Argentina de remate / Disputa territorial y extractivismo
Tres episodios atravesados por un eje común: la disputa por el espacio público, el territorio como bien común.
1) El Bolsón. Loteo fraudulento para especulación inmobiliaria y explotación comercial de hectáreas de bosque nativo, protegido. Represión a vecinos movilizados. Reacción masiva popular, crisis política y resultado abierto.
2) Manteros en Once, CABA. La presión comercial del lobby empresario del circuito de los shopping y otros comercios logra que el poder político macrista y la justicia cómplice desplieguen un megaoperativo para reprimir y desalojar a miles de trabajadores cuentapropistas sin darle alternativa viable.
3) Comunidad Lof Cushamen, Chubut. Gendarmería por orden presidencial y con aval del gobernador Das Neves, cercan territorio mapuche reclamado por los Benetton. Este grupo concentra la propiedad de casi 1 millón de héctareas en la Patagonia. El poder represivo estatal al servicio del acaparamiento capitalista.
Estas imágenes son simultáneas en un país de remate, con el territorio en disputa, con la soberanía en cuestión. En esto, toda la política tradicional coincide en defender una lógica semicolonial de “derechos inalienables” para los propietarios privados del espacio público.
El espacio público como nicho de mercantilización capitalista
David Harvey, geógrafo marxista inglés, acuñó la categoría de “acumulación por desposesión” que sirve para caracterizar el proceso de mercantilización actual del espacio público. El capital reconoce una ley inexorable: la ganancia, la rentabilidad sostenida. Esa ley subordina y organiza de conjunto todo el sistema. Históricamente el capital monopolista-imperialista utilizó el control semicolonial de continentes enteros, como América Latina, para su valorización bajo distintos patrones de acumulación. En la década del 90 del siglo pasado, por ejemplo, forzó la privatización de las empresas estatales de servicios públicos e incentivó el endeudamiento externo como mecanismo de estrangulamiento económico y condicionamiento político de países como Argentina. Las empresas estatales que eran recurso estratégico nacional para garantizar servicios como derechos sociales, devinieron fuente de negocio privado y valorización capitalista. En el siglo XXI la novedad como patrón de acumulación es el extractivismo. Esto es, la mercantilización de la naturaleza, la conversión de todo lo vivo en bien de cambio, en mercancía. Así la cordillera es bien de cambio, se puede dinamitar para extraer oro y plata. La frontera del agronegocio se expande con el agotamiento del suelo, la impermeabilización que inunda y las fumigaciones que enferman. Y el campo no produce comida, sino forraje y biocombustible transgénico. Se privatizan miles de kilómetros verticales de subsuelo. Esto es clave para el fracking, contaminante e irreversible. En ese mismo cuadro, se ubica la privatización del espacio público, sea urbano o no. A las 30 familias de la oligarquía de doble apellido, propietaria latifundista, se sumaron en estos últimos 15 años Lewis, Turner, Benetton, Tinelli. Magnates sin bandera, con la acumulación privada como única patria y lealtad. Por eso, la tensión de El Bolsón. Por eso, gendarmes como policía privada de Benetton para “recuperar” territorio “ocupado” por comunidades mapuches. Por eso, desalojar las veredas de manteros, porque en ese espacio tienen que circular los consumidores privados que compren en grandes comercios y shopping.
Reorientar socialmente la tenencia y uso del espacio público
Hay acciones inmediatas para encarar. El apoyo a las luchas de El Bolsón, los manteros de Once y la comunidad mapuche de Chubut. Nuestra organización lo está haciendo de forma activa. En simultáneo queremos formular un planteo estratégico, de orientación inversa a la capitalista para el uso del espacio público. Nuestra perspectiva socialista es reorganizar todo bajo la lógica de las necesidades sociales mayoritarias determinadas de forma planificada democráticamente por los trabajadores y el pueblo. Esto supone, que en El Bolsón hay que anular el loteo a favor de Lewis y garantizar la protección del bosque nativo. Implica garantizar la restitución del territorio reclamado por las comunidades mapuches, expropiando sin indemnización a Benetton. Supone garantizar la libertad plena del espacio público urbano, contribuyendo a la regulación de la venta cuentapropista, sin criminalizar a los manteros. El territorio urbano o no, es un bien común, del 99 %. No es bien de cambio, commoditie o mercancía. En las ciudades planteamos des-cementar, garantizar más espacio verde, público. En el territorio no-urbano, reorientar el uso con fines sociales mayoritarios, no comerciales capitalistas. Terminar con el acaparamiento de tierras, declarar todo el territorio de utilidad social. Expropiar a los latifundistas y acaparadores sin indemnización. Esto implica cuestionar no toda propiedad en general. Sino en particular, la modalidad privada capitalista de propiedad. Nuestro enfoque defiende otra forma de propiedad, social, colectiva. Este es nuestro aporte. Para la defensa y multiplicación militante de estas ideas, construimos el MST como organización política nacional y la Red Ecosocialista, como agrupación específica de intervención en el campo socioambiental. Más que nunca es ahora cuando urge sumar voluntades a esta acción consciente, voluntaria y colectiva. Como decimos repetidamente: es un buen momento para militar por estas causas.
Mariano Rosa / Red Ecosocialista