Sobre los límites del progresismo
Recientemente el periodista uruguayo, Raúl Zibechi, publicó un nuevo libro:”Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo”. Porque se trata de una voz influyente en el activismo socioambiental nos permitimos iniciar una polémica pública. Por el acotado margen, una aproximación inicial en esta edición
El trabajo co-escrito con el ecuatoriano Decio Machado tiene varias afirmaciones que compartimos:
Con el progresismo continental hubo más capitalismo, incluso más extractivismo
No hubo revoluciones sociales anti-capitalistas y socialistas ni en Venezuela ni en Bolivia
Sin movilización permanente, desde “abajo”, no hay cambios duraderos
Hasta ahí, esos planteos, los compartimos. El problema no son esas reflexiones, en todo caso tangenciales. Lo crucial radica en la tesis estructurante de todo el libro: el progresismo que se propuso cambiar el mundo no lo pudo hacer porque se adaptó a las instituciones de la democracia burguesa.
Queremos discutir polémicamente ese postulado.
Hoja de ruta reformista, límites de clase
Para que el debate tenga alguna utilidad práctica, vamos a ser taxativos. Nuestra análisis es que nunca ninguna de los proyectos del llamado progresismo continental se propuso cambios de fondo, antisistémicos. Nunca la hoja de ruta de estos proyectos (que sin ser idénticos, se inscriben en una misma tipología política) desplegó un curso de radicalidad antiimperialista. De hecho, la ideología que los uniformó, en todos los casos fue el posibilismo de las relaciones de fuerza y el enemigo todopoderoso. Así siempre explicaron que no se podía:
- Impugnar la deuda externa en un frente continental de países deudores
- Reorganizar el territorio, en base a una profunda reforma agraria
- Revertir la lógica fiscal, cobrando a los ricos para redistribuir de verdad
- Desmantelar los aparatos de represión y espionaje
Democratización profunda de los sistemas político y judicial, con elección directa, revocabilidad y control social. Aboliendo los privilegios de casta
Nunca se desarrolló una política de frente único continental antiimperialista en todos los terrenos: económico-comercial, político, cultural y geopolítica internacional.
Así, se administró la acumulación capitalista del ciclo de auge de precios de comoditties, y en el cambio de tendencia con la crisis del 2008, sin haber utilizado el viento de cola para independizar la regiones reorientando el perfil productivo, fueron aplicadores del ajuste hacia abajo. De allí su erosión política y decadencia. Siempre se mantuvieron en los marcos del capitalismo, como proyectos de esa clase social. Aunque tuvieron adhesión popular.
Cambiar el mundo empieza por proponérselo
Para construir un proyecto político que se desplace de lo social a lo político, que apueste a desalojar del poder (no sólo del gobierno) al capitalismo extractivo, hay claves, en nuestra opinión, ineludibles:
- Un programa de cuestionamiento a los pilares del capitalismo extractivo, la propiedad de las corporaciones
- Apostar a un ciclo internacional de cooperación socialista entre los pueblos
Que reconozca en la movilización social el motor clave del proceso y en la clase trabajadora, con todos sus rasgos de época, el sujeto articulador de una nueva mayoría social - Que supere todas las limitaciones de las experiencias reformistas en sus versiones socialdemocráta y estalinista del siglo XX y les oponga una versión de socialismo con democracia real, antipatriarcal y ecosocialista
En esa trama nos reconocemos. Esos son nuestros puntos de referencia. Sigamos en debate, el siglo XXI y la etapa de relativo fortalecimiento de las fracciones derechas de la burguesía en la región, nos lo demandan.
Mariano Rosa