar en el futuro de la cultura post pandemia? Bueno, resulta que las tendencias, cambios y dificultades que están afrontando las y los trabajadores de la cultura estaban presentes, por supuesto no en el mismo grado. El multiempleo, la remuneración parcial para sostener un espacio creativo, la imposición del mercado para producir, la falta de espacios de exhibición, el antagonismo entre independencia y sustentabilidad económica son los problemas centrales en disciplinas de la cultura como la música, el teatro, las artes escénicas, audiovisuales, la danza y otras, pero no son exclusivas de esta rama.
Hace unos días más de 60 organizaciones, espacios y colectivos culturales reclamaron en las redes la declaración de la Emergencia Cultural en la Ciudad Autónoma De Buenos Aires. Desde marzo distintos colectivos de la cultura vienen llevando acciones de visibilización frente a Plaza de Mayo, al Ministerio de Trabajo y hasta presentando iniciativas parlamentarias en el Congreso y en la Legislatura porteña. Un sector tuvo reuniones con el Frente de Todos sin resultado alguno. Casi resignados señalan que no se tratan sus reclamos, que no hay interés. El 11% del PBI de la CABA lo representa el sector cultural, siendo una ciudad con más de 700 espacios, salas de teatro, galerías, milongas y casas culturales. Todas desarrollan su actividad de manera independiente. Nadie puede negar el capital cultural porteño, pero la ausencia de respuestas al sector parece confirmar que quienes gobiernan si pueden.
¿Cuál es la situación e impacto de la cuarentena en el sector?
Una sintética radiografía es posible construir a partir de la Encuesta Nacional de Cultura[1] que impulso el ministerio de Cultura junto a las Secretarias y Organismos Descentralizados publicada semanas atrás.
Se relevaron tanto personas como organizaciones. A nivel de las personas la distribución por sector muestra que la mayoría reside en CABA, PBA, Santa Fé, Entre Ríos y Córdoba. La música, formación y educación cultural y el teatro representan el 70% de todo el sector. El ejercicio independiente de la actividad llega al 67%, un 37% desarrolla su disciplina desde la enseñanza, y de este porcentaje 8 de cada 10 lo hacen de manera independiente sin tener ingresos estables. Solo la mitad de los trabajadores y trabajadoras de la cultura logran vivir de esa actividad, y entre los que no, un 67% percibe ingresos de otros trabajos no vinculados a la cultura.
La inestabilidad salarial y la imposibilidad de vivir de la cultura por entero hace que solo un 45% llegue a cubrir entre el 75% y 100% de sus ingresos. La precariedad de derechos sociales como la cobertura en salud muestra que menos de la mitad tiene obra social, un 17% accede a una mutual o prepaga y el resto directamente no tiene cobertura.
No es novedad que las consecuencias de la pandemia y las medidas de aislamiento afectaron fuertemente el sector. ¿De que manera lo hace? La música y el teatro son las más golpeadas. La virtualidad forzada muestra poca flexibilidad y ausencia de recursos y condiciones para continuar activos y activas. Solo el 12% considera la virtualidad como una posibilidad, ya sea porque la venia implementando o porque lo empezó a hacer desde el ASPO. El resto lo considera de manera parcial: no lo pudo hacer, precisan asesoramiento y recursos o, en el caso del 20%, lo ve imposible. Ahora bien, de los y las que lograron virtualizarse el 60% no percibió remuneración alguna. Trabajo gratis.
Las otras encuestadas fueron las organizaciones que se distribuyen en un 50% en CABA y PBA y un 20% en la Región Centro. Su mayor participación esta en las actividades de teatro, formación y/o educación cultural y/o artística y música. Se consideran organizaciones desde las productoras de bienes y servicios culturales, cooperativas de trabajo, organizaciones de la cultura comunitaria y espacios culturales, entre ellas también prima el desarrollo independiente en un 57% mientras que el circuito comunitario es del 32%. El 84% no tiene más de 25 personas participando de la organización sea con remuneración o de manera voluntaria.
La formalización de las y los trabajadores es inversamente proporcional a la cantidad de participantes de la organización y solo un cuarto es propietario de los espacios físicos donde desarrolla su actividad. Es decir, la mayoría alquila. Los principales ingresos provienen de venta de entradas, actividades de formación y educativas, eventos culturales y subsidios estatales. La búsqueda de ingresos alternativos son el primer problema del sector, a eso se sumo la imposibilidad o atraso en el pago de servicios, sueldos/honorarios, proveedores, impuestos y alquileres. La adaptación a la virtualidad de las actividades culturales muestra que el 33% considera la modalidad como parcialmente aplicable, un 25% necesita asesoramiento y recursos y un 24% lo ve directamente imposible. Solo el 23% de las organizaciones que logro desarrollar su actividad de manera virtual la pudo cobrar.
Si se niega la emergencia se ajusta el derecho a la cultura
¿Se conoce la cantidad de artistas y trabajadores del sector en el país y su distribución por provincia y actividad? Un registro nacional permitiría dimensionar los aspectos más críticos el multiempleo, los bajos salarios y la precariedad salarial y laboral. Ya que el parate es total en el sector, una renta o bono extraordinario equiparable a la canasta básica es indispensable. Por otro lado, si la puerta de los teatros, las milongas, festivales, galerías no van a abrir en lo inmediato ¿Qué se espera para avanzar en solucionar la falta de espacios físicos? Sobran inmuebles y propiedades estatales sin uso o abandonadas. Es momento de recuperar las salas, espacios y teatros independientes. Otro aspecto, no menor, es la discusión y gestión del presupuesto cultural, necesariamente debe contar con la participación democrática y transparente de trabajadores y organizaciones del sector. Varies coinciden que la crisis de la cultura no es coyuntural, pues claro que no lo es y la razón última está en la lógica del sistema capitalista. Crear, pensar, imaginar, diseñar, cantar, actuar, idear, escribir, editar, bailar, no pueden ser privilegios. Va tomando más fuerza la necesidad de defender su desarrollo y acceso como derecho.
Si el arte debe ser libre o no ser, y la cultura como patrimonio y derecho humano tiene que ser garantizado, la emergencia es ahora. La radiografía que intento armar debe servir en primer lugar para despejar falsas incertidumbres y pensar en el desafío sobre viejas tendencias que la nueva normalidad impone con más fuerza. En síntesis, las problemáticas del sector requieren soluciones de fondo por parte del gobierno nacional, los provinciales y municipales.
Volviendo a Oppenheimer y su postulado máximo de la automatización aplicada a la cultura con su “¡Diviértase quien pueda!” urge la irreverencia y la radicalización de un postulado opuesto, que se despoje de todo individualismo para asumir una posición colectiva y articuladora de los diversos programas de exigencia que se han elaborado en estos cinco meses de cuarentena, pero partiendo de las necesidades concretas y materiales de las trabajadoras y trabajadores de la cultura.
Ingrid Urrutia.
[1] Encuesta Nacional de Cultura. Caracterización de personas y organizaciones de la Cultura en el contexto de Covid-19. https://www.cultura.gob.ar