Disparada del dólar: Tormenta con mar de fondo

El dólar se disparó 7% en un día, llegando hoy a 23 pesos. Acumula una suba de alrededor de 2.5 pesos en poco más de una semana. La autoridad monetaria no pudo contener la suba a pesar de que en las últimas 7 jornadas vendió alrededor de 5.300 millones de dólares de reservas, cifra que se eleva a 7.700 millones desde principios de marzo. La tormenta cambiaria tiene explicaciones coyunturales y estructurales. El modelo económico del macrismo y la volatilidad de la economía capitalista mundial son el maremoto de fondo.

La tormenta

Es importante evaluar la magnitud de los sucesos de los últimos días. En una semana el banco central ha liquidado el 10% de sus reservas. Aun así, no pudo evitar la mayor suba del dólar desde la salida del cepo cambiario en diciembre de 2015. Tampoco alcanzaron las dos subas de las tasas de interés del BCRA que en menos de una semana pasó del 27,25% al 33,25%. El incremento de la divisa estadounidense tiene un impacto directo sobre los precios locales acelerando aún más el proceso inflacionario, que ya se proyectaba muy por encima de la “meta” del 15%.

Varios factores presionan esta escalada en la coyuntura. En primer lugar, el incremento de las tasas de interés en EEUU. A fines de marzo la Reserva Federal incrementó la tasa ubicándola en un rango de entre 1,50% y 1,75%. Los intereses sobre los bonos a 10 años alcanzaron la cifra del 3%. El efecto combinado de estas subas es una aspiradora de dólares de todo el mundo. Una pequeña variación al alza en las tasas implica el movimiento de miles de millones de dólares hacia EEUU. Simultáneamente se encarece el endeudamiento. Este combo golpea con fuerza sobre el modelo macrista que depende del endeudamiento y del ingreso de capitales especulativos para sostener las reservas. Esto ha generado además una apreciación del dólar frente al resto de las monedas, lo cual presiona directamente sobre el peso.

La mayor parte de los analistas coincide en señalar, además, una serie de factores internos para explicar la caída del valor del peso. La creciente inflación incrementa los precios relativos y presiona en ese sentido. La devaluación a su vez acelera la inflación generando una espiral que se retroalimenta. En este marco hay quienes sostienen que se produjo también una “reacción negativa del mercado” ante la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera ya que este reduce el rendimiento del instrumento predilecto de los capitales especulativos, la Lebac, haciendo que se refugien en el dólar. De ahí que el remedio que aplica el gobierno sea incrementar el rendimiento de estos bonos a partir de una suba en las tasas de interés. Resultando, una vez más, en ganancias para los especuladores.

El mar de fondo

Lo que la mayor parte de los analistas oculta es que este proceso impacta y revela los límites estructurales del modelo económico macrista en particular y del carácter semicolonial de la economía argentina en general. El plan económico del gobierno nacional, y de sus aliados en los gobiernos provinciales y los partidos tradicionales, apunta a incrementar las ganancias de los sectores más concentrados de la economía, con los sectores agroexportadores, mineros, de servicios y los bancos y las finanzas a la cabeza de la rentabilidad. Así, benefició a estos (y otros) sectores del empresariado con reducciones impositivas y trabaja activamente para una reducción del salario real estableciendo techo a la paritaria por debajo de la inflación. De esta manera se agrava el déficit fiscal. Simultáneamente, la apertura comercial profundiza el déficit de cuenta corriente que llega a 3.813 millones de dólares en el primer trimestre de 2018. Si a esto le sumamos la fuga de capitales, ésta cifra se incrementa a 5 mil millones de dólares.

Uno de los pilares centrales de este modelo es, entonces, el endeudamiento externo. El gobierno viene utilizando el crédito internacional como fuente de financiamiento del déficit. Desde diciembre de 2015 hasta febrero de 2018 las emisiones de deuda llegaron  a 132.969 millones de dólares, contando las del tesoro nacional, las provincias y las empresas privadas. En este periodo se ha producido un incremento del 35% en la deuda pública. Esto incrementa la presión de los pagos de intereses y capital sobre el presupuesto nacional. Este año equivaldrán al 6,6% del PBI, sumando un total de 38.631 millones de dólares. Esta situación hace que la economía argentina sea particularmente vulnerable a las fluctuaciones de la economía mundial, y particularmente de EEUU y del dólar.

