El 1A de Macri: demasiado humo

En un mes de masivas movilizaciones y a fuerza de estimular la polarización por derecha, finalmente Macri tuvo su plaza. Fue parte de la disputa por desalojar de las calles la tremenda energía obrera y popular desplegada en rechazo al ajuste neoliberal que está implementando. Convocada de manera vergonzante, encubierta, sin el aval abierto del gobierno, no salieron de las madrigueras hasta que vieron que habían logrado reunir a varios miles en la calle.

carteles por Macri en la Plaza

Los comunicadores mercenarios se apresuraron a hacer balances exitistas: «Fortalecido tras las marchas de apoyo, el Gobierno busca relanzar su gestión», dijo Clarín; «Macri decidió profundizar el rumbo de la gestión, tras las masivas movilizaciones», tituló La Nación. Sin embargo, hay que poner las cosas en su justa dimensión, ya que la magnitud de la movilización nada tuvo que ver con las multitudinarias marchas de este marzo caliente. Nos quieren vender demasiado humo al servicio de fortalecer a un gobierno jaqueado por la lucha que necesitaba tomar una bocanada de aire fresco.

Contrastes inocultables

La marcha fue claramente menor que cualquiera de las movilizaciones de este mes caliente. Los miles que marcharon lo hicieron esencialmente por la diagonal norte provenientes del Obelisco y de Callao y Santa Fe, los dos sitios de concentración programados. La Avenida de Mayo tenía escasa concurrencia y la Diagonal Sur estaba desierta. La Plaza se llenó parcialmente, como se pudo ver en todas las panorámicas que circularon.

Marcha Federal. Todas las movilizaciones de marzo fueron muy superiores al 1A

La composición social, también fue diferente. Sectores de clase media alta y acomodados y prácticamente ausencia de juventud, mostraron una postal típica de la base social del gobierno, del núcleo duro que desde los centros urbanos ha venido acompañando al gobierno, más algunos sectores que se movieron por los mensajes llamando a la polarización que emanaron tanto de Macri, como de Vidal y los principales funcionarios, en su disputa contra la huelga docente y la protesta social.

Micros amarillos


No tuvo nada de espontanea. Cuidadosamente trabajada desde las redes sociales, con el ejército bien pago de trolls macristas y con un trabajo subterráneo orientado desde el aparato de gobierno, la marcha fue claramente dirigida. “No hubo choripanes”, es cierto; se cumplió el lema gorila y antipopular que propagandizó el propio presidente. Pero abundaron los micros fletados por intendentes amigos con la misma práctica punteril que critican para disimular la ausencia completa de movilización desde el conurbano obrero. Al igual que en los escasos puntos del país donde se replicaron las movidas.

Un mensaje reaccionario

La marcha fue claramente reaccionaria. Lejos de ser «en defensa de la democracia, la paz y la libertad» los que prometieron movilizar «sin cortar calles, sin ensuciar la vía pública, sin banderas partidarias, sin agresión, organizada solo por ciudadanos”, terminaron cantando consignas contra los trabajadores y destilando un notable odio de clase. Hubo consignas contra el anterior gobierno, es cierto; rechazo que usufructúa Macri para tratar de colectar a su favor. Pero fueron notables, además del “Sí, se puede”, diatribas tales como: “Hay que cantar, hay que cantar, los piqueteros a laburar”, “Dejate de joder, Baradel” o “Los chicos a la escuela”, entre otras perlas.

Cecilia Pando, militante pro dictadura, fue una activa participante

Cuando la marea “autoconvocada” les dio un marco de seguridad, aparecieron varias figuras públicas de conocido apoyo al gobierno, junto a funcionarios que, ahora sí, se desvivieron por hacer declaraciones.

Preparar un paro activo para el 6

Por más que el gobierno haya esbozado algo de la “alegría” con la que empezó hace 15 meses su “revolución” neoliberal y se prepare para tratar de recuperar la iniciativa y avanzar con el ajuste pendiente, nada indica que le resultará sencillo. La olla a presión de los conflictos sigue erosionando, aunque es evidente que desde el establishment, las corporaciones y sus CEOS en el gobierno, han salido a tratar de quebrar el fuerte auge de las luchas obreras y desviar las aguas hacia el proceso electoral. Instalación de debates sobre la legitimidad de la huelga en los servicios públicos y los reclamos en las calles, demonización de los sectores que luchan, campañas para divorciar el acompañamiento de otros sectores populares a las huelgas y movilizaciones, judicialización de la protesta, amenazas, intimidaciones y medidas represivas…. Todo un andamiaje, de ninguna manera novedoso, pero que configura un intento de quebrar la lucha que es tan intensa que arrancó claramente desde abajo un paro general. En esta jugada cuentan con la colaboración de la ”oposición” de Massa/Stolbizer y el PJ que guardaron silencio frente a las luchas o acompañaron al gobierno en los debates en defensa de la gobernabilidad, contra la supuesta desestabilización. El propio Scioli, que suena como uno de los candidatos del FPV, lejos de apoyar la huelga docente y, mostrando que si hubiera ganado no habría tomado medidas cualitativamente diferentes, aconsejó a Vidal “cerrar la paritaria docente por decreto”.

7M: Trabajadores en la calle reclamando el paro general

También la burocracia sindical de la CGT, que ahora cacarea y se vio obligada a llamar al paro, también trabaja activamente en favor de la gobernabilidad. La tormenta social y el desborde de las bases les redujeron los márgenes para pactar alevosamente, pero lo siguieron haciendo por abajo, transando acuerdos salariales en la pauta oficialista y poniendo sus pisadas de dinosaurio al servicio de planchar lo más posible el paro del 6 para que, en lugar de ser un punto de inflexión hacia un plan de lucha y la derrota del ajuste, sea una bisagra hacia retomar los acuerdos sociales y descomprimir la caldera.

Desde el MST en Izquierda al Frente, nuestra corriente sindical y todas nuestras agrupaciones, estamos trabajando para que sea un paro activo. Junto a la izquierda, el sindicalismo combativo y sectores de la CTA, se están preparando acciones para que ese día no se sienta como un domingo. Demandas como el apoyo a los docentes, paritarias sin techo, aumento de salarios, jubilaciones y planes sociales con actualización automática, prohibición de despidos y suspensiones, nulidad de los tarifazos y la flexibilización, repudio a la deuda y fuertes impuestos a los ricos, entre otras, tienen que estar en la calle el jueves 6. Junto con el reclamo de continuidad con un plan de lucha y la tarea de impulsar una nueva dirección, desalojando a estos dirigentes con olor a naftalina. El 6, pese a la CGT, vamos a parar el país y, el 1A…. quedará para el olvido.

Guillermo Pacagnini