Otra experiencia por el lenguaje inclusivo: “¿No pueden dar clases hablando ‘normal’…?”

 

Acerca del lenguaje se afirma que arma el pensamiento, que nacemos con la estructura lingüística, que el refuerzo con un estímulo lo desarrolla. No son sólo debates teóricos sino el corazón mismo del corpus sobre esta ciencia y su relación con el mundo y el conocimiento. Y es que el lenguaje es un organismo vivo y cambiante, expresa ideologías a través de sus términos, posiciones, jerarquías, aspectos políticos, sociales y económicos. Hiere de muerte algunos términos hasta hacerlos desaparecer y lucha por otros que aparecen junto con los grandes cambios.

En momentos donde la revolución verde y disidente coloca también con fuerza de rebelión el lenguaje inclusivo, empiezan a saltar las críticas, ataques y detracciones de quienes, en general socios de una Iglesia con posturas antiderechos, aborrecen, reprueban y condenan a quienes “osamos” la utilización de estos términos.

Así ocurrió con el docente Matías (ver nota aquí), de la escuela católica “Nuestra Señora de la Anunciación” de La Plata, despedido “sin razón (aparente) alguna”. Quien, en realidad, había dado una clase sobre la ESI, Educación Sexual Integral, como parte de los contenidos curriculares oficiales, y hablado con lenguaje inclusivo.

Una situación similar me ocurrió días pasados, cuando la madre de un alumno de una de las escuelas donde me desempeño en Quilmes, solicitó una entrevista para “pedirme” que dejara de utilizar esa forma “desubicada” de hablar con les chiques en clase.

Mi área es justamente la del lenguaje y la literatura, con lo cual el trabajo sobre las disidencias desde este aspecto, ha generado muchos debates sanos, abiertos todos para seguir pensándolo. Y siempre en un marco de respeto mutuo aún por aquelles que -más que nada por desconocimiento del porqué de su utilización y por presión social y familiar- lo rechazan.

De manera que esta mamá llegó al encuentro con cierta amabilidad, pero con una fuerte censura de cómo estaba encarando mis clases. Al decir cosas como: “yo seré antigua en mi actuar, pero el hombre es hombre, la mujer, mujer”. O que “la RAE -Real Academia Española- no avala esta forma de hablar, no puede ser que una docente dé clases así. De modo que le pido que dé clases hablando ‘normal’…”, concluyó.

Por mi parte, fueron varios los argumentos que intenté desarrollar para explicarle que mi aula es un espacio donde las posibilidades se amplían, no se cercenan. Que es necesario permitir el libre pensamiento para que, luego y con todo ese bagaje, les chiques puedan elegir. Y que no se le falta el respeto a nadie. La mamá no quedó muy conforme, insistiendo que en la escuela se debe mantener “lo tradicional” y que ella además es pro-vida y educa a sus cuatro hijos varones como “personas de bien”.

Tanto en el caso que sufrió Matías, pese a haber recibido muchas muestras de solidaridad como observamos en los múltiples posteos; como en algunos de los mensajes y comentarios en las notas que publicamos en nuestra web; como en mi caso y en el de otres compañeres, existe este sector que considera aberrante este uso, y en general se alinean con posiciones muy conservadoras en otros ámbitos.

Revista Entrelíneas Nº 5, dedicada al lenguaje inclusivo

Esto, pese a difundir las elaboraciones y notas apoyadas en investigaciones que compartimos a en nuestra página que alientan desde el ministerio de Educación, la Cámara de Diputades, la Secretaría de Derechos Humanos y otros organismos oficiales, al empleo del lenguaje inclusivo..

Como afirmaba el viejo loco de La Mancha: “Ladran Sancho, ¡señal que cabalgamos!”. La irrupción del lenguaje inclusivo no es una “pavada” como quieren minimizar, desmerecer o descalificar estos sectores. Sino que vino a colocar una discusión más profunda acerca de las normatividades, la imposición de uno de los aspectos fundamentales de la comunicación humana en tiempos de rupturas, descontrucciones y revueltas.

Estamos dando una batalla. La consideramos muy relevante, no solo para incluir las disidencias, si no para seguir apostando a las rupturas de un sistema que censura, oprime e invisibliza lo que queda por fuera de las normas dictadas por los patriarcas, los poderosos. Lo que pretenden excluir con el binomio heteronormativo varón-mujer. Y con el uso del masculino como genérico, cuando no lo es.

En nuestra revista Entrelíneas podrás encontrar notas de gran utilidad al respecto. Creemos en un mundo distinto y trabajamos para lograrlo. Por eso también te invitamos a que te sumes con nosotres a dar esta pelea juntes.

 

Diana Thom, docente de Lengua y Literatura

Sec. Promoción Social – Comisión Directiva de SUTEBA Quilmes

Alternativa Docente, ANCLA / MST