El carácter semicolonial de la economía argentina emerge con particular fuerza ante un escenario internacional marcado por una fuerte volatilidad estructural de la economía mundial a partir de la crisis y recesión comenzada en el año 2008. Tal como lo sostenía Marx, el capital solo supera sus crisis creando las condiciones para una crisis aun superior. Para salir de la crisis del año 2008 y de la recesión, EEUU ha acudido un enorme endeudamiento. Su deuda externa representa hoy el 117% del PBI. Esto es un fenómeno que se replica en muchas economías, particularmente las de los países llamados “emergentes”. En total, la deuda mundial representa 220% del PBI mundial.

El gobierno de Trump ha profundizado esta tendencia. La reducción de impuestos a los empresarios ha agravado el déficit fiscal, y, combinado con el relajamiento de las regulaciones financieras ha inflado una ya creciente burbuja financiera. Tomados globalmente los activos financieros representan el 550% del PBI mundial, por encima de las cifras previas a la crisis cuando llegaron a representar el 500% del PBI. Según el economista Michael Roberts, esta tendencia al creciente endeudamiento y el crecimiento de la burbuja especulativa tienen como trasfondo la caída y estancamiento de la tasa de ganancia.

El agravamiento del déficit de EEUU (que el propio FMI estima llegará a más de un trillón de dólares en los próximos 5 años), empuja su endeudamiento. Para hacer frente a esta situación se ha convertido en una verdadera aspiradora de capitales. De ahí el incremento de las tasas de interés. Son la expresión de la necesidad de EEUU de apropiarse de una parte creciente de la plusvalía producida mundialmente para sostener su propio crecimiento. Para lograrlo se aprovecha de su debilitada, pero vigente, hegemonía imperialista que tiene un pilar fundamental en el dólar.

Esta situación mundial alimenta la crisis del capitalismo semicolonial argentino cuya expresión más reciente es la corrida cambiaria.

Plan alternativo, salida socialista

Ante esta coyuntura la política del gobierno es cubrir e incrementar la rentabilidad de los especuladores. Para ello profundizará las políticas de ajuste. Ya han anunciado nuevos tarifazos y buscan sostener la depreciación del salario real. Tendremos que dar una fuerte pelea contra estas dos expresiones del ajuste. Más que nunca, hace falta coordinación y un verdadero plan de lucha nacional para derrotar a Macri. Las masivas movilizaciones de diciembre demostraron que hay fuerza por abajo. El límite lo ponen hoy las burocracias sindicales que pactan con el gobierno.

Pero además, lxs trabajadorxs necesitamos un plan alternativo. Que, entre otras medidas,  comience con prohibición de despidos y suspensiones y estatización de las empresas que no cumplan; con blanqueo de precarizadxs y salario mínimo actualizado acorde al costo real de vida; con control de precios para frenar la inflación y aplicación de la Ley de Abastecimiento a las empresas que incumplan.

Debemos terminar con la sangría al servicio de los especuladores nacionalizando la banca. Esto permitiría poner el capital allí acumulado al servicio de un plan de emergencia que de trabajo, salud y educación a lxs trabajadorxs y el pueblo. Hay que nacionalizar también el comercio exterior. Frente a los tarifazos, planteamos la estatización de los servicios con control de lxs trabajadorxs y usuarios. Otro pilar fundamental es la denuncia de la deuda externa como un mecanismo fraudulento al servicio de acrecentar las riquezas de los especuladores locales y extranjeros, y de sostener la transferencia de riquezas hacia los países imperialistas. Por eso sostenemos la necesidad del no pago de la deuda externa.

Hay que preparar y reclamar un plan de lucha nacional para pelear por imponer este plan alternativo. Desde el MST impulsamos esta salida.

Luis Meiners