Autoritario, antiobrero y entreguista No al decretazo de Macri

El jueves 11 de enero, Mauricio Macri firmó el mega Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 27/2018, con 192 artículos que afectan áreas de ocho ministerios, derogan 19 leyes y modifican otras 140. Disfrazado de una supuesta “modernización” y “desburocratización” del Estado, en realidad su DNU ataca todo lo público, perjudica a los trabajadores y los jubilados, y flexibiliza normas y controles en beneficio de las grandes empresas, en especial extranjeras.

Macri estuvo entre los dirigentes políticos más críticos del uso y abuso de los DNU por parte del gobierno anterior. Pero con este megadecreto, él supera largamente lo que antes criticaba y a la vez reafirma el carácter profundamente autoritario de su gobierno. De un plumazo provoca cambios importantes en un amplio abanico de leyes, pasando por encima el Congreso y la división de poderes republicana que tanto declaman defender el PRO y Cambiemos. Más que eludir el debate legislativo, sin embargo, lo que busca Macri con este DNU es evitar la respuesta social que viene provocando cada una de sus medidas antipopulares.

Antes de analizar su contenido retrógrado, desde el punto de vista formal este decretazo es antidemocrático e incluso anticonstitucional por tres razones básicas: a) El DNU es un mecanismo excepcional y no existe ninguna “necesidad y urgencia” de dictar éste; b) Abarca materias de índole penal y tributaria, que la Constitución nacional en su artículo 99 inciso 3 prohíbe expresamente modificar a través de DNU, y c) Este DNU ni siquiera fue decidido “en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros” como ordena la Constitución, ya que él mismo y varios de sus ministros están de vacaciones.

Contra los trabajadores y los jubilados

Aunque después de la enorme bronca popular que generó la reforma previsional Macri tuvo que postergar el tratamiento parlamentario de la reforma laboral, en este DNU avanza con ataques a los trabajadores. Se permitirá, por ejemplo, que los bancos embarguen directamente las cuentas-sueldo para cobrar deudas. Antes sólo podían embargar hasta un 20% del salario y por encima de un piso de $ 17.000. En cambio ahora podrán embargar toda la cuenta, lo cual es un evidente perjuicio para el trabajador y una ventaja para los bancos y las empresas acreedoras.

El DNU también reduce las sanciones a empresas que hayan evadido el pago de cargas sociales o hayan tenido trabajadores en negro. Estas medidas son parte del proyecto de ley de reforma laboral difundido en diciembre, pero Macri las incluyó en este decretazo.

Una parte importante de las modificaciones que impone el DNU 27/18 responden a pedidos de la OCDE (Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico), un organismo imperialista multinacional al que Macri quiere integrar a la Argentina. Acorde a esos pedidos, el decreto faculta al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES a crear fideicomisos, o sea fondos especulativos que tienen menos controles que el ente estatal. Es decir, abre aún más a la timba financiera esa caja pública tan saqueada, atacando otra vez a los jubilados y pensionados que ya vienen padeciendo la quita de medicamentos y la recién aprobada reforma previsional.

Contra el país y el pueblo

El mega-decreto también autoriza la importación de 314 productos extranjeros que antes tenían “licencias no automáticas”, incluyendo laminados de acero, aluminio semielaborado, PVC, juguetes, varios tipos de motocicletas e hilado de algodón. Y esto sería solo un primer listado, ya que la orientación dictada por la OCDE es eliminar todas esas licencias no automáticas y reemplazarlas por controles menores, que “agilicen los negocios” de las corporaciones extranjeras. Es decir, en medio de una ola de despidos y suspensiones, Macri libera la importación de productos que se producen en el país, debilitando así a la poca industria nacional que queda y por consiguiente atacando los puestos de trabajo.

Entre otros cambios negativos, el megadecreto habilita a circular en algunas rutas del país a los llamados bitrenes (un camión y dos remolques), lo que implicará mayores riesgos de accidentes. Debilita los controles estatales sobre las licitaciones de obras públicas a concesionarios privados. Facilita la venta de tierras y otros activos estatales. Simplifica el proceso para obtener marcas y patentes, como piden por ejemplo los laboratorios extranjeros. Facilita la habilitación de puertos y sus concesiones al sector privado. Permite exportar hasta 15 obras de arte juntas, facilitando el saqueo del patrimonio artístico nacional. Legitima el funcionamiento irregular registrado por la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo encargado de investigar maniobras de lavado de dinero.

El hecho de que este flamante DNU macrista elimine el privilegio de estacionamiento a funcionarios públicos o simplifique la obtención de la licencia de conducir y el trámite de reclamos ante el ENARGAS no son más que un poco de celofán de colores para envolver todo un paquetazo de cambios claramente perjudiciales para el pueblo trabajador y el país.

Menemismo recargado

Le impronta neoliberal y entreguista del DNU se revela desde sus propios sus considerandos, donde plagian nada menos que un decreto de Carlos Menem y Domingo Cavallo, el Nº 2284/91: “Habiendo iniciado la Nación una nueva fase de su historia política y económica, caracterizada por el afianzamiento de los principios constitucionales en todos los planos y la instauración de una economía pujante, competitiva y transparente, la permanencia de normas dictadas en otros contextos constituye un factor de atraso y de entorpecimiento del desarrollo nacional”.

Menem titulaba a su decreto como “desregulación” y Macri titula al suyo como “desbrocratización”, pero ambos buscaban el mismo objetivo neoliberal: achicar y desguazar lo público en beneficio del capital privado.

El megadecreto 27/18 es una pieza más del plan de ajuste, represión y entrega que Macri pretende imponernos. Como demostraron las masivas movilizaciones contra la reforma previsional, sobra voluntad y fuerza en el pueblo trabajador para pararle la mano.

Fede Moreno y Pablo Vasco